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El multimillonario Sebastián Piñera, en una conferencia como Presidente electo de Chile. A partir del 11 de marzo será el primer mandatario de derecha que gobernará el país después de la salida del dictador Augusto Pinochet y después de 20 años de

América Latina:

No es difícil suponer la razón de este silencio oficial. El bastión de la izquierda latinoamericana gira a la derecha por primera vez en 20 años.

Fotos de LA PRENSA/ Agencias/AFP/AP

Hasta el día de hoy el gobierno de Nicaragua no escribe, habla, comenta o maldice la elección de Sebastián Piñera en Chile, después que el 17 de enero ganó limpiamente la Presidencia. Es extraño para un país que reconoció con premura la independencia de Adjasia en el 2008, Estado del que los nicaragüenses jamás habíamos escuchado.

No es difícil suponer la razón de este silencio oficial. El bastión de la izquierda latinoamericana gira a la derecha por primera vez en 20 años.

Los pocos chilenos en Nicaragua a pesar que están inhibidos de votar en el exterior, siguieron el proceso con curiosidad pues estaba bastante claro que Piñera estaba al frente de las encuestas y discutían los cambios en la nación sudamericana en su incipiente democracia, revela Jaime Ferraz, encargado de negocios de la Embajada de Chile en Nicaragua.

Desde 1990 la Concertación, una alianza de partidos de izquierda, gobernó un país tan pobre como el resto de sus vecinos y quizá un poco más, para convertirlo en dos décadas en un envidiable modelo económico y social. Chile es el único país del continente que ha logrado reducir significativamente la pobreza del 42, al 13 por ciento.

Entonces, por qué la izquierda más exitosa de la región, con una de las presidencias más populares (Michelle Bachelet tiene 83 por ciento de opinión favorable), era castigada con el voto popular.

Ferraz, explica que Piñera no apareció de pronto en la política. El multimillonario lleva los últimos 25 años involucrado en la vida pública de Chile. En sus inicios fue una de las figuras que para el plebiscito de 1988 convocaban a votar contra la permanencia en el cargo de Pinochet.

También hay un poco de mito en su figura, porque Piñera es hijo de la clase media, su padre y madre políticamente activos en los sesenta no eran ricos, su fortuna vino después de su formación profesional, gracias a una beca Fullbright en Harvard. Sus actividades empresariales iniciaron antes de su carrera política.

El diplomático Ferraz tampoco ha escuchado al Presidente electo hablar de Nicaragua o Centroamérica, pero diría que la política exterior de Chile en los últimos 20 años ha sido reconocida por las fuerzas políticas de derecha y no cree que venga “un cambio radical con las relaciones bilaterales”, al menos no del lado chileno.

Gobierne la izquierda o derecha en Chile, las relaciones bilaterales seguirán frías, porque irónicamente la apuesta del segundo gobierno orteguista es más radical y advenediza en política exterior y está reducida a la figura del presidente venezolano Hugo Chávez, por encima incluso de Lula da Silva, quien tiene una amistad de 30 años con el sandinismo.

Para el analista Félix Maradiaga, es natural que a pesar de sus éxitos todo gobierno se desgaste después de 20 años en el poder. “La aceptación de un Gobierno es una condición necesaria, pero no suficiente para ganar una elección”.

Piñera hereda también una política conservadora y no un sistema político de izquierda al estilo cubano. El cambio en Chile fue posible por la poca polarización política, existe un alto grado de madurez democrática que le permite a votantes progresistas votar incluso por un candidato idóneo.

El ex canciller Norman Caldera ilustra el cambio en Chile con una escala del uno al diez, donde el país pasó de cuatro a seis en lo ideológico, es decir, de izquierda moderada a centro-derecha. “Debe entenderse como un cambio relativamente leve”.

Caldera remarca además que esta decisión refleja una tendencia reciente en el hemisferio. En Uruguay aunque quedó la coalición de izquierda en la Presidencia, en el Congreso perdió la mayoría.

Panamá también pasó de centro izquierda a un gobierno de “centro derecha” y en Honduras, las elecciones dejaron el gobierno de la centroderecha para darle lugar a la derecha, “lo cual demuestra una norma en la región donde el péndulo comienza a regresar al otro lado”.

Sobre el balance ideológico del hemisferio, Piñera ha sido claro de la nueva posición de Chile en el contexto regional y ya mencionó que no le gusta la manera que Hugo Chávez, Presidente de Venezuela, entiende la democracia.

Orlando López, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Americana (UAM), explica que las pasadas elecciones chilenas dejan un nuevo balance de poder, con un bloque integrado por Piñera en Chile, Alan García en Perú y Álvaro Uribe o su sucesor en Colombia.

La victoria de Piñera es una derrota más al chavismo que se suma a Honduras y ahora Haití, donde después del terremoto miles de soldados estadounidenses se encuentran en el territorio, advierte el catedrático.

