Fotos de La Prensa/Archivo/Cortesía
Buenas tardes, vengo a dejar mi currículum. Leí en los clasificados que necesitan personal en diferentes áreas. Yo soy arquitecto.
—Déjemelo aquí, lo vamos a llamar el lunes— respondió la señora detrás del escritorio, sin ni siquiera verle la cara al arquitecto.
Daniel Mejía, sentado en el porche de su casa, recuerda cada una de las 503 veces que ha llegado a dejar sus papeles en busca de empleo en los últimos dos años. Desde que salió de la universidad. 503 veces la misma respuesta: lo vamos a llamar. Nunca llaman.
Sin embargo, la eterna sonrisa que le caracteriza persiste en su cara. Aún en momentos difíciles saluda con cortesía a quien ve pasar por las estrechas calles de la Colonia Centroamérica.
Es difícil creer que hace ocho años, este chico con tanta vitalidad fue víctima de accidente de tránsito que lo dejó en coma dos meses. Logró ganarle la batalla a la muerte, pudo retomar sus estudios pasando por encima de todo pronóstico médico, sin sospechar que un año después, su lucha sería contra lo que él denomina “negocio universitario” y el desempleo.
En Nicaragua no se conoce con exactitud el índice de desempleo en los jóvenes. Según datos oficiales en el 2009 se perdieron 28,898 puestos de trabajo, tanto de asalariados como de quienes están en la ocupación informal, pero para el Fondo Monetario Internacional (FMI) son alrededor de 52,624 las personas que ingresarán al ejército de desempleados en el país.
“El problema que afrontamos en estos momentos es la falta de fuentes de empleos. Muchos, al no tener trabajo se desesperan, pero yo no, confío mucho en Dios y sé que existe un trabajo para mí. Sin embargo, debo confesar que las universidades privadas no consideran la dificultad económica que se vive en el país, están cobrando excesivamente en los seminarios de fin de carrera, casi que nos obligan a renunciar a nuestros sueños”, asegura Mejía.
El ahora arquitecto cursó su carrera gracias a una beca de estudios en la Universidad del Valle. Le tomó siete años completar el pensum académico, atraso provocado por las secuelas psicológicas que tuvo que superar luego del accidente.
Su mayor ilusión es encontrar un trabajo fijo relacionado con su profesión, pero este joven asegura ser una víctima del “fenómeno de los conectes”.
En nuestro país existen oficinas encargadas de brindar ayuda a la población que se encuentra en desempleo. Una de estas se ubica dentro de la sede central del Ministerio del Trabajo (Mitrab).
En la oficina de Servicio Público de Empleo (SEPEM), se encargan de gestionar directamente con los usuarios la búsqueda de empleo en los 17 departamentos del territorio nacional.
“Durante el año 2009 se atendieron a 2,365 jóvenes entre las edades de 15 a 29 años, de los cuales logramos insertar en el mercado laboral a 2,241”, informó la Portavoz del Mitrab, Cristina Morales.
Según esta institución gubernamental, la persona que está en búsqueda de trabajo sólo debe rellenar una solicitud, presentarse a la entrevista, y esperar.
Y es de esperar que Mejía no se cansa. Pese a las dificultades ha sabido ocupar su tiempo. Mientras espera con los brazos abiertos un puesto digno para ejercer su profesión, funge como voluntario de la Organización de Naciones Unidas.
Pero admite: “Me encuentro en un momento de desierto, pero sé que pasará pronto. Yo creo mucho en Dios y él me ayuda en los momentos más difíciles. Tengo experiencia y un título universitario, solo me falta un empuje, y por eso no quiero deprimirme”.
Y es que la búsqueda de empleo, sin éxito, puede provocar “frustraciones”.
Según el psicólogo venezolano Marcos Chicot, “al quedarse sin trabajo o al estar en búsqueda de uno, cualquier persona puede caer en la trampa de la depresión y el desánimo”.
