Querida Nicaragua: Llega el año nuevo y no se vislumbra ningún cambio de actitud en los partidos políticos. Cada año es una repetición de lo mismo. Parece que hemos creado todos un molde del que no salimos nunca. Cada partido hace sus propios planes y sus metas son la toma del poder para imponer las ideas partidarias. Y todos declaran que quieren un cambio, que todo lo hacen por el bien de Nicaragua. Qué dichosa esta nuestra Nicaragua, donde todos los partidos quieren hacerle el bien. Eso sí, primero quieren tomar el poder y una vez arriba empiezan a pelear el uno con el otro sin poder desarrollar nunca un programa de nación que le permita al pueblo una existencia honorable, un trabajo digno, el sustento diario ganado con el sudor de la frente.
Pero insisten en que lo hacen por el bien de Nicaragua. Unos “revolucionariamente”, haciéndose llamar “socialistas, solidarios” y hasta cristianos. Otros construyendo una supuesta unidad plagada de desconfianzas y hasta de zancadillas y medias verdades que no podrán permitir a mediano plazo la tan necesaria unidad que logre el ansiado programa de nación que necesitamos con urgencia.
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Cada día hay una noticia negativa que hace añicos cualquier esperanza de unidad democrática, al tiempo que cada día hay una actitud del Ejecutivo, que avanza a pasos acelerados reformando leyes e inclusive cambiando los reglamentos estatutarios del Ejército y la Policía nacionales con propósitos fácilmente visibles.
Los dirigentes democráticos ni siquiera se han puesto de acuerdo en algo tan elemental como la escogencia de nuevos nombres, honorables, probos, incorruptibles, para proponer como magistrados tanto en el Consejo Supremo Electoral, como en la Corte Suprema de Justicia.
Le están cediendo el campo a la sociedad civil que se ha dado a la tarea de recoger un millón de firmas para cambiar de raíz a todos esos magistrados, cuya permanencia en esos cargos es una vergüenza nacional e internacional y que ya hubiesen renunciado si les quedara un ápice de dignidad.
De acuerdo con las encuestas últimas de la firma M&R, el pueblo nicaragüense está perdiendo la fe en los partidos políticos. Cada día crece más el número de independientes que declaran no pertenecer a ningún partido, pero que todos sabemos la fuerza que tienen a la hora de una elección.
Un punto a favor de la democracia es que el pueblo no ha perdido la esperanza. El pueblo tiene esperanza en sí mismo, en la fortaleza y el vigor de la juventud, del obrero maltratado, del estudiante humillado, del ama de casa que cada día hace milagros para dar de comer a la familia.
La sociedad civil demostró su poder de convocatoria en la pasada marcha democrática del 21 de noviembre.
La esperanza está en producir una unidad total. Unámonos todos los partidos democráticos y junto con la sociedad civil produzcamos el milagro de volver a rescatar la constitucionalidad, el respeto a las leyes, el buen uso de los fondos públicos, el orden administrativo en los ministerios. Hay que unirse para acabar con el absolutismo que pone en grave peligro el futuro de la nación.
Nuestra esperanza está en la unificación de todos: partidos políticos, líderes de los partidos, gremios democráticos, sociedad civil, estudiantes, profesionales, obreros. No nos critiquemos el uno al otro. Los camaradas nunca se critican. Comprendámonos y unámonos. El profeta Rubén nos dice: “Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos”. Oigamos la voz del poeta.
El autor es director general de Radio Corporación
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