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El 1 de octubre de 1956, Anastasio Somoza García yace en su ataúd después de morir en un hospital de Panamá. (cortesía nicolás lópez maltez/la estrella de nicaragua)

El destino conspiró en contra de Somoza

Las cuatro heridas de bala no eran graves, pero el dictador murió en el quirófano por presunto mal uso de la anestesia Notas Relacionadas > El general Anastasio Somoza García, jefe director de la Guardia Nacional, había sido electo Presidente de Nicaragua en 1950 y se disponía a reelegirse de 1957 a 1963, después de […]

  • Las cuatro heridas de bala no eran graves, pero el dictador murió en el quirófano por presunto mal uso de la anestesia

El general Anastasio Somoza García, jefe director de la Guardia Nacional, había sido electo Presidente de Nicaragua en 1950 y se disponía a reelegirse de 1957 a 1963, después de modificar la Constitución Política.

Desde 1934, cuando ordenó matar al guerrillero Augusto César Sandino y sus altos mandos, Somoza ocupa de facto el poder político de Nicaragua, apoyado en el poder militar que le heredó en 1933 el Ejército de Estados Unidos, que había ocupado el país para cambiar a los gobiernos adversos a sus intereses y combatir a las tropas de Sandino.

Posiblemente Somoza hubiera sido reelecto Presidente si no ha sido porque Rigoberto López Pérez descargó cinco balazos en su contra.

Cuatro balas impactaron a Somoza y tres quedaron alojadas en su cuerpo. El doctor César Amador Kühl, neurocirujano del Hospital General de Managua, a quien los familiares de Somoza pidieron una valoración del estado de salud del Presidente al día siguiente de los disparos, declaró en una entrevista con la revista Magazine de LA PRENSA que ninguna de las tres balas era mortal y que podían ser extraídas sin peligro de muerte mediante una sencilla intervención quirúrgica.

¿Qué reflejaban las radiografías?

“Había tres balas alojadas. Una en la cadera, que cruzó músculos; otra le había perforado el brazo y pasado rozando el pulmón derecho y estaba alojada debajo de la piel, en la espalda; y la tercera que estaba dentro del conducto raquídeo, en la parte lumbar, alrededor de la tercera y cuarta vértebra lumbar, la que presionaba la cola de caballo de la columna y que le provocaba dolores”.

¿Esa era la bala de la muerte?

“Esa era la única bala que era necesaria extraer para quitarle los dolores, pero ninguna de las balas era necesariamente mortal, ninguna de las balas le hubiera causado la muerte al general”.

¿Esa bala que usted dice, se le podía extraer sin riesgo?

“Esa bala, inclusive, se hubiera podido extraer mediante una operación que se llama laminectomía; se hacía una laminectomía de una o dos vértebras, incluso podía hacerse con anestesia local o anestesia epidural, y con el paciente de lado; sin anestesia general porque era peligroso porque Somoza tenía perforado el pulmón derecho. Tenía que estar acostado de lado, y así extraer la bala”.

¿No era una operación de mucho riesgo entonces para salvar al general Somoza?

“Para nada, no era riesgosa del todo, el principal riesgo en su estado de debilidad era la anestesia, pero eso se podía superar con anestesia local o epidural”.

¿Por qué cree usted que la familia Somoza no permitió que usted lo operara?

“Yo creo que ellos sólo querían estar seguros que el general podía sobrevivir, por eso buscaron la consulta de un especialista, que en este caso era yo. En ese tiempo estaba muy polarizada la población y sólo habían liberales y conservadores, yo creo que a la familia la aconsejaron que no lo viera yo porque sabían que venía de una familia conservadora, opositora al régimen, aunque yo no me metía en ese entonces en la política; lo otro que posiblemente impidió la operación del general Somoza en Nicaragua fue el rumor de que las balas disparadas por López Pérez estaban envenenadas. Si yo hubiera sido de la confianza de ellos, posiblemente otra fuera la historia, porque yo podía salvar a Somoza, estaba preparado para ello”.

Si no eran graves las heridas ¿por qué murió Somoza?

“Hasta donde recuerdo, después de las operaciones Somoza quedó en coma por una trombosis cerebral. Entró en coma, no salió de ella y así murió”.

¿Pero extrajeron las balas que se decían estaban envenenadas?

“Las operaciones fueron un éxito, extrajeron los proyectiles y las balas no estaban envenenadas, en realidad ese fue un rumor de los agentes de seguridad que quizás pensaban prevenir mayores daños y le avisaron a la familia y ese rumor creo que más bien hizo daño a la salud de Somoza”.

¿Entonces Somoza muere por un rumor?

“No, lo mata la anestesia. Las balas provocan un daño lógico, pero no de muerte, a él lo mata la preocupación de la familia de que las balas estuvieran envenenadas y en esa urgencia es que quizás se cometió el error de la anestesia”.

Si lo hubiera operado en Nicaragua, ¿Somoza hubiera quedado bien de salud?

“Perfectamente normal, sin ninguna parálisis, ninguna incapacidad en absoluto, porque la bala que le estaba molestando se le podía extraer de manera relativamente fácil para un neurocirujano, para una persona que conoce cómo hacer ese tipo de operaciones; para nosotros los médicos neurocirujanos, ese tipo de operaciones, una laminectomía, es una situación de rutina, era sencillo hacer esa operación en ese momento; en las condiciones especiales que estaba el paciente Somoza, con un pulmón derecho lesionado, pues sencillamente no era conveniente darle anestesia general y la operación se podía hacer con anestesia local o epidural; esa bala, la que se alojó en el conducto raquídeo, era nada más la que urgía quitar porque estaba causando dolor al paciente, las otras se quitaban con anestesia local, si acaso la querían quitar, porque tampoco estaban perjudicando, el daño ya lo habían hecho al perforarle el brazo, el tórax, el pulmón”.

INFARTO Y COMA IRREVERSIBLE

Una vez herido, Somoza fue trasladado en helicóptero a Casa Presidencial en Managua, y posteriormente internado en el Hospital General de la capital.

El presidente Dwight Eisenhower envió un avión ambulancia Constellation, que arribó al país el 22 de septiembre y transportó al general herido al hospital militar Gorgas, en la Zona del Canal en Panamá, donde lo instalan en la sala número ocho y lo preparan para las operaciones quirúrgicas donde le extraerían las balas.

Los doctores del hospital Gorgas, auxiliados por el personal médico que envió Washington, meten a Somoza a la sala de operaciones y se preparan para dar inicio a la operación. Al general lo metieron al quirófano el 24 de septiembre. Apenas unos minutos después de haberle aplicado la anestesia intravenosa en el brazo izquierdo, hubo una complicación en la respiración del paciente.

Según el parte médico oficial, le provocó un infarto cardíaco y lo sometió a un coma irreversible. Aunque los médicos le extrajeron las balas que según el rumor familiar estaban envenenadas, Somoza no se recuperó y falleció a las 4:05 a.m. del sábado 29 de septiembre en Panamá.

Fue enterrado en Nicaragua con honores de Príncipe de la Iglesia católica y tras su muerte asumió el poder su hijo Luis Somoza Debayle y Anastasio Somoza Debayle, sucesivamente.

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