Con el traslado abrupto de la jefatura de la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional a delegaciones en el interior del país fue que empezó el descabezamiento de las estructuras en las que la institución se sostiene para obtener importantes resultados contra la delincuencia, sobre todo contra el crimen organizado. A esta dirección le siguió la Unidad Anticorrupción, con la que trabajaba de forma coordinada.
Fuentes extraoficiales confiaron ayer que fue en febrero pasado cuando en realidad se inició “la decapitación” de las unidades importantes de la estructura policial, cuando el jefe de Inteligencia, comisionado mayor Domingo Navas, fue trasladado a la delegación de Masaya.
Mientras, su segundo era trasladado al Triángulo Minero. En ese momento la directora de la Policía, primera comisionada Aminta Granera, lo explicó como una simple rotación de mandos.
Sin embargo, Navas fue reemplazado por el entonces jefe de la Secretaría Ejecutiva, comisionado Adolfo Marenco, un ex miembro de la Seguridad del Estado, considerado leal al partido en el Gobierno, el Frente Sandinista, pues es uno de los 29 oficiales de esa institución que en octubre del año pasado fueron condecorados por el Ministerio de Gobernación con la criticada orden Renán Montero.
ORTEGA HIZO CASO A CHISMES
Por otra parte, fuentes gubernamentales dijeron que en el caso de la Unidad Anticorrupción, la orden de disolución de esa estructura —que la primera comisionada Aminta Granera insiste en llamarle “compactación”— fue basada meramente en chismes que le llegaron al presidente Daniel Ortega, desde los mismos oficiales con acceso a la Secretaría del partido, que intrigaron contra sus compañeros “por celos profesionales”.
Sin embargo, dijo la fuente, a la que han estado causando daño es a la institución en general.
“Pero se trataron de chismes sin fundamentos”, señaló el informante, quien indicó que aparentemente todo fue infundado, porque algunos oficiales presumían que eran investigados por esa unidad.
Sin embargo, la Policía dejó la labor de investigar casos de supuesta corrupción interna a las autoridades de la Dirección de Asuntos Internos, pues la unidad estaba dedicada a investigar a personas que resultaban vinculadas meramente con casos de crimen organizado que aparecían en los procesos investigados.
“No es cierto que hayan comprobado que la DEA entregaba dinero a los oficiales”, aclaró el informante, quien señaló que el apoyo otorgado por esa agencia estadounidense a la Policía consistía en la preparación de los miembros de esa estructura.
CRUZ: CIERRE PODRIÁ “SOCAVAR” RELACIONES
El ex embajador de Nicaragua en los Estados Unidos, Arturo Cruz, dijo ayer durante el programa Amcham TeVé que el reciente cierre de la Unidad Anticorrupción de la Policía Nacional, que trabajaba junto a la Agencia Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés), podría socavar las relaciones con Estados Unidos.
Tras aclarar que no conocía los detalles de la decisión tomada sobre la unidad policial, explicó que “a pesar de las desavenencias y la retórica” del presidente Daniel Ortega, el tema de la seguridad nacional y la lucha contra el narcotráfico es un “piso sólido” en las relaciones entre Estados Unidos y Nicaragua.
“En el tema concreto de la agenda de la seguridad nacional, nuestro Gobierno, el Gobierno del presidente Ortega ha cumplido a cabalidad. (…) Definitivamente esta decisión, de la cual yo no conozco los detalles, es para los norteamericanos un tema que indiscutiblemente les preocupa, y sí creo que es un indicador que socava el piso de esas relaciones”, aseguró Cruz.
El director del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Bayardo Izabá, dijo por su parte que según lo que ha trascendido al público ha apreciado que la unidad fue disuelta de forma drástica, por una decisión unilateral del presidente Ortega, por lo que “ese tipo de cosas me parece que procedimentalmente no son correctas, porque te crean suspicacia”.
A criterio de Izabá, las autoridades deberían explicar “con mayor transparencia, con mayor honestidad”, sobre las causas que les llevó a tomar la decisión de disolver esa unidad.
El miércoles pasado la jefa de la Policía insistió en que “aquí no se está desintegrando (la unidad, sino que) hubo una fusión”.
(Colaboración de Arlen Cerda)
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