14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

En recuerdo de Jorge Salazar Argüello

El 8 de septiembre de cada año fue instituido como Día Nacional del Empresario, para conmemorar el natalicio del empresario nicaragüense Jorge Salazar Argüello, quien el 17 de noviembre de 1980 fue asesinado por la dictadura del FSLN de los años ochenta.

Cuando fue acribillado a balazos por agentes de la Dirección General de Seguridad del Estado (DGSE), en el poblado de El Crucero, en la funesta fecha antes señalada, Jorge Salazar Argüello era vicepresidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep). En aquel entonces Jorge Salazar era el más vigoroso líder de los empresarios privados, un valiente defensor no sólo de la libertad de empresa y la economía libre de mercado, sino de todas las libertades y derechos de los nicaragüenses conculcados por la dictadura sandinista que había sustituido y superado a la dictadura somocista.

La lucha de Jorge Salazar Argüello era cívica, a la luz del día, ofreciendo el pecho y dando la cara. El líder empresarial rechazaba las provocaciones del régimen para vincular al Cosep con la contrarrevolución armada, que ya comenzaba a operar como reacción de los vestigios del somocismo derrocado pero también por los desmanes de la nueva dictadura. Los cuerpos policíacos sandinistas presionaban a los empresarios privados para que se sometieran al régimen, o que se marcharan al exilio, o fueran a combatir en la montaña. Pero Jorge Salazar respondió con su frase emblemática de: “Ni nos vamos a Miami, ni nos sometemos, y si nos vamos a la montaña es a producir divisas para este país”.

Fue por eso que la DGSE montó una criminal provocación contra Jorge Salazar, a fin de hacerlo aparecer como participante de una conspiración armada. La DGSE organizó la celada del 17 de noviembre de 1980 con el propósito de asesinar al carismático dirigente empresarial que se perfilaba como un líder de todo el pueblo democrático de Nicaragua, y para robarle sus propiedades.

La conmoción que causó el cobarde asesinato de Jorge Salazar Argüello fue parecida a la que provocó el asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal durante la dictadura somocista. El 18 de noviembre de 1980, al día siguiente del asesinato de Jorge Salazar, una multitud se congregó en la sede del Cosep, durante la misa de cuerpo presente que allí se ofició, y acompañó después la marcha funeral hacia el cementerio, clamando justicia.

Sin embargo, no había en aquel tiempo condiciones para una rebelión popular contra la dictadura sandinista. De manera que el asesinato de Jorge Salazar, aunque causó una gran indignación nacional no provocó un estallido insurreccional como el que se desencadenó tras el asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, precipitando el derrumbe de la dictadura somocista.

Para oprobio de los asesinos y vergüenza nacional, el asesinato de Jorge Salazar Argüello quedó en la impunidad, como permanecen impunes muchos otros crímenes individuales y colectivos que se cometieron durante la dictadura de los años ochenta, a pesar de que algunos de ellos fueron denunciados hasta en organismos internacionales como crímenes de lesa humanidad. La dictadura que asesinó a Jorge Salazar Argüello se terminó en 1990, como consecuencia de la lucha armada de la Contra y de la lucha cívica del pueblo nicaragüense que derrotó en las urnas electorales a Daniel Ortega y el FSLN. Pero no se hizo justicia por el asesinato de Jorge Salazar Argüello. Al contrario, siguieron ocurriendo otros crímenes de la misma factura política, como los que segaron las vidas del antiguo líder de la Contra, Enrique Bermúdez Varela (el 16 de febrero de 1991) y de otro vigoroso dirigente empresarial democrático, el también vicepresidente del Cosep, Arges Sequeira Mangas (el 23 de noviembre de 1992), y muchos más.

Quedó para la historia la sentencia dictada el 1 de marzo de 1982, por el tribunal militar del régimen sandinista que hizo el simulacro de investigación por la muerte de Jorge Salazar Argüello y la farsa de juicio a los sicarios que lo asesinaron, a los que absolvió “por haberse comprobado que obraron en cumplimiento de un deber y en ejercicio legítimo de un derecho, autoridad o cargo y además en legítima defensa de sus propias personas…”

De manera que la sangre de Jorge Salazar, héroe y mártir de la libertad, sigue clamando castigo para sus asesinos. Pero sin duda que “algún día les llegará la justicia”, como sentenció en 2007 su hija, Lucía Salazar de Robelo, cuando se cumplió el 27 aniversario del asesinato de aquel gran líder empresarial y héroe nacional, a quien jamás debemos olvidar.

Editorial Opinión
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí