Unos 150 jóvenes estudiantes de Estelí, Somoto y San Isidro de Bolas, Managua, llevan ya casi un año recogiendo desechos. Para ellos esto no es motivo de vergüenza, sino de orgullo, ya que contribuyen de forma directa con la protección del medio ambiente.
Ellos integran un proyecto de reciclaje de la Fundación Padre Fabretto, que busca mejorar el entorno ambiental de los jóvenes que atienden, además de encontrar una nueva forma de financiamiento.
Los jóvenes recogen desechos de lata, cartón, plástico, aluminio y papel.
Según Mariela Robles, divulgadora de la Fundación, hace un año, cuando inició el proyecto, los estudiantes iban a los sitios donde se generaban esos materiales, para recolectarlos y luego buscarles venta.
Ahora tienen un sistema de recolección que les permite obtener ganancias económicas modestas, pero que no generan gastos extras.
El sistema básicamente consiste en recolectar el material en el mismo camión que lleva alimentos y donaciones a los alumnos que atiende la Fundación Padre Fabretto en Estelí, Somoto y Managua.
Aparte, la Fundación tiene alianzas con el Puerto Salvador Allende y dos librerías del país que reservan sus materiales para la misma.
Peter Schaller, director de Operaciones de Padre Fabretto, dijo que estuvieron trabajando con uno de los centros comerciales más grandes de Managua, donde ubicaron depósitos específicos para que la gente tirara sus desechos, pero la gerencia del centro consideró que le daba mala imagen.
Para la Fundación esto fue lamentable, especialmente porque sus donantes en Estados Unidos y España habían aplaudido el apoyo del centro comercial ya que, contrario a lo que piensa su gerencia, esto sí da buena imagen a los sitios donde se reúne mucha gente y que contribuyen a un mejor manejo de los desechos.
Aún así, la Fundación y los jóvenes no pierden el entusiasmo.
Según Schaller, hace un año recolectaban aproximadamente 200 kilogramos de desechos al mes. Hoy en día acopian el triple y tienen posibilidades concretas de lanzar una campaña nacional de reciclaje con una de las empresas embotelladoras más fuertes del país.
La clave está en que los jóvenes que atiende la Fundación Padre Fabretto no se limitan a colectar desechos, sino que tienen valores morales que incluyen el cuido del medio ambiente, lo que hace más fácil el trabajo, aseguró Schaller.
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