Por tal motivo, el especialista recomienda que la familia juegue un papel fundamental en esa etapa; “la comprensión, palabras de aliento, actitudes positivas ayudan al muchacho a sentirse con optimismo”, asegura.
Universidad del Valle: Seminario de titulación (título incluido) US$ 961.00. Si desea hacer monografía US$ 750.00.
Universidad de Ciencias Comerciales: Curso de graduación (incluido el título) US$ 1,200.00. Si desea hacer monografía US$ 1,200.00.
Universidad Evangélica de Nicaragua: Seminario de titulación (incluido el título) US$ 900.00. Si desea hacer monografía US$ 1,800.00 dólares (se permite que entre tres estudiantes realicen la tesis para repartir los gastos).
Universidad de Occidente: Módulls de titulación (incluido el título) US$ 1,000.00. Si desea hacer monografía US$650.00. Examen de grado: US$ 650.00.
Universidad Católica: Seminario de titulación (incluido el título) US$ 1,150.00. Si desea hacer monografía US$ 700.00 (se permite que entre tres realicen la tesis).
FUENTE: Universidades
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Chicot, recientemente publicó un libro referente a este tema, y tiene una página de consulta gratuita en línea (www.conseguirtrabajo.com) donde usted puede escribirle. El especialista recomienda visitar a un psicólogo de confianza cuando la persona sienta que “solo no puede controlar la situación”.
Para evitar que los jóvenes lleguen a ese extremo, la Universidad de Ciencias Comerciales (UCC) facilita al estudiante recién egresado la posibilidad de realizar pasantías en empresas e instituciones.
Por su parte, la Universidad Centroamericana (UCA) ofrece a sus estudiantes y egresados el servicio de Bolsa de Trabajo (OBT) con el fin de evitar que al culminar la carrera salgan sin experiencia laboral.
Según la vicerrectora académica de la UCA, Renata Rodríguez, “sólo en el 2009 recibimos 400 currículos de estudiantes generalmente del último año de la carrera que buscan pasantías, así como de estudiantes recién egresados. Dos de cada tres egresados en 2009 se ubicaron en puestos de trabajo, parte de éstas fueron facilitadas por la OBT”, asegura Rodríguez.
Sin embargo, el problema del desempleo tiene raíces muy profundas. La ecuación falta de fuentes de empleos más dificultades que afrontan los egresados para obtener su título, hace que este problema se acreciente.
Conny (quien nombraremos así para proteger su identidad), es una víctima de lo que ella misma nombra “negocio cerrado de las universidades privadas” en este país.
Esta joven de 26 años entró a estudiar Contaduría Pública y Finanzas en una universidad privada, por no encontrar cupo en las públicas. Pero ella, como muchas, no contempló, previo a matricularse, cuánto le costaría egresar de la Universidad Evangélica de Nicaragua, años después.
“No fui precavida. Jamás pensé en el precio que tendría que pagar y estoy segura que todos mis compañeros tomaron conciencia del tema hasta que se vieron a punto de egresar, cuando nos anunciaron que costaba 900 dólares. Casi me muero”, recuerda Conny.
Domingo hizo un sondeo sobre este tema en varias universidades y esto fue lo que nos respondieron los estudiantes:
Mercedes Amaya, estudiante de la Universidad de Ciencias Comerciales (UCC), asegura estar estudiando turismo con mucho sacrificio y estar sorprendida del precio que tendrá que pagar para egresar de la universidad.
“1,200 dólares es demasiado, si yo hubiera preguntado antes de embarcarme, quizás hubiera estudiado en otra universidad o al menos tendría una cuenta de ahorro dirigida sólo para esto, pero no es así, nos llegan a vender una carrera y nos ponen todo lindo, pero al final es el trancazo”, asegura Amaya.
