En nada deben sorprendernos la intervención determinante de Washington en dos hechos ocurridos en los últimos meses. El primero fue el derrocamiento o sucesión constitucional de Manuel Zelaya, en Honduras. El segundo fue el terremoto en Haití.
¿Alguna conexión? Aparentemente ninguna, salvo la proximidad geográfica, o que ambas repúblicas están en la zona de influencias exclusiva de Washington.
Por un lado, es fácil percibir como el Derecho Internacional —a pesar de su pregón sonoro, que se queda sólo a nivel de ideal de igualdad entre los Estados— cuando se da un hecho en política internacional, se desvanece cualquier pretensión jurídica. Porque en política el que tiene más poder, manda; y tiene más influencias, prevalencia, control.
Consecuentemente, aunque se hayan sumado todas las voces de los foros internacionales más relevantes —sean estos ONU, OEA, ALBA, UNASUR— para restituir a Manuel Zelaya, la sola oposición o freno de Washington, bastó.
Y lógicamente, la oposición de muchas naciones en esos foros se debió en mucho a que no conocían bien la constitución política hondureña, y que todos los embajadores representan a sus jefes para que se opongan a cualquier mal que les pueda ocurrir a sus propios mandatarios. ¿Hay más hipocresía que moralidad en esto de los derechos de los pueblos cuando las cosas se ven únicamente desde la perspectiva de los que gobiernan?
Por muchas voces que se levantaran ¿ la Casa Blanca y el Capitolio tienen más poder que las peroratas de los exegetas de la nueva historia o los paladines justicieros del tercer mundo o los pregoneros del socialismo número XXI, que nunca termina de crecer o deja de ser un mito paranoico y esclavizante?
El terrible drama del terremoto en Puerto Príncipe es otro ejemplo, aunque poco noble, pero muy realista. Washington envió más de diez mil soldados a Haití para ayudar a poner orden en una sociedad desajustada y desvencijada por la naturaleza y las pequeñeces humanas. ¿Y dónde estaban los socios muy solidarios, cristianos, socialistas del ALBA al que pertenece Haití? ¿Acaso esa solidaridad, que muy al alba nos quieren vender, no se quedó muy corta en ofrecimientos para construir paraísos de igualdad, pero a la hora de las tragedias, la mano del yanqui no mostró, acaso, ser más generosa y realista en esa tragedia?
Luego de algunas críticas de los franceses (¡que siempre van en contra de todo lo que haga Washington!), a veces con mucha razón, y algunos alumnos repitentes tropicales del Caribe, nada pasó. Washington se impuso. Washington prevaleció.
¿Dónde están los bien ornamentados y pomposos principios del Derecho Internacional, si no se tiene poder político?
Conste, no quiero decir que el Derecho Internacional no sirva para nada. Pero cuando se entra al mundo internacional, esta ciencia está más cerca del ideal que de lo posible.
Lección aprendida: la fuerza y el poder siguen siendo los elementos predominantes, los vectores prevalecientes en el mundo internacional; aunque pretendamos obnubilarnos la cabeza de principios de igualdad soberana, autodeterminación de los pueblos, o nuevas lecturas que se haga de la historia.
Según las estadísticas, los países que más han ayudado a Haití en esta tragedia, han sido Estados Unidos, la UE, China.
¿Comprendido el mensaje?
El autor es Consultor
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