La destrucción de Managua probablemente no dependa de un terremoto destructivo, sino de una erupción volcánica con capacidad para hacerla desaparecer de la geografía nacional en cualquier momento.
Ésta es una de las conclusiones sobre la geología de la capital de Nicaragua, presentada este martes por el geólogo argentino José Viramonte, quien recibió la distinción de Miembro Honorario de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.
Viramonte insistió en que no se sabe dónde ni cuándo va a ocurrir la enorme explosión, pero que sucederá tarde o temprano, sea dentro o fuera de la ciudad.
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El geólogo dijo que la información ofrecida en conferencia magistral no era para alarmar a la población, sino para que sus habitantes conozcan de las amenazas naturales y las autoridades continúen tomando medidas para mitigarlas.
De esta manera, recordó que las lagunas en Managua, como Chiltepe, Xiloá, Nejapa, entre otras, son producto de maares, explosiones volcánicas que ocurren cuando el agua entra en contacto con el magma.
Viramontes dijo que este tipo de actividad lleva en Managua y sus alrededores unos 15 mil años, y ha sido continua.
Afirmó, además, que los llamados “volcanes muertos” en realidad no lo están, y que de hecho Managua entera, así como Masaya y la Meseta de los Pueblos, corren el riesgo de sufrir por los maares, ya que sus lagunas contienen agua sobre una cámara de magma.
Este tipo de explosiones pueden lanzar “nubes ardientes” horizontales y olas de lava a velocidades superiores a los 250 kilómetros por hora, a unos diez kilómetros a la redonda.
El experto, quien fue jefe de la Oficina de Geología del Servicio Geológico Nacional hace más de tres décadas en Nicaragua, indicó que Managua está llena de evidencias de que la actividad volcánica arrojó en otras épocas hasta cuatro metros de material sobre el territorio que hoy ocupa la ciudad.
Entre los responsables de esto señaló volcanes inesperados, como el que forma la Laguna de Apoyo y el mismo volcán Masaya, cuyo cráter podría abarcar diez kilómetros de diámetro si se toman en cuenta sus límites más lejanos.
Viramontes mencionó que es posible que Managua quede enterrada, gracias a la combinación de la ubicación de los cráteres con la circulación de los vientos.
El experto recordó que la vigilancia permanente y la preparación que realizan las instituciones del Estado deben ser apoyadas por los pobladores, para crear una cultura de prevención y no un estado de pánico ante una erupción volcánica.
Viramontes es considerado uno de los especialistas que más conoce sobre los volcanes de Nicaragua, razón que le valió su ingreso a la Academia.
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