14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Brasil sigue su propio rumbo

Por Susan Kaufman Purcell

Hasta hace poco el gobierno del presidente Barack Obama asumió que Brasil y Estados Unidos eran aliados naturales que compartían muchos intereses de política exterior, sobre todo en América Latina. Brasil, después de todo es una democracia amigable con una economía de mercado en crecimiento y valores culturales occidentales.

Pronto será la quinta mayor economía del mundo. Hace poco descubrió miles de millones de barriles de petróleo en las aguas profundas frente a sus costas y es un gigante agrícola. También ha progresado mucho en la erradicación de la pobreza. Por ende, parecía natural esperar que a medida que Brasil se volviera “más como nosotros”, buscaría jugar un rol más activo y constructivo en el hemisferio y que los intereses políticos y de seguridad de EE.UU. y Brasil coincidirían en gran medida.

Esto parece ahora una ilusión. En una serie de importantes asuntos políticos y económicos Washington y Brasilia no han coincidido. Brasil tampoco ha demostrado mucho liderazgo a la hora de lidiar con importantes desafíos políticos y de seguridad que afronta la región.

Un ejemplo es el rol de Brasil en Unasur (Unión de Naciones Suramericanas). Entre los temas que no se trataron en una reunión sobre asuntos de seguridad, celebrada en septiembre en Quito, figuraron la multimillonaria escalada armamentista en la región, la concesión de refugio y otros tipos de ayuda por parte de Venezuela a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y la creciente cooperación nuclear entre Irán y Venezuela. En vez de analizar estos temas, Brasil se unió a Unasur al criticar a Colombia por haber accedido a permitirle a EE.UU. usar siete de sus bases militares para operaciones contra el terrorismo y contra el narcotráfico dentro de Colombia.

El hecho de que Colombia haya estado bajo el ataque de un grupo guerrillero armado, apoyado por algunos miembros de la Unión, no fue considerado relevante para la decisión de la organización de criticar a Colombia por buscar la asistencia de Washington. Es más, ninguno de los países democráticos de Sudamérica, incluyendo Brasil, ha ofrecido ayuda militar o siquiera apoyo verbal a la asediada Colombia.

Otro ejemplo es el cambio de postura de Brasil en lo que se refiere a la importancia de los gobiernos democráticos. Tanto Brasil como EE.UU. inicialmente se opusieron al derrocamiento del presidente democráticamente electo Manuel Zelaya por parte del Ejército de Honduras, a pesar de que Zelaya había violado la Constitución hondureña. El interés de Brasil en la democracia de Honduras, sin embargo, no se extiende a Cuba.

Tan sólo semanas antes, Brasil votó a favor de retirar la prohibición a que Cuba integre la Organización de Estados Americanos, pese a que la isla caribeña no ha celebrado elecciones democráticas en 50 años. Esta decisión contradice el estatuto democrático de la organización.

Brasil tampoco ha tratado de movilizar el apoyo en contra del uso, por parte del presidente venezolano Hugo Chávez, de las instituciones democráticas para destruir de modo sistemático la democracia de su país. Al contrario, el Presidente de Brasil, Lula da Silva, respalda los esfuerzos de Venezuela por unirse a Mercosur (una unión de mercado sudamericana), a pesar de las normas que limitan la membresía a países democráticos.

Finalmente, existe el asunto de la aparente falta de preocupación de Brasil respecto a la creciente penetración iraní en América Latina a través de Venezuela. Ya hay vuelos semanales entre Caracas y Teherán que traen pasajeros y cargamento a Venezuela, sin pasar por controles de aduanas ni inmigración. Venezuela también ha firmado acuerdos con Irán para transferir tecnología nuclear y se especula que le estaría otorgando acceso a los depósitos de uranio de Venezuela.

En lugar de expresar su preocupación por las actividades de Irán en América Latina, Brasil se está acercando a Teherán y espera expandir su comercio bilateral de US$$2,000 millones a US$$10,000 millones en un futuro cercano. Lula acaba de recibir al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad en Brasil. Lula reiteró su apoyo al derecho de Irán de desarrollar tecnología nuclear para usos pacíficos e insistió en que no hay pruebas de que Irán esté desarrollando armas nucleares.

Se pueden desprender varias conclusiones de este comportamiento. En primer lugar, Brasil quiere impedir que EE.UU. aumente su rol militar en Latinoamérica, una región que considera su esfera de influencia. Segundo, Brasil prefiere proceder en el marco de las instituciones multilaterales que actuar de modo unilateral. Dentro de estas instituciones, Brasil busca integrar a todos los actores regionales, conseguir un consenso y evitar el conflicto y la fragmentación, todos objetivos válidos, pero más bien procesales, no sustanciales.

Dicho de otro modo, las medidas multilaterales de Brasil en la región parecen conferirle valor a la apariencia de liderazgo, en lugar de hallar soluciones reales a las crecientes amenazas políticas y de seguridad que afronta Latinoamérica. Al mismo tiempo, Brasil parece estar cada vez más interesado en ser un actor de peso en el escenario internacional, como queda de manifiesto tras la reciente oferta de Lula, de mediar en la búsqueda de una solución del conflicto entre Israel y los palestinos.

Estas conclusiones no implican que EE.UU. y Brasil no tengan intereses comunes, ni que no puedan colaborar para resolver asuntos particulares regionales o incluso globales. Pero sí apuntan a que Washington podría tener que reconsiderar sus presunciones sobre hasta qué punto puede confiar en Brasil para lidiar con problemas políticos y de seguridad en Latinoamérica, de modo que sean también compatibles con los intereses estadounidenses.


La autora es directora del Center for Hemispheric Policy, Universidad de Miami.Publicado en The Wall Street Journal.

Opinión Brasil Estados Unidos FARC Susan Purcell archivo

COMENTARIOS

  1. san
    Hace 14 años

    BRASIL, UN EJEMPLO A SEGUIR POR NOSOSTROS, SE ESTA GANANDO EL RESPETO POR INDEPENDIZARSE ECONOMICAMENTE. Y DEJAR DE SER ESCLAVOS DE EE.UU.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí