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Sobre la insuficiencia renal crónica

Luis Callejas

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Sobre la insuficiencia renal crónica


Luis Callejas




La insuficiencia renal crónica (IRC) precede a la enfermedad

renal terminal (ERT). Cuando ésta se presenta, las funciones endocrinas y exocrinas del riñón están tan comprometidas que sin una terapia sustitutiva (diálisis o transplante renal) el pronóstico de estos pacientes es invariablemente la muerte.

En los países desarrollados la información epidemiológica ha establecido como causa primaria de la IRC y ERT: la diabetes, la hipertensión arterial, la glomerulonefritis y el uso prolongado de anti-inflamatorios no esteroideos, y en un menor porcentaje otras enfermedades de rara ocurrencia. Existe poca información relacionada a la prevalencia, incidencia o los aspectos epidemiológicos de la IRC en Nicaragua. Esta carencia dificulta la adopción de medidas preventivas que pudieran ser de gran valor en un ambiente socioeconómico deprimido, donde las opciones de tratamiento para la enfermedad renal terminal simplemente no están disponibles para la gran mayoría de las personas afectadas.

En los departamentos de León y Chinandega, y en menor magnitud en otros de la zona costera del Pacífico, la IRC se encuentra entre las primeras causas de morbi-mortalidad. En el Silais Chinandega, en los últimos cinco años la ERT se alterna con las enfermedades del corazón como la primera causa de muerte en el departamento. Ante esta situación y como una iniciativa del Silais Chinandega y el programa de entrenamiento en epidemiología de campo del CDC, se han realizado investigaciones observacionales con el objetivo de describir el perfil epidemiológico de esta enfermedad y determinar factores de riesgo que puedan orientar medidas preventivas eficaces.

En los resultados de estas investigaciones se observa que la IRC afecta desproporcionalmente a varones con una relación 6:1. La literatura mundial no refleja una diferencia significativa entre géneros. 70 por ciento de los afectados son agricultores (obreros agrícolas). En un estudio en el cual participaron 997 trabajadores de diferentes municipios de León y Chinandega en el cual se examinó la creatinina sérica y se definió como caso todos aquellos con creatinina >=1.5, se observó que la incidencia es de 10.2 por ciento en la población incluida en el estudio, y de 13.5 por ciento en los obreros agrícolas independientemente del rubro agrícola en el que trabajan. Los factores de riesgo asociados a la IRC fueron género masculino, 30-65 años de edad, obrero agrícola de la zona del Pacífico, alcoholismo y uso de plaguicidas. El 70 por ciento de los casos no presentaban antecedentes de enfermedades relacionadas a IRC como la diabetes, hipertensión arterial y uso prolongado de anti-inflamatorios. En un estudio similar en el municipio de Jinotega la incidencia fue de 0.7 por ciento, 7 casos de los 1,000 trabajadores examinados, independientemente que la exposición a factores de riesgo fueran similares y en ocasiones mayores a las observadas en León y Chinandega.

Los resultados de nuestros estudios son similares a otros realizados en Centro América. Una investigación realizada en el Hospital Rosales, principal hospital público de El Salvador, identificaba que el 66 por ciento de las personas con IRC eran hombres agricultores de 45-65 anos de edad, residentes de la costa del Pacífico con antecedentes de contacto crónico con plaguicidas y herbicidas y sin antecedentes de diabetes, hipertensión, y consumo prolongado de antiinflamatorios.

Un estudio inédito realizado por la agencia de salud pública de Barcelona en las zonas de la costa del Pacífico de México, Guatemala, Honduras y El Salvador, en el cual se utilizó proteinuria como indicador (la presencia de proteínas en orina es un signo que advierte sobre la posibilidad de un fallo en la capacidad de el riñón para filtrar adecuadamente la sangre) revela que el 42 por ciento de los hombres relacionados a la actividad agrícola residentes de la zona del Pacífico de estos países centroamericanos presentan proteinuria, comparado con 13 por ciento en las mujeres de la misma zona; mientras que, en hombres que residen en zonas altas superiores a 500 metros, con las mismas exposiciones de riesgo, es apenas del 11 por ciento.

Todo apunta a que hay causas desconocidas hasta ahora que están llevando a un fracaso de la función del riñón en un porcentaje extremadamente elevado de hombres, no mujeres, relacionados a la actividad agrícola, que residen en las zonas del Pacífico, que consumen alcohol trasegado sin cumplir con las normas sanitarias y que no presentan antecedentes de enfermedades como diabetes, hipertensión arterial o consumo prolongado de anti-inflamatorios.

Los programas actuales de atención primaria en Nicaragua obvian este problema, enmarcados principalmente en el seguimiento de la atención materno-infantil, olvidando que un enorme sector –los hombres de 30-65 años– son muy vulnerables a morir de esta enfermedad.

Los adelantos científicos dan luz sobre la posibilidad de contener el avance de la IRC. Diversos estudios han demostrado que el uso de medicamentos inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina a dosis bajas, mejora la capacidad de filtración de los riñones y retarda la aparición de la enfermedad renal terminal.

Adoptar medidas como éstas a nivel de la atención primaria con programas educacionales para incidir en los factores de riesgo como el alcoholismo y el uso inadecuado de plaguicidas y herbicidas, ahorraría enormes cantidades de recursos al depauperado Ministerio de Salud, pero sobre todo disminuiría el enorme sufrimiento personal, familiar y social que los enfermos de insuficiencia renal están condenados a padecer.

En el marco de opiniones surgidas en el país sobre este padecimiento, se ha comentado sobre la relación que pueda tener la actividad agrícola de la caña de azúcar con el IRC. Por los datos obtenidos en los estudios, la afectación es a nivel de sectores mucho más amplios, cubriendo a trabajadores agrícolas del arroz, frijoles, maíz, banano, algodón, entre otros, así como otras ocupaciones en la zona pacífica de Nicaragua. Un enfoque mal dirigido sobre este tema tan importante desvía la atención de las verdaderas causas de esta enfermedad y minimiza la verdadera magnitud de este padecimiento que mes a mes cobra una gran cantidad de vidas y que en su mayoría mueren sin un diagnóstico.

La IRC es un problema de salud pública y corresponde al Ministerio de Salud tomar la iniciativa y ser el órgano rector de las medidas a implementar. Lamentablemente, y como es casi costumbre en el país, este tipo de problemas se mezcla con una suerte de intereses económicos, políticos y hasta legales, promovidos por personas que adolecen de un conocimiento en el tema.

Los resultados de nuestros estudios serán publicados próximamente al igual que los estudios realizados por la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Probablemente estos estudios generarán nuevas hipótesis que nos encaminarán a encontrar la causa primaria de esta enfermedad. Todavía nos queda un largo camino que recorrer. A la fecha desconocemos el diagnóstico histopatológico de esta enfermedad que podría orientar medidas terapéuticas adecuadas. Solamente a través de un esfuerzo conjunto y multidisciplinario podríamos indagar a fondo los factores de riesgo que se conocen en la actualidad y descubrir las posibles causas que desencadenan esta enfermedad en los obreros agrícolas y otros trabajadores de la zona del Pacífico de Nicaragua y aparentemente en otros países del área centroamericana.

* El autor es médico, consultor CDC en Nicaragua.

Editorial
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