14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El inglés criollo del Caribe “nica”

Jorge Eduardo Arellano

El Inglés criollo de Nicaragua ha recibido poca atención de los lingüistas. Se habla, principalmente en Bluefields y sus alrededores; Laguna de Perlas, Corn Island, el poblado de Prinzapolka, Puerto Cabezas o Bilwi y en el llamado “triángulo minero”: Siuna, Bonanza y Rosita. Por su fuerza, ha sustituido algunas lenguas o grupos indígenas, como el Garífono y el Rama. “Es necesario anotar que el poblado de Tasbapauni, con casi tres mil habitantes y fundado a mediados del siglo XIX por orden de un rey de la Mosquitia (el ‘Chief’ William Henry Clarece) ha pasado a ser hablante en inglés” (Alemán Ocampo, 1979: 29). Este investigador calculaba entonces a sus hablantes en unos 40 mil.

Pero los censos de 1950 y 1995 aportan los siguientes datos acerca de la población nicaragüense que ha tenido al inglés criollo como lengua materna. En el primer año la cantidad de 10,399 (el 1.2 por ciento de la población total) y en el segundo 20,932 (el 0.6 por ciento). Uno de los objetivos del censo de 1950 fue cuantificar la etnicidad usando como variable la población mayor de seis años que hablaba la lengua en su hogar. Por su lado, el censo de 1995 se basó en la población de cinco años que usaba la lengua. En consecuencia, ambos porcentajes resultan bajísimos.

Su origen lo explica un fenómeno histórico: el comercio de esclavos que practicaban los ingleses en Jamaica durante el siglo XVIII, al igual que otras lenguas creoles, engendradas a base de idiomas europeos: francés (el patois) y español (el papamiento). Al no poseer un idioma común para entenderse, los esclavos del Caribe adoptaron la lengua de sus amos; pero deformándola por asimilación defectuosa y falta de instrucción. Existe una tesis doctoral inédita consagrada a su fonética la de Guillermo McLean (Alemán Ocampo, 1978: 25), pero no es muy conocida. Sólo se ha transcrito de ella un párrafo significativo de análisis sociolingüístico acerca de la estratificación de nuestras lenguas étnicas en función de las oportunidades de trabajo y de status social.

“El hablante de español no necesita hablar ninguna de las otras lenguas para desempeñarse con éxito en cualquier puesto que ofrezca el Estado, como principal empleador. El criollo necesita hablar español; el miskito necesita hablar español e inglés según el cargo y la empresa que la ofrece; el sumo necesita hablar miskito para poder ir a la escuela y aprender a leer, después tiene que aprender español, si intenta optar a algún cargo y más aún si intenta estudiar. El rama necesita hablar inglés y español. De esta manera se conforma una pirámide de exigencia de conocimientos de lenguas en donde los pueblos indígenas más débiles tienen mayores exigencias de conocimiento”.

Más accesible es la disertación doctoral, también inédita, de John Holm (1978). “Éste ha publicado posteriormente otros aportes directa e indirectamente relacionados con la lengua; sin embargo, se puede afirmar que sus investigaciones enfatizan los órdenes sociolingüístico e histórico… Resulta entonces que nuestro inglés criollo —en lo que concierne a propiedades fonológicas, morfológicas y sintácticas— es prácticamente desconocido” (Danilo Salamanca, 1999: 74).

De acuerdo con la investigación de Wayne O’Neill y Maya Honda (1887-1991), quienes lo consideran una variante del inglés centroamericano, presente a lo largo de toda la costa caribeña del área: “Todos los afrocaribeños, desde Belice hasta Panamá, pueden fácilmente comunicarse entre sí, aún cuando existan variantes menores entre el inglés de un país y el otro. En Belice, como se sabe, el inglés tiene precedencia sobre el español, a diferencia de lo que ocurre en el resto de Centroamérica” (Salamanca, 1997: 77).

En el orden del vocabulario, estructura de las oraciones, etc., el inglés criollo de Nicaragua es similar a las variedades del inglés más conocidas y respetadas. Es decir —y esto debe quedar muy claro— que no se trata de un idioma distinto. Desde el punto de vista fonológico, lo que llama la atención es su pronunciación simplificada. En palabras como kind (amable, clase), servant (sirviente), fourth (cuarto) y wasp (avispa) no se oyen, al hablar un creole, la /d/, /t/, /th/ y /p/. O sea: los grupos de consonantes se eliminan al final de las palabras.

Otra particularidad es la combinación /sk/ en posición final que se reduce a /s/, o bien se pronuncia invertida como /ks/. De manera que la frase don´t ask me (no me lo preguntes) se convierte en dwon ask mi. Dentro de la simplificación de las vocales, las tres posibles que surgen de la /a/ en el inglés internacional se ven reducidas a una sola en el inglés nicaragüense. Así bottle (botella) y battle (batalla) se pronuncian de la misma forma. La palabra sane (sano), que en inglés internacional tiene una pronunciación similar a sein, en el inglés criollo se pronuncia de manera muy parecida a la palabra española “cien”.

En materia fonológica, la pluralización del inglés “nica” se realiza por medio de la sufijación (anexión al final) de la partícula dem. Éste es un sufijo, que se deriva del pronombre inglés them (ellos, ellas). Un ejemplo. Manuel children-dem happy (Manuel’s children are happy: Los hijos de Manuel están contentos). En la frase “criolla” no se emplea el apóstrofe /’/ para indicar, mediante la mera contigüidad, sujeto poseedor y sujeto poseído.

Respecto a las peculiaridades de los verbos, los tiempos verbales (tenses) se obtienen añadiendo, simplemente de manera proclítica, formas del verbo do, especialmente do /duw/ y, para designar el tiempo pasado, did /di/. Esto da lugar a los siguientes ejemplos: The child don´t care where the mother de go. A ese niño no le preocupa a dónde va la madre; y I did used to stay at him house: Yo acostumbraba quedarme en su casa. En los casos respectivos, do y did no tienen, en absoluto, el sentido de énfasis que las expresiones similares posee en el inglés internacional o estandarizado.

El inglés criollo de la costa caribeña de Costa Rica, estudiado por Anita Herzfeld, tuvo un origen más homogéneo que el de Nicaragua. Lo introdujeron operarios de las Antillas menores llevados a Puerto Limón, a principios del siglo XX, para construir el ferrocarril del Atlántico. Cuando el proyecto agotó sus fondos, el contratista norteamericano Minor C. Keith (1848-1929) inició el cultivo del banano, esperando obtener dinero suficiente para completar su obra. Ésta y la industria bananera, creada por el imperio de la United Fruit Company, fueron los responsables de la llegada de miles de hablantes de inglés criollo, negros a quienes se les prohibió introducirse al interior durante muchos años, careciendo además de derechos sociales y educativos. Por esta discriminación, y los lazos familiares que mantenían con Jamaica, las islas Caimán y otras del Caribe, su lengua siguió siendo el inglés criollo. Al decaer las plantaciones del Atlántico, el banano se cultivó en la zona del Pacífico; pero a los trabajadores negros se les permitió desplazarse hasta allí. Más tarde, el Gobierno costarricense extendió sus servicios a la costa caribeña y muchos hispanohablantes llegaron a Limón, algunos como maestros de escuela primaria. Ello explica el lento desaparecimiento en Limón del uso del inglés criollo. Pero este vocabulario todavía influye sobre la pronunciación, la sintaxis y el vocabulario del español local (Gerzfel, 1983).

Por fin, volviendo a nuestro inglés criollo, éste no ha producido suficiente literatura. En ese aspecto clave, resulta inferior al miskito. Las producciones literarias en esta lengua no son escasas. Diez poetas y narradores caribeños fueron traducidos a este idioma en una reciente antología: Miskito Tasbala: aisanka yanni bara bila pranakira miskitu wih ispail ra wal ulban / La Tierra Miskita: prosa y una poesía miskita en miskito y español. (1997). Una obra similar en inglés criollo aún no existe. La mayoría de los poetas nicacaribes —como se autodomina uno de ellos: Carlos Rigby— se expresan y han publicado únicamente sus libro en español; hablamos de los incluidos en la antología Poesía atlántica(1980). Además de Rigby (1945), David McField (1938) y Alíh Alah (195) seudónimo de Santiago Navas.

De manera que la poesía nicaragüense en inglés criollo ha tenido pocos representantes. Una de ellas es una mujer artista: June Beer (193- 1987), autora —entre otros— de algunos poemas. Al respecto, remito al único trabajo sobre el tema: Poesía e inglés criollo nicaragüense (traducción de David Bradford), de Josef Hurtubise (Wani, núm. 16, enero-marzo, 1995, pp. 43-56).

El autor es Director de la Academia Nicaragüense de la Lengua.

Editorial
×