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Porfirio Altamirano venció a Cuba y los Estados Unidos con la Selección Nacional de Beisbol de Nicaragua. LA PRENSA/CORTESÍA

Un brazo de otra galaxia

De 1972 a 1984, Porfirio Altamirano construyó una de las carreras más espectaculares en la historia del beisbol nicaragüense, saltando de una comunidad campesina, Wiscanal, al equipo más popular del país, el Bóer, luego mostró su clase con la Selección Nacional de Nicaragua, blanqueando a Cuba y a los Estados Unidos, antes de quebrar el récord de juegos salvados en el beisbol profesional de Venezuela, una vez que había ascendido a las Grandes Ligas con los Filis de Filadelfia.

De 1972 a 1984, Porfirio Altamirano construyó una de las carreras más espectaculares en la historia del beisbol nicaragüense, saltando de una comunidad campesina, Wiscanal, al equipo más popular del país, el Bóer, luego mostró su clase con la Selección Nacional de Nicaragua, blanqueando a Cuba y a los Estados Unidos, antes de quebrar el récord de juegos salvados en el beisbol profesional de Venezuela, una vez que había ascendido a las Grandes Ligas con los Filis de Filadelfia.

A ese súper pitcher de brazo de acero, lanzamientos con potencia de cañón y corazón de guerrero, se le dedica la XX Ceremonia de Premiación de la Asociación de Cronistas Deportivos de Nicaragua, esta noche en el hotel Holiday Inn.

Altamirano fue el mejor lanzador de los campeonatos nacionales en los años setenta, reuniendo 105 victorias por 43 derrotas, con 1.77 en efectividad, que es la más baja de estos torneos, compartida con Sergio Lacayo. Nunca lanzó por encima de 1.80 de efectividad en la época de oro del pitcheo, que concluyó en 1975 con la aparición del bate de aluminio.

Cuando los “fierros” entraron en acción, Altamirano mantuvo su autoridad en la colina, conquistando dos triples de coronas consecutivas, en 1977 y 1978, con 40 triunfos y solamente siete fracasos en la suma de los dos años.

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Porfirio Altamirano saltó al beisbol profesional a los 28 años y a los 30 debutó en las Grandes Ligas.

Nadie sabe qué hubiese pasado de haber sido reclutado 10 años antes, pero al menos el destino nos permitió contemplar por un buen rato a un tirador de otra galaxia en nuestro beisbol.

Para muchos entendidos, Porfirio ha sido uno de los tiradores más veloces de todos los tiempos en nuestra pelota.

Su combinación de súper lanzador y temido bateador al mismo tiempo fue excepcional.

Pero quizá la mayor virtud, y que aún la mantiene inalterable, es su humildad. Ahí sigue tirando encima de las 90 millas.

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De 1974 a 1978 tuvo el sorprendente promedio de 19.4 victorias por campaña, con 97 éxitos en este período. Fue cinco veces líder en triunfos, cinco veces el máximo ponchador y obtuvo dos títulos en efectividad. Tuvo cuatro lideratos en juegos completos, tres de innings lanzados y dos de blanqueadas.

Siempre tuvo la reputación de ser un buen bateador, pero en 1977 y 1978 su swing se elevó al nivel de los mejores con 17 y 16 jonrones, respectivamente. Aún sin ser un artillero a tiempo completo, en los años setenta solamente Ernesto López, Pedro Selva, Luis Fierro. Calixto Vargas y Róger Guillén tuvieron dos años sucesivos de 15 o más vuelacercas, igual que Porfirio.

La fiereza del “Guajiro” fue dentro y fuera del territorio nacional, con sonados triunfos por blanqueada de 5-0 sobre Cuba, en el Mundial de 1976, y 4-0 frente a Estados Unidos, en la Copa Intercontinental de 1977.

Después de “quemar” el beisbol amateur y a los 28 años de edad, Altamirano aceptó una oferta para jugar a nivel profesional con el equipo Amigos de Miami, de la Liga Interamericana en 1979 y ese mismo año hizo su primera incursión en la liga venezolana con las Águilas de Zulia.

DE ZULIA A FILADELFIA

De ahí fue capturado por los Filis, quienes de inmediato lo pusieron en su sucursal en Triple A en Oklahoma City, en donde demostró su calidad tanto como abridor y relevista, que finalmente fue la función con la que llegó a las Mayores en 1982, convirtiéndose en ese momento en apenas el quinto big leaguer nica. Tras el “Guajiro”, hubo que esperar 13 años para que otro pinolero, Marvin Benard, alcanzara el Big Show.

En Venezuela se estableció como el mejor relevista de la liga, atrapando el liderato de victorias en la temporada 1981-82 y luego fue el máximo salvador por cuatro años seguidos, incluyendo la cifra récord de 20 en la campaña 1983-84. La marca del “Guajiro” duró 15 años, hasta que el panameño Santos Hernández la derrumbó con 21 rescates.

Porfirio salvó 58 juegos en seis temporadas con Zulia y es sexto en el ranking de rematadores en la historia de más 60 años de la liga venezolana. En 1984 ayudó a las Águilas a conquistar el campeonato y asistió a la Serie del Caribe.

El derecho de Wiscanal, Ciudad Darío, debutó en las Grandes Ligas el 17 de mayo de 1982, con relevo final de una entrada perfecta en la derrota de los Filis 6-0 ante los Padres de San Diego. Dos días después consiguió su primera victoria en las Mayores, con relevo de dos entradas en blanco frente a los Dodgers, mientras Filadelfia venía desde atrás para imponerse 9-8.

El “Guajiro” pasó dos años en Filadelfia, junto a los futuros miembros del Salón de la Fama Pete Rose, Mike Schmidt y Steve Carlton.

En marzo de 1984 fue transferido a los Cachorros de Chicago y al finalizar la temporada fue enviado a los Yanquis de Nueva York, con quienes jamás jugó porque en Venezuela se lesionó el codo en medio de una trifulca en el campo de juego, poniendo fin a la carrera de este súper lanzador.

Deportes Porfirio Altamirano archivo

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COMENTARIOS

  1. boer66
    Hace 13 años

    este si era lanzador no lo que tenemos hoy que epoca ,yo lo conoci

  2. Julio
    Hace 13 años

    Cuando se nace con talento y humildad, como Porfirio “El cielo te sirve de alfombra.”

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