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Aficionados españoles siguen muy atentos a su equipo contra Alemania en semifinales. LA PRENSA/AFP/DOMINIQUE FAGET

España palpita con la Furia

¡A por ellos, joooder!, ¡A por ellos, joooder!, era el cántico más entonado en los principales puntos de Madrid. La capital y toda España reventó de alegría con el paso por primera vez en la historia a una final en un Mundial de Futbol, y desde ya sentenciaron el destino de su rival, Holanda, último obstáculo para conseguir la oficialmente llamada Copa Mundial de la FIFA, trofeo que se les ha negado toda la vida, pese a toda su tradición futbolística, a ser anfitriones todos los años de la llamada liga de las estrellas, a contar con los dos clubes de futbol más populares del planeta: el Real Madrid y el Barcelona.

DESDE MADRID, ESPAÑA

¡A por ellos, joooder!, ¡A por ellos, joooder!, era el cántico más entonado en los principales puntos de Madrid. La capital y toda España reventó de alegría con el paso por primera vez en la historia a una final en un Mundial de Futbol, y desde ya sentenciaron el destino de su rival, Holanda, último obstáculo para conseguir la oficialmente llamada Copa Mundial de la FIFA, trofeo que se les ha negado toda la vida, pese a toda su tradición futbolística, a ser anfitriones todos los años de la llamada liga de las estrellas, a contar con los dos clubes de futbol más populares del planeta: el Real Madrid y el Barcelona.

Cada victoria de la Furia Roja ha significado el colapso del transporte en Madrid y un caos que a medida que se ha avanzado en el evento se vuelve de mayores dimensiones.

Todo está permitido, aunque no esté permitido. Las autoridades no pueden hacer nada. El Metro se paraliza, las principales fuentes de la ciudad se convierten en inmediatas piscinas públicas (Cibeles, El Neptuno, Plaza de El Sol) y podes hacer lo que se te venga en gana.

Se puede abrazar a quien uno quiera, tomarte fotos con absolutos desconocidos, beber con ellos, bailar con quien tengas primero a la mano e incluso si se tiene suerte y se aprovecha el momento correcto, pues besar a la chica de tu lado, a pesar que no la hayas visto nunca en tu vida (Fiel testigo de esto es una sorprendida compañera becaria que todavía no se recupera del shock de ser besada de golpe por un absoluto desconocido) ¡Hey!…España está por primera vez en una final. Eso no pasa todos los días. ¡Ups!, perdón, nunca había ocurrido

Siendo un testigo neutro de toda esta euforia, uno podría decir que todo esto parte de las consabidas y mil veces descritas pasiones que provoca el futbol. Pero en el caso español es distinto. No estamos hablando solamente de orgullo deportivo. Este caldero que está a punto de reventar está siendo hervido por llamas sociológicas, económicas y políticas. Todas vinculadas entre sí.

Aficionadas  españolas en Durban, Sudáfrica.
LA PRENSA/AFP/CHRISTOPHE SIMON

Un país con profundas heridas divisionistas encuentra por primera vez un estandarte que comparte y proclama como suyo.

La crisis económica tiene a este país postrado y a su gente frustrada y estresada. La manera perfecta de expulsar esta frustración es gritando y celebrando un gol de Villa o Puyol.

En momentos en que el Gobierno acaba de anunciar los recortes sociales más drásticos de los últimos años, el presidente Zapatero está apostando a que un triunfo en el Mundial sea el bálsamo perfecto para una población herida y molesta por las impopulares medidas. Y esto no lo digo por decir.

Toda España está clara de esta apuesta política. Se hace mofa de esto, diciéndose que antes de preguntar por el comportamiento del Ibex, el Presidente primero consulta sobre la situación de la Furia Roja. Pero como todo se vale en la fiesta del futbol, nadie en realidad se preocupa por los problemas del Presidente. Y esto aún no acaba.

Como me dijo un colega español, riéndose de mi evidente cara de sorpresa al presenciar todo el desmadre ocurrido con la victoria sobre Alemania: “Je, je, venga tío. Esto no es nada. Espera a ver cómo se va a poner este follón cuando ganemos la Copa”…

Periodista de LA PRENSA que vive en Madrid desde hace 5 meses, como parte del Programa Balboa para periodistas latinoamericanos, que impulsa la Fundación Diálogos.

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