Un bote llega detrás de otro. Es de noche. Está oscuro. La embarcación apenas susurra y se abre paso en las aguas del río Walpasiksa. Se oyen gritos, habladurías en miskito, el idioma oficial de la comunidad.
Desde la playa se alumbra con focos a los botes que poco a poco encallan en la arena. Bajan hombres con los pies llagados, niños con neumonía, mujeres descalzas, con hijos en brazos que lloran. Vienen retornando “del monte”, a donde huyeron la tarde del 8 de diciembre cuando se armó la balacera allí en Walpasiksa.
Ese día, narcotraficantes asentados en la comunidad emboscaron a una misión conjunta del Ejército y de la Policía que llegaban a indagar la caída de una avioneta cargada, supuestamente, con cocaína y sacos de dólares. Los atacantes, atrincherados en los ranchos de esta comunidad cuyo nombre se traduce como Piedra Negra, mataron a dos militares e hirieron a cinco de gravedad.
Esa tarde, “por miedo” se fueron al monte todos los hombres de Walpasiksa. Y detrás de ellos, fueron también las mujeres y niños que hoy regresan enfermos, como la hija de Berlyn Morales (de un año y seis meses) que viene con neumonía. El médico Alejandro Urbina, del Policlínico de Bilwi, quien se desplazó a la comunidad desde el día 16, valora mandar a la pequeña a la cabecera regional para que la hospitalicen.
- El peruano Marcos Antonio Gamboa Zúniga, detenido por las autoridades en Prinzapolka, será llevado hoy ante el juez de audiencias de Siuna, Fulgencio Velásquez, en audiencia preliminar por los delitos de tráfico interno de estupefacientes, psicotrópicos y otras sustancias controladas, posesión ilegal de armas y otros delitos. La ampliación de la acusación fue hecha por una fiscal especial en Siuna el pasado 16 de diciembre, donde además fueron acusadas 38 personas más.
El Ministerio Público ha solicitado a las autoridades policiales realizar los peritajes correspondientes para comprobar o descartar que el peruano tenga residuos de drogas o haya manipulado algún tipo de armas de fuego.
Un fiscal pidió también al judicial Fulgencio Velásquez que gire oficio a la autoridad correspondiente para ejecutar allanamiento y exhorto en algunas propiedades que el peruano tiene en Nicaragua.
Las propiedades ya están bajo vigilancia policial. En Siuna una fuente afirmó que el peruano fue contratado por Alberto Cano para crear las condiciones en Walpasiksa, pero además ejercía la función junto con otro grupo de personas de garantizar la seguridad de los trasiegos de droga.
Rigoberto Cano Suárez y Eduardo Suárez Holmes (bajo prisión preventiva), James Junior Colden Taylor (quien está herido en hospital de Bilwi) y Carlos Obando (prófugo de la justicia), fueron acusados por lavado de dinero y remitidos a juicio por el judicial Fulgencio Velásquez quien programó la audiencia para el 24 de febrero del 2010 a las 10:00 a.m.
Eduardo Suárez Holmes y Rigoberto Cano Suárez fueron capturados junto con James Junior Colden luego de un segundo enfrentamiento donde falleció el comunitario Rubén Obando. Allí se les ocupó la suma de 177 mil 960 dólares.
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Otro de los que llegó en la noche es Hently Rodríguez, quien estaba refugiada en una comunidad que está a cuatro horas. Las piernas de Rodríguez están llagadas y laceradas por la maleza y los suampos. Urbina dice que tiene una infección severa y le aplicará medicinas a lo inmediato. Hently, que es padre de siete, dice que se fue por miedo.
POBREZA ENDÉMICA
Situada a 68 kilómetros al sur de Bilwi, la cabecera de la RAAN (Región Autónoma del Atlántica Norte), la comunidad de Walpasiksa debe ser una de las más pobres de la región. Pertenece a Prinzapolka, si no el más pobre, uno de los más pobres de la región.
El ciento por ciento del agua que allí se consume, y que proviene de pozos públicos e individuales que brotan en los patios de los ranchos, está contaminada, dice Urbina, y explica que allí abundan las diarreas y en esta época los males respiratorios.
El médico, uno de los dos asignados para visitar 48 comunidades de la región, dice que las cantidades de cloro que se reparten son insuficientes.
De los casi 1,500 habitantes de la comunidad, la mayoría se dedica a la pesca artesanal de langosta y róbalo, actividades que este año se deprimieron por la caída internacional de los precios.
