La participación de Nicaragua en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15) se limitó a una intervención de pocos minutos los cuatro primeros días.
Se trata posiblemente de la reunión más importante de la humanidad para salvar su propia especie, sin embargo, Nicaragua no se ha mostrado beligerante ni participativa, según reportes del Club de Jóvenes Ambientalistas (CJA), que tiene a un integrante dando seguimiento al diálogo de Copenhague.
El CJA informó en rueda de prensa que la delegación nicaragüense, presidida por Paul Oquist, coordinador del Consejo de Políticas Nacionales, sólo pidió la palabra una vez en cuatro días, para decir que “los jóvenes, las mujeres y el poder ciudadano de Nicaragua apoya al G-77 más China”.
Para Carlos Avilés, presidente del CJA, Nicaragua necesita una participación más decisiva en Copenhague si quiere lograr sus objetivos para enfrentar el cambio climático.
No obstante, Avilés reflexionó diciendo que Nicaragua tiene poco que decir en este escenario, debido a que no hay una política nacional de cambio climático, entonces la delegación no tiene argumentos ni propuestas. Sólo le queda subirse a otro tren.
Para Milton Camacho, asesor del CJA y quien participó en este tipo de reuniones con gobiernos pasados, Nicaragua no debe conformarse con tomar el dinero que los donantes decidan dar a los países, sino que debe insistir con proyectos propios, ya que los donantes suelen ser flexibles cuando ven un país con propuestas claras.
El problema, según Avilés, es que Nicaragua ni siquiera tiene leyes que apoyen iniciativas para enfrentar el cambio climático, y la estrategia nacional prácticamente no existe, porque no está oficializada ni publicada.
Por su parte, el asesor presidencial en temas ambientales, Jaime Morales Carazo, destacó que mientras Costa Rica viajó a Dinamarca con 28 delegados, Nicaragua lo hizo solamente con tres, razón por la que el país no tiene protagonismo en la COP 15.
Raomir Manzanares, secretario general del CJA, advirtió que Nicaragua no puede apartarse del mundo, ya que en Copenhague nadie está culpando al comunismo o capitalismo del cambio climático, sino que todas las naciones están buscando respuestas.
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