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Fernando Silva. LA PRENSA/ U.MOLINA.

Un poeta en el río San Juan

Esta pasión extraordinaria surgida de sus vivencias y de haber navegado desde niño el río junto a su padre —conocido como “El Comandante”, responsable de toda la región del río— también lo ha llevado a pintar en naif y abstractos escenas del caudal, sus afluentes y puertos.

Por Arnulfo Agüero

Esta pasión extraordinaria surgida de sus vivencias y de haber navegado desde niño el río junto a su padre —conocido como “El Comandante”, responsable de toda la región del río— también lo ha llevado a pintar en naif y abstractos escenas del caudal, sus afluentes y puertos.

Sobre la vida del río San Juan, Fernando Silva es uno de sus conocedores. “Todo lo que he escrito es como si lo dijera con agua del río, porque cuando escribo pienso en agua, mi piel de escritor también tiene agua de río, por eso toda mi producción literaria es referida al río”.

En ese sentir están sus obras El Comandante , y su texto De Tierra y Agua, con ocho ediciones; Puertos y Cuentos , entre otras obras fundamentales, son nacidas de la historia que tiene su “primer vertiente literario” cuando solo tenía ocho años, que fue cuando quedó impresionado por el paisaje de estas aguas que vino a “llenar el vacío” que dejó su madre, Concepción Espinoza, al morir, revela el poeta.

NAVEGÓ SIN LÍMITES DE FRONTERAS HASTA EL RÍO COLORADO

Entre los años 40 y 50 del siglo pasado navegó los raudales del río Colorado, en territorio costarricense, sin necesidad de pasaportes y demás trabas migratorias.

A bordo de la lancha Santa María, de su padre, navegó el río pasando por San Carlos y todos los puertos, soportando las tempestades, aguaceros e inundaciones que caracterizan esta región; de tal manera que hoy en día se encuentra escribiendo una novela, sobre toda la vida de los marineros en el lago, su vertiente principal, el río y su pluvioselva.

 El bote.  Pintura de Fernando Silva, inspirado en el paisaje del Río San Juan.
LA PRENSA/CORTESÍA.

Desde que amanecía fue también el navegar con su propio barco, La Juanita, el que ocupaba a veces en las noches de luna para pescar langostinos entre los choregales.

En esta pequeña embarcación transportaba tanto a nicas como a ticos, que venían a nuestro territorio, El Castillo, San Miguelito o San Carlos, viaje que se extendía a la isla La Juana, La Bala y las márgenes derechas de Sarapiquí, Colorado, y demás lugares fronterizos sin trabas migratorias.

El tráfico y comercio de nicaragüenses y costarricenses de un lado y otro era normal, no había pasaportes, sino cordialidad —asegura Silva— por lo que sus pobladores que habitan en los dos lados de las márgenes del río son hijos de ticos y nicas, o viceversa, con labores de pescadores, raiceros y comerciantes.

El poeta recuerda que toda la biosfera selvática estaba habitada por ticos y nicaragüenses. “Éramos la misma cosa, los ticos vivían en ranchitos y se pasaba al lado nicaragüense, esto también pasaba en San Juan del Norte donde llegaban a cargar combustible. Asimismo pescadores nicas andaban en el Colorado navegando sin pasaporte.

Al respecto, señala, que una vez tanto guardias nicas con policías ticos se unieron para atrapar un famoso delincuente, asesino y ladrón que se llamada “Garfio”, el que fue capturado en territorio costarricense. Y éstos eran los tiempos de la dictadura somocista.

Se hacían cuatro viajes a estos sitios de comercio. Y en San Carlos había grandes ventas cuyos propietarios eran ticos, una de ella era un destace de cerdo. Aún siente fresco el recuerdo del pregón: “¡Mañana matan cerdos donde la Ticanica!

Por lo que toda la margen derecha del suelo tico también estaba habitada por nicaragüenses. “Y no es verdad que Nicaragua ha invadido, estos ciudadanos han vivido siempre en estos lugares. Yo anduve pescando en el río Colorado, ahí también andaban los raicilleros nicas, y nunca les dijeron nada”.

Sobre el asunto limítrofe dijo que una de las cosas que tiene enrededa a las gentes es la siguiente: “Cuando el ancho del río se acerca a la bocana es como una gran ‘C’ abierta al mar, la que se ha hecho porque éste se ha secado. Esta parte que se ha secado están al lado de Costa Rica, pero es cauce del río, por lo que no pueden avanzar sobre los límites nicaragüenses”.

Sobre esta pretensión, el poeta deja en claro los asuntos limítrofes actuales, pero sugiere que ambas naciones lo que deben discutir amigablemente es el tema del turismo estableciendo acuerdos comerciales que los beneficien; así de esta manera pueden traer barcos que naveguen todo el río San Juan, San Carlos, Cárdenas, San Miguelito, el Lago de Nicaragua, y las Islas de Solentiname y Ometepe, mediante un gran plan turístico de primera calidad.

EL RÍO, EMBAJADA CULTURAL DE LA POESÍA

De igual manera el río de lado nicaragüense ha sido una puerta para la cultura. Para el 80 Aniversario del poeta José Coronel Urtecho, muchos poetas ticos llegaron a la casa del poeta para celebrarlo.

Rememora Silva, los poetas durmieron en hamacas, en el suelo, brindaron, comieron y bailaron, fue alegrísimo, todos estaban identificados con la alegría de la hermandad poética. Además de los poetas llegaron pintores y teatristas, estos últimos montaron en el patio una obra de teatro.

“Joaquín Gutiérrez, un gran escritor tico, perenne estaba en el río. Cuando llegaba a San José me decía: Llevame al río”.

Por lo que sugirió sería importante realizar un encuentro de escritores en las riberas del río San Juan, para unir a estos dos pueblos hermanos, para que se promueva el desarrollo turístico, y beneficie a los ribereños de ambos lados del río.

“Que esté abierto el río para que pasen los turistas del mundo, y que naveguen hasta el lago de Nicaragua en un gran plan turístico, eso significaría millones y millones de dólares para Nicaragua y Costa Rica. Ésa es la solución”.

“Yo ando el río en mis ojos, huelo el río. Y las veces que llego al río éste me saluda con un vientazo, se pone alegre, no es exageración: el río soy yo, el río es mío”, finalizó exclamando el poeta, autor de la zaga literaria, poética, narrativa y pictórica del río San Juan, Fernando Silva.

La Prensa Literaria

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