Generalmente no hay médico permanente en Walpasiksa. Menos aún equipamiento básico. Cuando hay una emergencia, la gente debe trasladarse a Puerto, que está a más de tres horas de viaje sobre el mar y unos 800 córdobas por lo barato.
Existe una escuela primaria, y una secundaria que cubre hasta tercer año. Estación policial no existe. Menos aún base militar, y ni quieren los comunitarios de Walpasiksa, que en cambio, fueron hace un año a pedir a Prinzapolka presencia policial, “porque había hostigamiento de narcos en la comunidad”, explica Gilberto Rodríguez, de 41 años, profesor de la escuela.
MIEDO HISTÓRICO
Rodríguez es uno de los hombres que se fue de Walpasiksa después del enfrentamiento con el Ejército. Se fue un día, pero después volvió “porque soy inocente”, dice. “Yo tengo cuatro hijos varones y tuve miedo de que algo les pasara y por eso me fui para el monte un día”, explica e insiste en que la gente se fue por miedo a la violencia militar, porque el miedo hacia el Ejército es histórico.
Esto data de los años ochenta, cuando hubo una matanza de siete u ocho muchachos de la comunidad. Rodríguez dice que fue para esta época y es lo que llamaron “Navidad Roja”, que también alcanzó a otras zonas del Caribe, como el Río Coco. Esa vez mataron a dos cuñados suyos, por eso ahora fue su esposa la que lo alentó a coger el monte con sus cuatro hijos, mientras ella cuidaba el rancho muerta de miedo.
Aunque los comunitarios no la aceptan, y por eso se desataron marchas a lo largo de la semana pasada en Bilwi, existe otra versión para explicar la huida en estampida de los hombres de Walpasiksa: una parte habría huido porque actuaron como cómplices de los narcotraficantes que emboscaron al Ejército, y otra parte por miedo a que los militares les incautaran el dinero o “el producto”, como le dicen a la cocaína, que se habrían repartido luego que cayó la avioneta al frente de la comunidad, en unos matorrales donde entierran a sus muertos. Pero esta versión, oficialmente, no la reconoce nadie en la comunidad.
Tampoco reconocen, ante cámaras y grabadoras, que los narcos estaban asentados en la comunidad, como se evidencia a través de las casas recién construidas y bien equipadas con bienes que, en una comunidad tan pobre, resultan suntuosos: como camas king size , aparadores y comedores de madera tapizados.
COMUNITARIOS REGRESAN
Ninguno de los comunitarios que está pidiendo por la libertad de 33 detenidos, reconoce tampoco esta otra versión de la convivencia narco: que hacían jolgorios, en los que convidaban a mujeres jóvenes de las comunidades. Incluso las traían de otras comunidades. Una fuente confió a LA PRENSA que en los últimos meses se dispararon las enfermedades de transmisión sexual (ETS) entre las mujeres. Proliferaron los casos de sífilis y gonorrea.
Ahora hay hombres en Walpasiksa, militares y, cada vez más, comunitarios que están regresando con el correr de los días. Los militares, algunos son miembros de la Fuerza Naval del Ejército y otros integrantes de las tropas especiales, están repartidos en por lo menos ocho casas. Varias de estas casas están en la parte trasera de la comunidad, no son visibles desde la barra del mar, allí vivían los narcos, según fuentes militares.
Rodríguez dice que los últimos días no han sido fáciles para su comunidad. Después que el Ejército entró, se desató una cacería de comunitarios. Una mujer enseña el retrato de su hijo de 18 años, que estudiaba en Bilwi, al que supuestamente se lo llevaron por tener los ojos claros. “Aquí se han llevado a todos los que tienen ojos verdes porque los vinculan con el (narco) ‘Gato’”, dice Lidia Coleman, alcaldesa de Prinzapolka, quien ha estado pendiente de la comunidad.
Este fin de semana, el Gobierno regional envió alimentos y avituallamiento para la comunidad. Unos 50 sacos de granos básicos, varios bidones de aceite, algunas frazadas y barriles de combustible para encender la planta eléctrica.
Comunitarios de Walpasiksa, que rechazan la presencia militar en esta comunidad de la RAAN, dijeron que hoy izarán una bandera negra si no retornan los pobladores que huyeron luego del enfrentamiento.
A juicio por lavado de dinero
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