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El control del Estado por las estructuras militares en la época de la guerra contrainsurgente permitió a la cúpula castrense echar las bases de los negocios de hoy a través del Instituto de Previsión Militar. Ahora “combaten” en la selva de los negocios.

Florece emporio de los militares en Guatemala

Cual pulpos, los jefes castrenses están en las finanzas, créditos, inmuebles, almacenadoras, químicos, seguros, deportes y otros negocios Carlos Menocal Prensa Libre La guerra quedó en el recuerdo y ahora los militares están en la selva de los negocios. Su estrategia y táctica han sido tan efectivas que, a la fecha, tienen un emporio de […]

  • Cual pulpos, los jefes castrenses están en las finanzas, créditos, inmuebles, almacenadoras, químicos, seguros, deportes y otros negocios

Carlos Menocal Prensa Libre

La guerra quedó en el recuerdo y ahora los militares están en la selva de los negocios. Su estrategia y táctica han sido tan efectivas que, a la fecha, tienen un emporio de diez empresas.

Según datos del Registro Mercantil, sus negocios empezaron durante el conflicto armado interno.

Con el pretexto de controlar los movimientos bélicos y financieros de la guerrilla, los jefes militares coparon todas las esferas del Estado, como el Ministerio de Finanzas, Aduanas, Guardia de Hacienda, Policía Nacional, Presidencia, entre otras, con el apoyo de especialistas de la Inteligencia Militar.

La época contrainsurgente se caracterizó por la excepcionalidad, o sea acciones al margen de la Ley, para garantizar el control, dice el analista Héctor Rosada.

“Había un enemigo del Estado que en esa época estaba conformado por el Ejército, como cuerpo reactivo, y el gran capital, como eje estructural. El Estado eran ellos y no existía la ley”, explica.

Según Rosada, eso creó un Estado que compró lealtades que se traducían en prebendas. “En los años setenta, los militares empezaron a incursionar en los negocios”.

Se trataba de oficiales con mandos superiores que compraron lealtades de sus subalternos, por eso es que hoy aparecen militares como accionistas de sus empresas.

Como el gran capital no los respaldó en sus negocios, decidieron expandirse, incluso con “la práctica de la competencia desleal y con el gran apoyo del Estado”, refiere.

DE LA MANO DEL IPM

Su arma financiera ha sido el Instituto de Previsión Militar (IPM), a través del cual crearon sus consorcios que, según el coronel Benigno Cruz, actual gerente de la institución, les genera 8 millones de quetzales anuales (US$1 millón 57 mil. 1 dólar> 7.57 quetzales al cambio oficial de hoy).

Nineth Montenegro, diputada de Encuentro por Guatemala, dice que esas empresas se constituyeron al tenor del poder. “Fueron formadas con dinero público, y hasta hoy se conoce de su existencia”, enfatiza.

Para la activista Hellen Mack, los militares actuaron con premeditación, alevosía y ventaja. “Sólo de esa manera se podían asegurar su independencia económica y favorecerse personalmente”, sostiene.

El IPM ha sido el socio mayoritario en la creación de estas diez empresas, que van desde negocios bancarios, financieros, aduaneros, inmobiliarios, deportivos, químicos, hoteleros y hasta inversionistas. Todas son respaldadas por accionistas militares, activos y retirados, y por algunos civiles.

Francisco Beltranena, especialista en asuntos militares, afirma que los negocios son legales, pero es cuestionable la forma como se crearon. “Obviamente, esto ocurrió por el tráfico de influencias”, indica.

EL ARMA SECRETA

Montenegro sostiene que los militares usaron estructuras estatales para formar sus empresas.

Su equipo de combate comercial inició en la década de los años ochenta, con la adquisición de Maya Químicos, que mantiene el monopolio de la importación de clorato de potasio hasta la fecha.

El IPM es dueño del 81.3 por ciento de las acciones en esta empresa, y el 18.7 por ciento restante está en poder de militares, activos y retirados.

El IPM y Maya Químicos conformaron nueve sociedades más, según el Registro Mercantil: la Afianzadora AFFISA, la almacenadora aduanera Alsersa, Aseguradora Asegua, Promotora de Clubs, S.A.; Inmobiliaria Cristina, S.A.; Inversiones y Servicios Comerciales, S.A.; Farmacias Provisionales de Conveniencias; Inmobiliaria Mar y Sol, y el programa de fondos de pensiones privadas, Inverma.

