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El genio tras el escenario

Holbein Sandino nació en el barrio Dulce Nombre, de Jinotepe, proveniente de una familia musical. Su abuelo y su padre eran músicos de corazón y le enseñaron el amor por las notas musicales.

De ojos pequeños, voz ronca y mediana estatura, así es Holbein Sandino, el productor artístico y el compositor del grupo Los Mokuanes y Las Nenas. Pocos pensarían que tras esta sencilla fachada se esconde el músico, el arreglista y el compositor de las canciones que deleitan a los fanáticos en cada concierto.

SUS ORÍGENES

Holbein Sandino nació en el barrio Dulce Nombre, de Jinotepe, proveniente de una familia musical. Su abuelo y su padre eran músicos de corazón y le enseñaron el amor por las notas musicales.

A los 7 años Holbein aprendió a tocar la trompeta, el clarinete y el saxofón, demostrando un talento innato para la música. Los conocimientos adquiridos durante este año le serían clave para su posterior debut en grupos como Alfa 5, Galaxia y Pancer.

Después de esta primera etapa como músico de instrumentos de viento, Sandino empezó a sentirse cautivado por la letra de las canciones.

“Para mí las canciones siempre han tenido un flujo mágico, porque son un artilugio para despertar sensaciones y excitar las emociones humanas, así que un día comencé a escribir”, comenta Sandino.

No obstante, esta decisión tendría consecuencias en su conocimiento musical.

“Cuando decidí dedicarme a escribir canciones comprendí que tenía que aprender algún instrumento armónico que me permitiera componer la melodía, y ese instrumento fue el piano”.

Fue así como a sus 20 años, Holbein se embarcó en la cruzada de aprender a tocar el piano, meta difícil de alcanzar tras tantos años perdidos.

“El piano ha sido una de mis mayores pasiones, pero también uno de mis mayores dolores de cabeza. Tuve que empezar a estudiarlo de 8 a 10 horas diarias para obtener un cierto bagaje cultural que me permitiera materializar las ideas que se me venían a la mente”.

EN LA OTI

Holbein escribió la canción Cuando Tengo tu Amor , elegida para representar a Nicaragua en el festival OTI de 1993, y cantada por el hoy diputado Wálmaro Gutiérrez.

Tras esta experiencia, decidió incursionar de lleno como compositor y se integró al grupo Los Mokuanes en 1995.

“Cuando me integré a Los Mokuanes les propuse hacer un sonido nuevo. Fue una propuesta audaz, pero funcionó”, recuerda Holbein.

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Secreto del éxito: Trabajar y ser autodidacta

Lo más hermoso: Oír al público tararear una de mis canciones.

Lo más difícil: Encontrar los acordes perfectos y crear una melodía.

Lo más fácil: Escribir la letra de una canción.

El mayor reto: Hacer algo que le guste a la gente.

Su aspiración: Ser mejor cada día.

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Así como nació su primer disco comercial llamado Embrujo , el cual incluía dos temas que causaron gran sensación entre los fanáticos: Nunca Olvidaré y Lloraré .

No obstante, a sus 42 años Holbein asegura que sus mejores canciones nunca han sido muy comerciales, tal vez porque son baladas para las que el público no está preparado.

“Creo que éste no es el momento de la balada en Nicaragua, y mis mejores canciones pertenecen a este género”, asegura.

Para Holbein escribir una canción es un proceso que carece de complejidad, el verdadero desafío está en encontrar la melodía correcta.

“Yo primero tengo que descubrir la melodía. Una vez que la tengo le escribo la letra. Para mí el verdadero proceso creador está en esa primera parte, cuando tengo que encontrar los acordes y las notas adecuadas. Las melodías son sensaciones del ser humano con las que te tienes que identificar para disfrutar las palabras”.

SU FACETA COMO PRODUCTOR

Para Holbein, la producción es la gran pasión de su vida, ya que es el único rol donde se siente completo y realizado.

“No hay nada como la producción. Es un trabajo tan intenso que tienes que poner todas tus habilidades a su disposición. Tienes que hacer de publicista, de psicólogo y de arreglista. Nada se le compara”, explica con el rostro fruncido.

La producción ha sido otro de los grandes retos en la vida de este compositor, ya que aunque nunca la estudió formalmente, fue un autodidacta disciplinado. “ Yo nunca fui a una universidad a estudiar producción, pero sí compré todos los libros que encontré y los leí con una dedicación espartana. Yo sabía que tenía que aprender a hacer de todo un poco. Desde compositor hasta partiturista, desde musicalizador hasta manejador de la consola. Todo va en el paquete”.

Para Holbein su triunfo como compositor ha estado directamente relacionado con su capacidad para pensar como el público y saber lo que le gusta.

“Yo creo que los músicos tenemos que ponernos en el lugar de la gente para saber lo que quieren oír, quitarnos el ropaje de artistas y bajarnos del escenario para saber lo que demandan de nosotros. Hoy tenemos a un público inteligente y exigente, que evoluciona y espera propuestas frescas. Por eso hay que leer e informarse, para tener una visión más amplia de lo que el ser humano necesita para disfrutar un tema”, comenta.

Hasta el momento Holbein ha sido parte de muchos proyectos. Ha sido el productor de toda la discografía de Los Mokuanes y Las Nenas. Le ha escrito al amor, a la lucha contra la violencia y a Cristo, y compartido escenarios con artistas de todos los géneros como César Tórrez, Ramón Lozano, Keyla Rodríguez, Arnulfo Oviedo y Ricardo Palma.

En este año su talento ha sido reconocido, ya que ganó el premio al Mejor Compositor del 2010 en los premios otorgados por la Asociación Rafael Gastón Pérez.

PLANES PARA EL FUTURO

Holbein es un ser ávido de conocimientos, así que cuando termine su último año de Relaciones Internacionales desea incursionar en la Filosofía, para convertirse en un músico más integral.

“Yo creo que el conocimiento no tiene límites ni fronteras. Es la mejor herramienta para edificarnos y mejorar lo que hacemos. En mi trabajo es vital la comprensión del ser humano, así que deseo seguir preparándome para darle al público algo de calidad”, asegura.

Para Holbein haber nacido con la habilidad de escribir canciones es una oportunidad única.

“Es increíble saber que me puedo sentar frente al piano y no tener nada construido, nada hecho, pero salir con una canción cuando me levanto. Saber que las palabras tomaron forma en mi cabeza y que les di razón de ser”, asegura este hombre que ha vivido oculto del ojo público, pero que ha trabajado para él desde las sombras del anonimato.

Espectáculo

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