- El fundador de la “Legión de María en Nicaragua”, Monseñor Rafael Antonio Obregón Alfaro, expresa que los nuevos sacerdotes deben ser fieles a Cristo, como en años anteriores cuando vivían “guardados” de los peligros del mundo y del demonio que ronda buscando a quién devorar
Auxiliadora MartínezCORRESPONSAL/[email protected]
Con más de sesenta años de vida sacerdotal, Monseñor Rafael Antonio Obregón Alfaro, quien casi arriba a sus 90 años de edad, es un ejemplo para la nueva generación de sacerdotes, pues a pesar de estar retirado, todavía realiza los sacramentos de la confesión y celebración eucarística, con el párroco de la Iglesia Santiago de Boaco.
“Me hice sacerdote para servir”, dice Monseñor Obregón, fundador de la Legión de María en Nicaragua desde el 21 de septiembre de 1954 en la ciudad de Granada, actualmente, es el guía espiritual de este grupo, en la ciudad de Boaco.
“Conocí el Apostolado de la Legión de María, en New York, en la parroquia El Carmen y al regresar a Nicaragua, ese mismo año la fundé en Granada”, sostiene.
Por cosas del destino nació en la ciudad de Jinotega, un 23 de septiembre de 1912, pues sus raíces son de la Libertad, Chontales, de donde eran originarios sus padres, “de la tierra del Cardenal Obando”, afirma con orgullo.
SACERDOTE DESDE HACE 63 AÑOS
Los estudios sacerdotales, los realizó en los seminarios de León y en la República de El Salvador. Según sus relatos, fue ordenado sacerdote el 29 de octubre de 1939 en la Catedral de Granada, por el Obispo Canuto José Reyes y Balladares.
Por siete años consecutivos fue párroco de Rivas y vicario del mismo departamento. Posteriormente durante 10 años, trabajó en Granada, en el apostolado, bajo el pastoreo de Monseñor Marco Antonio García Suárez, antes de asumir la parroquia Santiago de Boaco, a la cual fue designado en 1976.
En 1963 a solicitud del prelado, el Obispo de Granada, Monseñor García Suárez, se le otorgó el título de “Camarero secreto de Su Santidad”, mientras que en 1967 a solicitud de la Santa Sede, por medio de la Nunciatura Apostólica en Nicaragua, fue designado a trabajar por cuatro años en el Seminario de Nicaragua, en los Estados Unidos.
Con Monseñor Leovigildo López Fitoria, trabajó en el Apostolado desde 1972 hasta 1976 en Granada, indica.
Estando en Boaco, a cargo de la parroquia Santiago, un 2 de enero de 1992 cayó enfermo al punto de casi perder una de sus piernas, que por milagro de Dios no hubo necesidad de amputar, pues según Monseñor Obregón, “Dios quería que siguiera pateando”.
COMPAÑERA INSEPARABLE
El anciano sacerdote, reconoce que tuvo la suerte de que Dios le pusiera en su camino, a doña Inés Esther Pérez Urbina, quien desde que inició su misión como párroco de Boaco, lo ha acompañado, primero como secretaria y después como compañera velando por él en momentos críticos por su enfermedad.
Doña Inés Pérez, recuerda que cuando el Padre Obregón estuvo en agonía en el Hospital José Nieborowsky, la población se desbordó en romería para orar por su salud y pedir a Dios por su recuperación, demostrando de esta manera el cariño que le tienen por su bondad y tenacidad durante todos los años de servicio sacerdotal en esta ciudad.
RELIGIOSO CON PICARDÍA
A pesar de su estado actual, producto de su avanzada edad y la terrible enfermedad de la cual padece (diabetes), Monseñor Rafael Antonio Obregón Alfaro, permanece postrado en una silla de ruedas. Sin embargo, ésta no es una razón para dejar de sacar a flote su buen humor y picardía al tirar una que otra broma a los que se le acercan para conversar.