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José Velázquez

Port-au-Prince y Managua

Dada la relativa similitud de las tragedias de Port-au-Prince y de Managua en 1972 (en ambas fallecieron aproximadamente el 4 por ciento de su población y más del 90 por ciento de la ciudad quedó en ruinas), y de las limitadas condiciones económicas en que los dos países se encontraban al momento de la catástrofe, es oportuno preguntarse si hay algo de la prolongada experiencia reconstructiva nicaragüense que pudiese aprovecharse y algo que no debiera repetirse.

El innegable caos urbanístico que ha resultado de la reconstrucción de Managua, convertida en una anárquica unión de barrios residenciales, unidos por una red vial mediocremente apropiada para el automóvil y totalmente incompatible para la escala humana, huérfana de una área central o downtown (probablemente la única en el mundo) y con actividades comerciales e industriales incrustadas irracionalmente en zonas residenciales, es un fracaso urbano cuyas causas no deben ser ignoradas en los proyectos de reconstrucción de Port-au-Prince.

Una vez superada la fase inicial de sobrevivencia y recuperación de los servicios básicos por la que actualmente atraviesa, restablecido el orden y la seguridad pública y principalmente reactivada la maquinaria gubernamental, la primera gran decisión —asumiendo que se decide mantenerla en el mismo lugar— tendrá que consistir en la elaboración inmediata de un plan maestro urbanístico y de un código de construcción que defina y reglamente desde un principio las características urbanísticas, constructivas y demográficas que se desean de la nueva capital.

Según deja ver la experiencia nicaragüense, la indecisión y retraso en realizar y poner en práctica ese plan maestro y el código de construcción actualizado fomentó el surgimiento espontáneo de asentamientos urbanos imposibles de controlar. Ausente de toda disciplina urbanística, florecieron anárquicamente, rápidamente dándole a Managua su característica actual de una ciudad fragmentada, desordenada e inhóspita para quienes no disponen de transportación vehicular pública o privada.

La ejecución e implementación de este plan maestro debería encargarse a un organismo independiente y autónomo aislado de intereses políticos (léase gobierno de turno) y con una visión de largo plazo totalmente liberada de los tradicionales vaivenes políticos. En ella deberían involucrarse arquitectos y urbanistas con reconocida capacidad para desarrollar un plan maestro acorde con la cultura y comportamiento del pueblo haitiano.

Al mismo tiempo deberá incluir modernos conceptos urbanísticos orientados a reducir la dependencia en el automóvil, a establecer límites de crecimiento poblacionales. —¡Desde el terremoto Managua casi cuadruplicó su población!— y a promover la relación ordenada entre las fuentes de trabajo y los sectores residenciales, principalmente los de mediana densidad.

Sin demoras deberán construirse las sedes de las instituciones gubernamentales y cívicas para que, debidamente ubicadas, actúen como polo de atracción y desarrollo alrededor del cual se irá moldeando la nueva capital. La localización de este downtown, a diferencia de lo que se ha hecho en Managua, no debe hacerse en forma improvisada o aisladamente. Todo lo contrario, las diferentes instituciones que ahí se sitúen deberán hacerlo en forma integrada y si es posible simultáneamente para constituirse en un espacio urbano que propicie la interacción entre los diferentes estratos sociales de la ciudad.

La presencia de fallas geológicas más que un obstáculo para la reconstrucción debe y puede ser aprovechada para determinar la localización y conceptualización de las áreas verdes comunales, tan importantes para el esparcimiento comunitario

Tomando en cuenta la extraordinaria ayuda económica ya ofrecida y comprometida por la comunidad internacional —seguramente sobrepasará los billones de dólares — y el interés inaudito de poderosas fundaciones en contribuir al renacimiento de ese desdichado país, esta tragedia debería convertirse en la gran oportunidad para emerger del crónico y profundo subdesarrollo padecido por siglos.

Ojalá los haitianos en coordinación con la comunidad internacional la sepan aprovechar. [email protected]

Opinión Managua Port-au-Prince archivo

COMENTARIOS

  1. roberto
    Hace 14 años

    este mundo esta lleno de buenas intenciones y de muchas ideas acerca de Planeamiento y Ordenamiento Urbano. Managua como capital tuvo su oportunidad para producir en ella resultados completamente alejados de los actuales. No podemos pensar que podria haberse aplicado las teorias que ahora se conocen como nuevo ‘Urbanismo’, el cual fue parcialmente aplicado en el planeamiento de Brazilia porque en primer lugar esa no es nuestra idieosincracia como pueblo, ni es nuestra forma urbana de co-existenc

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