Por Rosa María Vivas Moncada
“Todo lo que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres de bien no hagan nada”. Edmund Burke.
El tema que ahora me ocupa es la reelección; el cual planteado desde la ideología de nuestra preferencia o similar línea de pensamiento —sea de derecha o izquierda— suele ser una opción tentadora. Pero la verdadera trampa en cuestión es ignorar que el éxito de una nación no se debe a la perpetuidad de una figura y un nombre en particular sino en la continuidad de los proyectos y programas que han demostrado eficiencia, productividad, éxito y desarrollo en los sectores que se han identificado —según las fortalezas y debilidades de Nicaragua— como los más estables y lucrativos de la economía doméstica.
En lo que realmente se debe invertir energías en tiempo, forma y recursos es en capitalizar los proyectos que están en la fase de planificación y ejecución; revisar cuáles han sido los movimientos empresariales que están produciendo mayores utilidades y prestigio innovador que sirvan de modelo para otros sectores en crecimiento y auge económico como las Pymes.
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Lo que se debe considerar como estrategia de nación emprendedora es redireccionar los mecanismos de acción en pro de una nación segura, atractiva para la inversión extranjera y nacional donde realmente se encuentra el flujo de capital que inyecta progreso y desarrollo a la nación. El meollo del asunto es lo que ocurre en “el mundo real” y que no se mencionan en los medios oficialistas, se fugan los capitales —de índole financiero, social, intelectual, entre otros— porque una región tan insegura y corrupta como lo es Latinoamérica no es ni de cerca una opción viable.
Nicaragua ocupa el patético y deshonroso puesto de quinto país —de 33 registrados en la región de América Latina— con un índice de 2.5 (en una escala de 0 a 10) de Percepción de Corrupción. Un número muy escandaloso si se toma en cuenta que los primeros lugares los ostentan Haití y Venezuela respectivamente. Las puntuaciones inferiores a 5 reflejan niveles de corrupción desenfrenados (datos proporcionados por Transparency International 2008 www.transparency.org)
Según cita Andrés Oppenheimer en su libro Cuentos Chinos, a los latinoamericanos nos cuesta mucho garantizar la seguridad, se invierte un 7 por ciento del producto interno bruto (PIB) en protección comparado con el apenas 3 por ciento que invierte China para protección. En la región latinoamericana no sólo estamos expuestos a que nos asalten o secuestren en las calles los delincuentes vulgares sino a un abuso mayor proveniente de la corrupción, donde el robo es aún más descarado y vergonzoso.
En vez de estar invirtiendo tantos impuestos en hacer enmiendas a las leyes para beneficiar a los dictadorzuelos sería muy conveniente que cedieran esos espacios a jóvenes realmente educados, capacitados, racionales y emprendedores para parir una idea genuinamente productiva que pueda generar un ingreso respetable a la nación; aparte de las finanzas se trascendería en reputación y prestigio como un modelo de nación en desarrollo para estudio de caso en escuelas de negocios.
Si para algunos individuos egoístas Nicaragua fuese en verdad una prioridad éstos reaccionarían retirándose definitivamente del panorama público ante las inminentes —y desalentadoras— estadísticas como un verdadero gesto de patriotismo demostrando que el rumbo que se está tomando no es el más indicado, por el contrario, se está caminando muy peligrosamente a la orilla del acantilado donde al final terminaremos contando cuentos chinos, cuentos nicas o cuentos chuecos.
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