No obstante el rector de la UCC, Gilberto Bergman Padilla, considera que “una buena educación se paga”. Asimismo afirma que la universidad que él representa tiende a ayudar a los jóvenes que demuestran tener dificultades de pago para que una vez graduados, continúen cancelando.
Por su parte José García, estudiante de Ingeniería en Sistema en la Universidad de Occidente, asegura que debería existir un “control de parte del Consejo Nacional de Universidades en cuánto a los precios que deben pagar los egresados que estudian en universidades privadas. ¿Acaso no se lucran las universidades al poner en grandes letras que su institución está reconocida por el CNU? Entonces deberían ser menos lucrativos y más conscientes”, afirma molesto.
Pero el CNU no cuenta con la capacidad jurídica para regular a las universidades privadas. Según el secretario técnico de esta entidad, Arturo Collado, “la ley no les faculta, ya que le da autonomía a las universidades privadas, y por tal motivo éstas tienen la facultad de poner el arancel que crean conveniente”.
Sin embargo afirma que es un tema que será tratado próximamente en una reunión con el Consejo Nacional de Rectores.
“Aquí hay un tema que se debe tratar: las universidades deben establecer las reglas del juego desde el principio. Es necesario que se le informe al estudiante en concepto de graduación. ¿Cuánto van a pagar para egresar con título en mano? Y que el estudiante ya sepa si puede o si busca otra para estudiar”, expresó Collado.
Diputados de la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) presentaron recientemente a la primer secretaría de la Asamblea Nacional un anteproyecto de ley que pretende, de llegar hacer aprobado, prohibir todo cobro de aranceles en el proceso de egreso y otorgamiento de título, de parte de las universidades miembros del CNU que reciben anualmente el 6 por ciento del Presupuesto General de la República. Pero esta ley eximiría a las universidades privadas.
Y es por falta de una normativa que “regule” el proceso de culminación de estudio, que Conny egresó en el 2008 de su universidad desilusionada.
“Empecé pagando 22 dólares mensuales (una beca completa, según las autoridades de la universidad), pero cada año le venían aumentando. Con mucho esfuerzo mi tío me ayudaba a pagarla, pero además me tocaba suplicar en registro académico para ver si me consideraban. Con mucho sacrificio terminé la carrera, pero después el otro gran conflicto: obtener mí título”.
Según Conny no tenía otro camino que cursar un seminario de titulación que le costaba 900 dólares o bien trabajar en una tesis monográfica que debía realizar entre tres, pues el costo total de defensa y graduación es de 1,800 dólares.
“En realidad todas mis ilusiones se fueron abajo. ¿De dónde sacaría tanto dinero? Prácticamente no me daban la opción de hacer monografía. Es un negocio cerrado el que tienen las universidades privadas en este país, lo que no te sacan en los 4 años de tu carrera te lo sacan al final, hay que estar prevenidos”, asegura.
Conny no contaba con un trabajo en ese momento que le brindará las condiciones económicas para poder tramitar su título. Tampoco su familia.
Todo un año transcurrió y Conny no encontró trabajo.
“Me decían que sin título, me pagarían como bachillera, sino encontraba trabajos de baja calificación, super explotada y mal pagado, o simplemente no salía nada, porque además de no tener título, no tenía experiencia en mi carrera”.
La desesperación, asegura, la tenía enfocada a ver solo el trágico desenlace. Luego de cuatro años y medio de esfuerzo que según ella “quedaron en nada”, la joven decidió “olvidar sus frustraciones y empezar otra vez desde cero”.
Actualmente ofrece sus servicios como auxiliar contable en una empresa ubicada en Managua, asegura no estar contratada, “pero no importa quiero experiencia para que luego no me pongan pegones al buscar un trabajo”.
Conny solicitó en la UCA una beca de estudio para cursar la misma carrera. “Me apena decir que tuve que mentir al decir que jamás había estado estudiando en una universidad, pero no tenía de otra”, responde apenada. “Sólo así podré tener mi título y podré conseguir un trabajo digno”.
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