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¿Quién dijo miedo?

Por Douglas Carcache.- Octavio Enríquez, el periodista de LA PRENSA que en marzo pasado esperó en vano que le permitieran entrar a una conferencia de prensa en el Consejo Supremo Electoral (CSE), acaba de ser premiado por una investigación periodística que devela parte de la corrupción que hay en el gobierno de Daniel Ortega.

Aparte de la calidad indiscutible del trabajo periodístico de Enríquez, este premio trasciende como prueba de que en Nicaragua se desarrolla un periodismo profesional dispuesto a nunca dejarse amedrentar por el poder, aunque le pongan trabas y le hagan amenazas constantes.

Hacer periodismo profesional es más difícil en Nicaragua desde que Ortega volvió al poder, en enero de 2007, porque de inicio éste bloqueó el acceso a la información oficial, cerrando las puertas de las instituciones a los reporteros y quitando datos de los portales electrónicos.

Sin embargo, los periodistas que quieren hacer bien su trabajo han persistido en la búsqueda de las piezas dispersas, pequeñas y grandes, de los casos de corrupción o abusos que el Presidente y algunos funcionarios han tratado de ocultar.

Enríquez pasó un año juntando pistas, documentos y declaraciones hasta completar una investigación que devela cómo un protegido de Ortega se hizo de una fortuna, al amparo del poder. El periodista tuvo que sortear múltiples dificultades y más de una vez creyó que el tema se le iría de las manos, por no comprobar todos los hechos y la vinculación entre sí. Pero persistió y lo consiguió.

La Universidad Centroamericana (UCA) también premió al periodista del programa televisivo Esta Semana, Camilo De Castro, por otra investigación que prueba, con documentos, cómo Ortega ha sacado dinero de una entidad pública para financiar al canal de televisión que poseen sus hijos.

Son parte de los motivos por los que Ortega se ha dedicado a intimidar al periodismo profesional, con discursos amenazantes y agresiones físicas, ya que en varias ocasiones ha sacado a las turbas de su partido, el Frente Sandinista (FSLN), para atacar a reporteros y destruir vehículos de medios de comunicación.

Lo que ha olvidado o ignorado Daniel Ortega es que hay un sector del periodismo que jamás se va a conformar con ser sólo receptor y reproductor de información oficialista, porque tiene claro que una de sus funciones elementales es dejar constancia de lo que sucede en cada etapa del país, correspondiendo al interés ciudadano del presente y del futuro.

Investigaciones, como las de Enríquez y De Castro nos recuerdan que el buen periodismo es algo más que declaraciones y notas de última hora. También implica descubrir datos y pruebas y analizar mejor; y los datos son cada vez más escasos, porque los poderosos los ocultan o manipulan. Un ejemplo reciente es la alteración de cifras sobre la reducción de la pobreza en Nicaragua, que hicieron funcionarios de Ortega para atribuir a este gobierno éxitos que no ha obtenido.

Aunque el gobierno orteguista descalifique y reprima al periodismo profesional, este sector del gremio, en vez de encogerse y autocensurarse, afina sus instrumentos investigativos y sigue trabajando con paciencia y constancia. Los que tienen miedo son los represores porque les preocupa ser descubiertos.

Columna del día Opinión
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