El gerente del IPM informa que en estos negocios el socio mayoritario es la institución que dirige la previsión militar. “Además, hay socios civiles, ex militares, entidades bancarias, como cualquier sociedad anónima”, agrega.

Maya Químicos, según sus reportes financieros, el año pasado tuvo ingresos por Q22 millones (casi US$3 millones). Sin embargo, entregó al IPM Q3 millones por concepto de ganancias, pese a tener el 81.3 por ciento de sus acciones.

Cruz explica que ese monto se dio con el esquema de donaciones. “Éstas no son afectas a impuestos. Por esa razón, Maya Químicos le hace un traslado al IPM en la medida de su rentabilidad”, explica.

Según él, Maya Químicos entrega toda la rentabilidad que le corresponde al Instituto.

El consejo de administración de Maya Químicos está integrado por cuatro oficiales militares retirados y dos activos, que trabajan en puestos clave del Ministerio de la Defensa.

INMUEBLES

Los datos oficiales indican que los ingresos de las diez empresas representan Q8 millones anuales para el IPM (US$1 millón 57 mil). Lo extraño es que tan sólo la renta de edificios supera más de la tercera parte de ese monto.

Por ejemplo, la torre de parqueos, ubicada en la 5a. avenida y 11 calle, zona 1, y las torres azul, zona 9, tienen un ingreso de Q3.5 millones anuales por renta (US$462 mil 351).

Cruz explica: “Cuando yo recibí la administración, el IPM estaba casi en quiebra, por malos manejos y controles. Pero ahora ya alcanzamos el nivel de rentabilidad, de acuerdo con el capital de las empresas e inversiones”.

A pesar de las críticas, Cruz dice que su administración se ha fijado como meta que cada empresa que le pertenece al IPM sea rentable y productiva para el régimen de previsión militar.

“Son negocios del IPM, y no del Ejército. Se trata de inversiones privativas”, sostiene Cruz.

Beltranena dice que son fondos privativos y que el IPM puede invertir el dinero en sociedades anónimas o en otras instancias para generar mayor rentabilidad. “Así sucede con el Seguro Social, que pone depósitos a plazo fijo a cambio de una tasa de interés que hace rentable esa acción”, añade.

“Ellos encontraron una oportunidad y la aprovecharon. Ahora el problema es cómo se originaron esas empresas. Ahí hay falta de transparencia”, refiere Beltranena.

Dos ex gerentes generales del IPM consultados, que prefirieron hablar bajo reserva de su nombre, afirman que si bien el dinero tiene carácter privado, el capital con que se iniciaron los negocios provenía de los recursos del Estado.

Revelan, incluso, que los militares tuvieron privilegios cuando obtuvieron acciones en las empresas mencionadas, especialmente en Maya Químicos.

POLIFUNCIONALES

El ejemplo más significativo de lo polifuncional de los negocios militares está en el Hotel Suites Mar y Sol, ubicado en el kilómetro 104.5 de la ruta a Puerto Quetzal.

Además de tener como objetivo comercial todo lo relacionado a servicios de hotelería, puede importar toda clase de bienes, autos, transporte aéreo y marítimo, repuestos y accesorios.

También existe Promotora de Clubs, S. A., el cual administra el club deportivo Aurora, y que también se dedica a la forestación y adquiere propiedades forestales, con fines comerciales.

El negocio llamado Cristina, S.A., se dedica a actividades inmobiliarias y a la venta de semovientes.

Inverma, destinada a fondos de pensiones privados, puede comercializar cualquier tipo de productos y vender toda clase de bienes.

Curiosamente, cuando se trató de localizar el expediente de Maya Químicos, los empleados del Archivo del Registro indicaron que no se encontraba, y que no sabían con certeza dónde estaba.

Uno de ellos informó que lo único que saben es que el 28 de marzo del 2000 hubo una modificación de capital.

FÁCIL APERTURA

La expansión de los negocios militares ha permitido que sus empresas se dediquen a cualquier actividad. Una revisión en el Registro Mercantil de las sociedades que pertenecen al Instituto de Previsión Militar (IPM) permite establecer que la mayoría fue formada con un capital social de Q10 mil (US$1, 321 hoy). Los socios fundadores son los gerentes del IPM, que posteriormente pasaron a ocupar puestos de administración en las empresas privadas.

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