“Una vez que se acepte la realidad de la elección de Porfirio Lobo, en Honduras, se tendrán que tranquilizar las aguas”, advierte Norman Caldera. Pese a las posturas ideológicas de Nicaragua, una gran cantidad de exportaciones salen por Puerto Cortés y no es conveniente un pleito de naturaleza comercial.

Chávez ya llegó a tener su momento de máxima influencia en la reunión del ALCA en Argentina hace cuatro años, cuando Chávez decía “alca-rajo” y empezó a proponer su Alba, en Honduras podemos escuchar ahora “alba-surero”, “son tendencias y modas que se cambian”, dice Caldera.

El futuro del Alba está ligado en todo caso al precio del petróleo y al presupuesto de Venezuela, el bolívar fuerte ya no es tan fuerte y esa devaluación de enero es un comienzo en la espiral devaluativa que ya los nicaragüenses conocemos, sostiene.

Maradiaga considera que pese a la derrota de la Concertación en Chile es poco serio asegurar que la llegada del poder de Piñera es una derrota de la izquierda, pues desde la Presidencia de Ricardo Lagos se había demostrado gran distancia del modelo bolivariano de Chávez y el gobierno de Bachelet desestimó también la candidatura de Venezuela al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Hay muchas diferencias entre el estilo de la izquierda chilena, del mismo Lula en Brasil o los demás gobiernos, sin embargo, el triunfo de Piñera es una lección muy grande para los rivales ideológicos en el continente, así como para la misma derecha.

“Una propuesta de derecha seria sigue siendo atractiva en el hemisferio, pocos partidos políticos como Renovación Nacional en Chile se autollaman de derecha sin ningún complejo, en otros países la derecha tiene un problema de identidad por su descrédito al generar equidad social”, sostiene el analista.

El triunfo de Piñera es ante todo simbólico, porque en la práctica está dentro de un marco político no comparable con los modelos de Nicaragua, Venezuela y Bolivia. La derecha todavía puede ganar y a un buen gobierno.

Sin embargo, si una izquierda tan exitosa tiene que abandonar el poder con los votos, ¿por qué aquellos proyectos menos beneficiosos se mantienen?

Según Maradiaga, en Chile hay un alto consenso en la política social y económica, un cambio de modelo en Nicaragua, Bolivia y Venezuela, crearía una situación dramática por la polarización y falta de consenso, sin embargo, los chilenos son un ejemplo de modelo democrático posible cuando las élites se ponen de acuerdo.

Este año también hay elecciones presidenciales en Brasil y Costa Rica, con muy desalentadores pronósticos para los gobiernos de izquierda. Una probable derrota del Partido de los Trabajadores en Brasil terminaría con otro de los más exitosos gobiernos de izquierda.

Según el ex canciller Caldera, “Lula dobló a la derecha, con el pide vía a la izquierda”, pero la democracia brasileña ha demostrado que puede encajar. “El problema no es ser de izquierda o derecha, si no, aceptar el sistema democrático”.

Con programas de corte social para reducir la pobreza como el Hambre Cero que “allá sí han funcionado porque no se han hecho de manera partidaria”, al final Lula está “sacando las uñas con políticas que ponen nerviosos a los inversionistas en un país de liderazgo económico”.

Todo esto le socava el apoyo a la candidatura oficialista de Dilma Rousseff, a la cual se suma la resistencia en Latinoamérica de aceptar ungidos o “gallo tapado” como ocurría antes en México, dice Caldera.

El ex canciller considera que la elección chilena tendrá un efecto multiplicador, porque en América Latina los regímenes se dan de manera alterna.

En cambio, el catedrático Orlando López considera que es más sano para la región tener un abanico plural para que la política busque un balance de poder, aunque advierte que puede haber una polarización ideológica en la región. “Lo normal es que exista pluralidad de ideas, lo malo es que los regímenes, derecha no tiene solidaridad y la izquierda no tiene tolerancia”.

Esta polarización es más evidente en Centroamérica, donde Guatemala, El Salvador y Nicaragua, forman un bloque ideológico contra Costa Rica, Honduras y Panamá, que podría estancar el proceso integracionista.

Caldera considera que el comportamiento de todos los países del istmo es el mismo en materia económica y no cree que existirán cambios al respecto, aunque en lo político divide ideológicamente la región en tres grupos.

Por otro lado, está el balance de poder dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde se ha formado un bloque muy homogéneo en el norte con Canadá, Estados Unidos y México, al que podría integrarse Chile, según López.

Mientras el ex canciller observa la posibilidad de una nueva presidencia en la OEA, pues José Miguel Insulza apostó a los gobiernos de izquierda para su reelección, mayoría que ahora está tambaleando.

Sin embargo, el recién electo Piñera ha optado por apoyar públicamente la reelección en el criticado organismo. Que Insulza sea de izquierda es lo de menos, lo importante es que se quede un compatriota. b

La Prensa Domingo

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