Cuando en el 2006 consulté a Ricardo Mayorga que si él no había considerado que hablando y actuando de otra forma podría tener más simpatizantes que detractores, su respuesta fue como un recto a la mandíbula.
“Mirá hermano, yo soy boxeador, no soy poeta. Lo mío es volar vergazos y a los reales. Además, mi forma de hablar le gusta a algunas personas, a otros no, pero a mí que me importa. Suficiente con que me quiera mi familia”, dijo el polémico púgil, mientras abría la ventana de su habitación en el MGM Grand para apreciar Las Vegas.
Desde siempre, Mayorga ha sido un personaje controversial, impredecible y chabacano. Y cuando escapó del anonimato, a base de demostraciones llamativas ante Vernon Forrest, resultó difícil ser indiferente ante sus actitudes. Se le aprecia o se le odia. No hay medias tintas con él. Un día lo dije así en una entrevista para Los Ángeles Times y se enojó mucho conmigo.
Mayorga ha estado en el ojo del huracán en muchas ocasiones. Además de sus peleas con Forrest, también acaparó la atención nacional cuando se enfrentó a Tito Trinidad y Oscar De la Hoya, y menos quizá, pero también atrajo, al pelear con Cory Spinks, Michael Piccirillo y Fernando Vargas, entre otros. También con sus problemas fuera del entarimado, los que incluso lo han llevado a los juzgados más de una vez.
Hoy está de nuevo bajo el reflector, porque ha decidido incursionar en las artes marciales mixtas y enfrentarse a Din Thomas, un reconocido y experimentado luchador que espera disponer de todos los trucos necesarios para neutralizar las embestidas del pinolero, quien tratará de hacer prevalecer su fortaleza y temeridad, mientras se gana un dinero que tanto necesita.
Y aunque jamás he aprobado sus actitudes, estoy entre quienes desean verlo recuperado y como ganador. Pero me cuesta creer que luzca bien en un deporte que no conoce y que tiene muchas llaves, máxime cuando ha pasado tantos años en el boxeo sin llegar a dominar su técnica. Vamos a ver si su fortaleza para pegar y resistir le son suficientes.
Aun sin realizar ningún sondeo, me da la impresión que hay más entre quienes desean que pierda, que entre quienes deseamos que gane, pero eso es la libertad, poder expresar lo que sentimos sin temor, y mejor aún, sin tener que faltarnos al respeto.
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