El problema limítrofe con nues- tra hermana república de Costa Rica, el que en varios laudos o sentencias de la Corte Internacional de Justicia de La Haya han sido definitivamente aceptados por ambos países, se ha reconocido el derecho y potestad absoluta de Nicaragua sobre el río San Juan, y por los mismos medios, geográficamente ha sido bien definido el límite fronterizo, el que, por mutuo descuido gubernamental, aún habiéndose comenzado el amojonamiento, atenidos a las buenas relaciones, se ha venido descuidando, dejándolo inconcluso.
Por tal razón y debido a que nuestro país por sus múltiples problemas, la mayoría originados por la politiquería interna y desvirtuando el civismo, ha eclipsado en parte importantes intereses como la educación y, apena reconocer, que por ello no se ha atendido el necesario desarrollo, sobre todo en los límites fronterizos, lo que los vecinos del sur, por qué no decirlo, de distintas maneras han sabido aprovechar. Anteriormente y por su ayuda a la expulsión del filibustero Walker, importado por politiqueros nicas, se adueñaron del extenso Guanacaste.
Últimamente mediante la concesión de navegar en el San Juan, e inconsultamente, han hecho uso y abuso de sus aguas. Así, dragando la bocana del río Colorado, sorbieron o le sirvieron a éste las opulentas aguas de nuestro antes caudaloso río y haciéndolo navegable e utilizando parte de las riberas del San Juan, han hecho un atractivo punto turístico que lo saben aprovechar. Eso es lo que les incomoda, ya que con el necesario dragado recuperamos las aguas de nuestro río, del que, por la concesión ya otorgada, ellos también se aprovecharían.
Lo antes expuesto se ha dicho hasta la saciedad, y sí, como es por todos sabido, al estar los fallos dados y aceptados, no hay ningún motivo para tensar relaciones. Como ya se ha pedido, en un diálogo bilateral incondicionado, de manera amistosa y fraterna está la solución. Lo más lógico es en sana paz y de común acuerdo establecer condiciones y con la definición geográfica estipulada continuar el amojonamiento comenzado; acatando de mutuo la frase del estadista mejicano Benito Juárez: El respeto al derecho ajeno es la paz.
Con pretexto de estar preparados a la defensa territorial, si faltase la debida y respetuosa comprensión de unos u otros, que podría llevar a situaciones posteriormente lamentables, las que suponemos nadie querría. Bien, con tal pretexto el Titular del Ejecutivo ha mandado a la Cámara Legislativa para inmediata aprobación de forma ordinaria, un paquete de leyes sin ninguna reglamentación, las que según la opinión de consabidos juristas, si fuesen aprobadas darían poderes omnímodos al gobernante.
Tales leyes como se ha dicho, por la urgente solicitud para su aprobación de forma ordinaria. Con solo haber quórum, se dice podrían aprobarse con menos de 47 votos. Además, en el texto de las mismas se condiciona que su abolición solo podría ser con los 56 votos, que para determinados casos establece la Carta Magna. En resumen, si dichas leyes inconsultamente, por ingenuidad, irresponsabilidad o canallesca traición fuesen aprobadas, la soberanía constitucional del pueblo generalmente quedaría abolida.
Es obvio que de la misma manera la Constitución Política de la República por la que debe regirse el Estado en general, habiendo sido debidamente aprobadas, dichas leyes así estatuidas, son médula vital de la consistencia social y fundamento básico del Estado, las que sin excepción deben ser de estricto cumplimiento por gobernante y gobernados. Aunque nada es perfecto, si tales leyes fuesen cumplidas cabalmente, nada faltaría para la seguridad; y en paz y buena vecindad, siendo innecesarias más leyes para fomentar el desarrollo y vivir en plena libertad. Dios misericordioso nos ilumine.
El autor es Miembro de Ciudad de Dios y Redemptor Hominis.
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