Por Nydia Palacios Vivas
Los géneros son las expresiones estéticas de las necesidades e intereses sentimentales, intelectuales, religiosas o sociales del hombre.
(Hipólito Taine)
Aristóteles en su Poética establece criterios que han servido por siglos como parámetros en la clasificación de los géneros literarios. En la actualidad, la tradición literaria cuestiona la fijeza de la noción de género y las líneas de demarcación se borran dando paso a la ambigüedad, como en las obras de Jorge Luis Borges. No obstante, el escritor puede ir más allá del dominio de los géneros establecidos. Wellek asevera que los géneros se transgreden, se fusionan, que otros viejos se descartan, y que los límites son dudosos. Para Ihab Hassan, la forma prolifera tan rápidamente en la literatura postmoderna que la historia de los géneros artísticos viene a ser irrelevante. Hugo en el “Prefacio” a Cronwell, aboga por derribar las paredes que separan los géneros. Según Schiller, la forma poética es un arma contra las convenciones sociales: he aquí el gran paso dado por Schiller, el descubrimiento o el desenlace posible de tantos movimientos de vanguardia desde el romanticismo hasta hoy.
En este trabajo, Rosario Aguilar en Soledad, tú eres el enlace (1995), transgrede los límites y realiza intrincadas combinaciones. El discurso narratológico se nutre de otros discursos: autobiografía, testimonio, epístola e historia. Esta biografía sobre su madre tiene como sitio específico La casa de los Fiallos , una especie de “locus amenus”, un microcosmos, que constituye “el espacio feliz” según Gastón Bachelar.
La novelista incursiona en la biografía tomando notas en un cuaderno para continuar las entrevistas más tarde; se trata de una obra en progreso, un “meta relato” como lo llama la crítica literaria. Soledad Oyanguren, mediante el filtro de la memoria, se remonta al pasado (analepsis) desde la venida de sus padres a Nicaragua, Micaela y Eugenio. Rosario toma distancia de su relación familiar, (uno de sus más grandes logros) y amplía el relato hacia un macrocosmos, León de Nicaragua.
El relato se desplaza de Alava a Nicaragua, o viceversa, para que los descendientes conozcan sus raíces españolas. Esta biografía se divide en dos partes: la vida de doña Micaela y su esposo a finales del siglo XIX, y una segunda parte focalizándose en la vida de Soledad al cumplir noventa años de edad en la última década del siglo XX. Cada sección se inicia con nombres de los ancestros. La segunda se inicia con Boda de Soledad, sus hijos, Exilio de Mariano, Mariano enfermo “Y se acabó el mundo para mí” y los nietos. Esta estructura nos recuerda la técnica cinética, que se focaliza en los diversos personajes del discurso narratológico compuesto por diversos tipos de habla en un tiempo y un espacio específico (cronotopo, según Bajtín).
Durante las entrevistas se suspende la conversación “para que yo descansara y guardara mi cuaderno” (40). La voz de Soledad ya no es la misma: “Yo abrí los ojos que se habían llenado de lágrimas. Me dijo: “He perdido la voz”. ¡Oh, Dios mío!, su bella voz se había debilitado. Algo que todos creíamos eterno y por eso, los ojos se me humedecieron más (99). Rosario Ferré nos afirma en Sitio a Eros: Siempre me ha parecido que la crítica contemporánea le daba demasiada importancia al estudio de la vida de los escritores[ ] Esta importancia parece basarse en que la vida de éstos hace más comprensibles sus obras. La obra de un escritor una vez terminada, adquiere una independencia absoluta de su creador, y sólo puede relacionarse con él, en la medida que le da un sentido profundo o superficial a su vida. (28). Para nosotros, la vida de Soledad adquiere significación profunda por ser una familia española enlazada con los Fiallos, cuyos descendientes han contribuido tanto a la cultura y desarrollo del país. Se trata de un cronotopo idílico vivido en León. Soledad, constituye un gran texto dentro del gran texto de la cultura, pero sobre todo un collage de géneros y citas hábilmente ensambladas. Afirma Heinrich Plett: Así como hay una multiplicación de citas así también hay una multiplicación de contextos. El resultado estructural de este procedimiento puede ser llamado “collage” (Intertextuality 11).
Por otra parte, la entrevistadora emplea el testimonio al relatar la dignísima posición del doctor Mariano Fiallos Gil ante la masacre del 23 de julio: “La muerte de los estudiantes pelones en un desfile de novatos marcó la Autonomía lograda por Mariano para la universidad En los balcones de la universidad Mariano dijo un discurso fuertísimo ante los ataúdes 157). El Rector Magnífico, hombre firme, poseedor de una ética y valores propios de los grandes hombres, creador del lema “A la libertad por la Universidad”, es un legado que debe respetarse.
