Un final feliz. En la mano no le cabían la muñeca, el peluche y el set de belleza, los tres juguetes que le dieron como pago a su espera, que comenzó en la mañana. Su mamá le ayudaba con uno de los tres juguetes mientras caminaba por un costado de la vieja catedral. La niña, de unos seis años, no dejaba de mirar el estuche que contenía peines, cepillos, secadora, prensadores. Todo de color rosado.
Su hermano llevaba otros dos juguetes: un carro y un juego de trenes.
A esta pareja la seguía un ejército de niños con la misma ilusión: recibir el juguete navideño que por tercer año consecutivo entrega la administración de Daniel Ortega, esta vez con la ayuda de Taiwán.
“En 16 años es la primera vez que vengo a recibir un juguete aquí”, gritó una señora robusta que iba en camisolas y chinelas, al atravesar uno de los cordones policiales que había ayer a lo largo de la Avenida Bolívar.
Además de policías, había bomberos, cruzrojistas, funcionarios de la Alcaldía de Managua (obreros de ornato), miembros de Defensa Civil y de otras instituciones como el Ministerio de la Familia (Mifamilia) y Ministerio de Salud (Minsa).
Fidel Moreno, secretario general de la Alcaldía de Managua, iba y venía de una valla a otra. Estaba pendiente del orden de las filas.
Otra figura visible era Edgardo Cuarezma, brazo derecho de la primera dama Rosario Murillo.
El evento también estaba reforzado por una gran cantidad de miembros de la Juventud Sandinista (JS).
Uno de ellos comentó que habían movilizado a 80 integrantes de cada Distrito. No les ofrecieron pago, sólo alimentación y transporte. Y para el final de la jornada les prometieron un juguete.
Los JS estaban a cargo de controlar las filas.
“Heeey, cálmense, cálmense”, gritaba una jovencita con una camiseta echa un nudo en la espalda, a la avalancha de mujeres y niños que se le venía encima en las inmediaciones del cine González, donde estaba el cuarto retén.
Tres muchachos, vestidos con el mismo tipo de camiseta, le ayudaban a contener la marea humana que durante horas aguantó sol, polvo y viento.
María Ivania Acuña, vecina del barrio Rubén Darío, estaba en la fila con sus dos hijas y su nieta de meses, a la que cargaba en brazos.
Acuña contó que ella trabaja en su casa. “Me defiendo con la venta de sopa y nacatamales”, dijo, y explicó que esos juguetes serían los únicos regalos que en Nochebuena recibirían su nieto y su hija de siete años.
“Es que la prioridad es una mudadita y la comida, usted sabe”, dijo la ama de casa para quien este año no ha sido tan negro, a pesar de la crisis.
“Los precios de la comida se mantuvieron bastante estables y eso ayudó mucho”, comentó la mujer.
Acuña, quien vive en el barrio vecino a la vieja catedral, dijo que el año pasado no fue “porque hubo un sólo relajo”.
NIÑOS EXTRAVIADOS
Esta vez, para evitar la asfixia y el relajo se organizaron dos filas en los costados de la avenida. También un puesto médico, donde se llevaban a los niños perdidos y los desmayados.
En el transcurso del día se extraviaron más de 50 menores, que a las horas fueron recuperados por sus familiares, explicó una funcionaria de Mifamilia.
“Esta vez está más ordenado. Lo único malo ha sido la espera”, dijo Acuña, quien agregó que ella estaba en fila desde las 2 de la tarde.
Sin embargo, más allá de los semáforos de la Asamblea Nacional era visible una muchedumbre que se empujaba y se agolpaba alrededor de las vallas.
Irene Vanegas, una lustradora del mercado Israel Lewites, dijo que cuando ella llegó a mediodía, con sus ocho hermanas, le estaban asfixiando a su hija, Dora María, de tres meses de nacida.
“Por eso me pasaron adelante”, dijo Vanegas mientras sus hermanas quedaron varias cuadras atrás.
DESPUÉS QUE LOS PLANTÓ
Con una hora de retraso, el presidente Daniel Ortega llegó anoche a la tarima central donde unos 500 niños y niñas aguardaban su llegada y esperaban con ansia recibir un juguete.
A diferencia de años pasados, Ortega se retiró del lugar sin obsequiar en las manos de los niños los regalos, pues apenas terminó su discurso se bajó del estrado, medio saludó a los pequeños que estaban frente a la tarima y se retiró de la plaza.
En la actividad estuvo presente el embajador de la República de China Taiwán, Chin-Mu Wu, quien destacó el apoyo financiero incondicional que su Gobierno ha dado a Ortega.
Con un discurso conciliador, Ortega agradeció reiteradas veces el apoyo de Taiwán en la entrega de 250 mil juguetes y 100 mil piñatas.
Los taiwaneses dieron esa donación a pesar de los desplantes que Ortega hizo a su presidente Ma Ying-jeou, durante la visita que éste realizó a mediados de este año a Nicaragua, una situación que ocasionó incomodidades en la delegación que acompañaba al mandatario asiático.
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