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Marino Eleazar Chávez, presidente de la Ciudadela Villa Reconciliación y ex teniente primero del EPS, y Marco Antonio Rugama, sargento de la ex EEBI. LA PRENSA/VALENZUELA.

Relato de olvido y pobreza

Nacidos de la voluntad de reinsertar a los desmovilizados de guerra, los barrios 3-80 y Villa Reconciliación, ambos ubicados en Managua, muestran hoy el fracaso del proceso de reinserción civil de los ex combatientes. Pese a la voluntad de sus habitantes de seguir luchando por mejores condiciones de vida, los dos barrios, pobres, peligrosos e […]

  • Nacidos de la voluntad de reinsertar
    a los desmovilizados de guerra, los
    barrios 3-80 y Villa Reconciliación, ambos ubicados en Managua,
    muestran hoy el fracaso del proceso
    de reinserción civil de los
    ex combatientes.
    Pese a la voluntad de sus habitantes
    de seguir luchando por mejores
    condiciones de vida, los dos barrios, pobres, peligrosos e insalubres,
    parecen condenados al olvido.

RAPHAELE [email protected] [email protected]

Del Barrio 3-80 desertan los ex Resistencia

Cerca de la Universidad Centroamericana, limitado al sur por la Pista de la Resistencia, el Barrio “Enrique Bermúdez 3-80” surgió en 1990 cuando la Presidencia de la República incumplió los acuerdos de entrega de tierra a los desmovilizados de la Resistencia.

Ciento ochenta de ellos tomaron el barrio por asalto en octubre 1990 con la intención de establecerse y trabajar para su reinserción en la vida civil. Hoy el barrio cuenta con unos 2,200 habitantes que viven en condición de pobreza o extrema pobreza, a pesar de los escasos logros sociales y económicos del Barrio 3-80.

Leonardo Zeledón (alias Comandante “Chispero”) anduvo en la Guardia de Somoza y en la Resistencia hasta ser herido y luego desmovilizado en 1990. Fundador de la Contrarrevolución, él dirige ahora la Junta Directiva Comunal del barrio.

“Todos los acuerdos de desmovilización nos indicaban que iban a darnos lo básico para iniciar y reinsertarnos, pero como nada de eso fue cumplido por el gobierno de Violeta Chamorro, empezamos una lucha titánica para fundar nuestro barrio” recuerda “Chispero”. Con orgullo, explica que la Junta Directiva Comunal logró conseguir una escuela, un centro de salud y el año pasado la titulación de las casas.

Sin embargo, hoy el centro de salud está cerrado por falta de un médico y los habitantes sólo pueden contar con el apoyo de un centro evangélico para sus problemas de salud.

“Chispero” dice que aunque el barrio se benefició de un cierto apoyo de la Alcaldía y luego del gobierno de Arnoldo Alemán (quien llegó a inaugurar la escuela) todavía no hay sistema de evacuación de aguas negras, ni agua potable, ni pavimentación.

Con mucha amargura, considera “Chispero” que la Resistencia perdió las oportunidades que tenía para una reinserción civil exitosa. A su juicio, la propia organización de la Resistencia falló en el apoyo a los desmovilizados porque no tenía la capacidad política de enfrentar la posguerra y porque la cúpula de la Resistencia traicionó la base.

“Los gringos nos instrumentalizaron y por eso no pudimos formarnos a la política y en la Resistencia muchos de los jefes empezaron a politiquear y a obtener puestos en el Gobierno; la Resistencia Nicaragüense para mí dejó de existir como fuerza política, se acabó”, concluyó el hombre que se define como miembro de la “derecha recalcitrante y un poquito más”.

“Chispero” comenta que la situación de la Resistencia, no sólo en su barrio sino en todo el país, es crítica. Por falta de apoyo “algunos se volvieron delincuentes y otros andan en la calle”. En el Barrio 3-80 muchos de los que tenían un terreno lo vendieron para regresar al campo, de donde es originaria la mayor parte de los desmovilizados.

“Somos hombres de historia, sólo nos queda el recuerdo, la satisfacción de que forjamos la nueva historia del país”, agrega triste el comandante “Chispero”.

“Aquí comenzó la Reconciliación…”

Conformado por desmovilizados de la Resistencia y retirados del Ejército Popular Sandinista y del Ministerio de Gobernación, Ciudadela Villa Reconciliación tenía una vocación de modelo y de símbolo: modelo de proyecto de reinserción civil de desmovilizados y símbolo de la reconciliación entre ex enemigos. Pero hoy, el lugar es otro ejemplo de la poca atención que dan las autoridades nicaragüenses a los combatientes que anduvieron en la guerra.

El gobierno de Violeta Chamorro entregó los terrenos del proyecto Ciudadela Villa Reconciliación en 1992, después de una lucha de casi dos años con los habitantes de este barrio. Los fundadores de este barrio, ex enemigos que viven juntos y comparten las mismas condiciones, recibieron los terrenos en lugar de una compensación de 2,000 dólares que el gobierno de Violeta no podía gastar.

Marino Eleazar Chávez, presidente de la Ciudadela Villa Reconciliación y ex teniente primero del EPS, explicó que “tuvimos que tomar la asamblea y pelear contra la Policía, no dejábamos de luchar, no dejábamos dormir a Doña Violeta y al fin nos dieron los terrenos”.

“Después vino el tiempo de las promesas incumplidas”, explica Mariano Chávez. Las casas que el gobierno se había comprometido a construir nunca vieron la luz y los habitantes del barrio tuvieron que contar sólo con ellos mismos.

Hoy, las 3,450 personas que viven en el barrio no tienen centro de salud ni agua potable, siguen esperando un pavimento y la mitad de las escrituras para los terrenos entregados. Por lo menos pueden mandar sus hijos a una escuela que ellos mismos construyeron. Una situación que recuerda curiosamente la del barrio 3-80.

Mariano Chávez cuenta que en 1997 platicó personalmente, sin publicidad, con Arnoldo Alemán para plantear las demandas de los habitantes del barrio, pero las palabras del Presidente de Nicaragua “fueron palabras al viento”. La situación del barrio es muy degradada.

Según Mariano Chávez, las pandillas, la droga, la prostitución y la presencia de personas ajenas al barrio (“precaristas que ocupan los terrenos de manera ilegal”) han transformado el barrio en una zona muy peligrosa.

“La Policía ya sabe de todo eso, que no se puede salir a la calle después de la 6 de la tarde, pero no hacen nada y nadie se preocupa de nosotros”, afirma.

Poco a poco se vacía el barrio de sus habitantes, sobre todo de los que tienen familia fuera de la capital. El éxodo, al que se suma el que padece el Barrio 3-80, demuestra la situación dramática que conocen los ex combatientes de la guerra, 10 años después de que fue firmada la paz, supuestamente una nueva era para Nicaragua.   

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