Adicionalmente, las Confesiones de San Agustín, las memorias y la biografía como género, desde Plutarco, han sido consideradas como un género histórico, ya que pone de relieve las acciones de grandes personalidades para ejemplo de las generaciones, “a tal grado que la historia sería como una gran suma de biografías” (Rama 31). Marcel Schowb apuntala: “Los biógrafos han supuesto que sólo la vida de los grandes hombres puede interesarnos. El arte es ajeno a estas consideraciones” (Ibidem). Alfonso Reyes sostiene: “La biografía es un género anómalo relativamente histórico. Algunos llegan a decir que es extrahistórico por excelencia. No exageremos: es extrahistórico por definición convencional de la historia. El que quiera considerarlo virtualmente incorporado en la historia, no por eso invalidará las conclusiones a las que aspiramos[ ] es arte y también es documento histórico por el giro mental, pero prendido por su asunto a las vidas particulares como literatura. (Ibídem). La biografía como género conserva su esencia: obedece a un vasto panorama de acontecimientos contado por un protagonista o un testigo cuyos recuerdos emergen entre claroscuro para reconstruir unos sucesos personales o colectivos deseando colocar su propia voz. En Soledad.., rasgos autobiográficos de la narradora se introducen al preguntarle a Soledad que a quién amó más, si a su hermano Ernesto o a su esposo Mariano, Soledad le responde que a Mariano y leemos: “Yo quedé sorprendida de su vehemencia” (119). Esta intromisión del “yo”, se transparenta cuando la familia Fiallos vivía en Guatemala. Al respecto nos dice Pampa Arán: “El relato central de la propia vida y de la voz obedece al deseo de lo que se quiere recordar y dejar como legado”. Auto (biografías 2004:7). Conocemos las impresiones de la narradora cuando visitaban las ruinas del palacio de doña Beatriz de la Cueva, ahogada por un torrente de lodo junto con sus once damas [ ] ¡Ay, qué miedo![ ] ¡Y qué frío experimentó la niña, que era la narradora entonces, cuando la neblina comenzó a bajar del Volcán de Agua y fue envolviendo, con gran misterio la Ciudad Vieja! (139). Asimismo, la narradora muestra su retrato cuando Mariano afirma: del tercer parto de Soledad nació Rosario (la narradora) “Formalita y hacendosa” cuando tenía cuatro años (y así ha sido toda su vida).
Otro género empleado por Aguilar es el epistolar. Conocidísimas son las epístolas de San Pablo y muchas obras literarias. En Soledad , la biografía se enriquece con las cartas de Mariano. Estas cartas no sólo revelan el amor entrañable de este hombre ilustre a su esposa, sino la faceta de un hombre sensible: “Amor mío: Casi no veo las letras, porque sin querer se me vienen las lágrimas Quiero estar contigo, te tengo muy lejos El día que tú me faltes va a ser horrible. ¡Cuídate, amor! Somos el mismo cuerpo y la misma sangre y el mismo espíritu (133-134):
La anécdota no falta y así vemos cuando el mandador de la finca le cuenta a Soledad la muerte de una vaca, mientras ella dice un verso: “Murió de amor la desdichada Elvira”. El mandador ingenuamente la interrumpió para aclararle. “No, doña Soledad, mi pobre Elvira no murió de amor, sino que la mató un chancho”. Todos se quedaron en suspenso, Soledad lo quedó viendo extrañada y el mandador admitió: “Venía la Elvira a vender el chancho más gordo y aseado que teníamos y al subirse la Elvira a la carreta, el animal la empujó, y ella al caer, del golpe, se murió, así que no murió de amor, a doña Soledad la mató un chancho”. En ese momento todos se quedaron sin sabe qué hacer, si dar el pésame, o soltar la risa por la enorme coincidencia entre la realidad y la poesía” (151). Esta expresión rústica y graciosa por el equívoco, se entreteje con poemas de Santa Teresa, García Lorca, Darío, Amado Nervo, Padre Pallais y canciones españolas.
Rosario Aguilar, hija de Soledad y de Mariano, uno de los más grandes humanistas nicaragüenses, (“quien era regio por todas partes”, según Soledad). Este enlace es un legado donde hay felicidad, exilio, asimilación de culturas y duelo (la muerte del doctor Fiallos). Rosario ilustra su libro con fotos de dos siglos y estructura un collage” de géneros, un ensamblaje, una lograda conjunción de intertextos demostrando ser experta en su quehacer literario con 10 novelas y esta biografía.
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