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¿Es exitosa la economía?

Por José Luis Medal

Insistentemente se hace mención de un supuesto gran éxito económico durante los últimos años. Se señala, entre otras cosas, que el PIB creció a una tasa del 4 por ciento en el 2010, que las exportaciones alcanzaron una cifra récord de 1,900 millones de dólares y que la pobreza ha disminuido sustancialmente. Supuestamente jamás hemos estado mejor que ahora.

Naturalmente que no se hace mención, que según cifras del Banco Mundial, (disponibles en la página web www.wri.org), el PIB per cápita de Nicaragua del año 1977, fue de 1,531 dólares (en dólares constantes del año 2000) y que el PIB per cápita del 2009 fue de escasamente 870 dólares (en dólares constantes del año 2000). El sólo hecho que el PIB per cápita de hoy sea en dólares constante menor que el de hace 33 años, hace absurda cualquier pretensión de un supuesto éxito económico.

Tampoco se menciona que las exportaciones per cápita y totales del año 2010 fueron menores en dólares constantes a las de hace 33 años. Inclusive en términos de volumen de producción per cápita, no hemos hecho mayores avances. Hoy producimos menos o casi similar volumen per cápita, de café, caña de azúcar, banano o ajonjolí que hace 33 años y el algodón desapareció. Tampoco, se hace referencia a que Nicaragua tuvo en el año 2010, según el informe de la CEPAL, el déficit comercial más alto de América Latina en relación al PIB, con la excepción de Haití, o el hecho, que según las cifras del Banco Central, el salario real promedio nacional en córdobas constantes del año 1994, creció de 1,285 córdobas en 1997 a 1,671 en el año 2006 y ha disminuido en los últimos 4 años, a 1,517 córdobas. Según esas cifras del BCN los asalariados son hoy más pobres que hace cuatro años y para ellos, no existe el supuesto gran éxito económico. La tasa de desempleo abierto aumentó y prevalece un elevado subempleo.

Es cierto sin embargo, que el país ha gozado de una relativa estabilidad macroeconómica durante los últimos 20 años (1991-2010), en el sentido que no hay hiperinflaciones ni hiperdevaluaciones como en los ochenta. La inflación es relativamente baja, continúa el deslizamiento cambiario y las reservas internacionales son suficientes. Los gobiernos neoliberales de los últimos 20 años, han seguido al pie de la letra la política fondomonetarista de controlar el déficit fiscal y no usar en exceso la maquinita de imprimir billetes. Somos los mejores alumnos del FMI, lo que mantiene la relativa estabilidad macroeconómica. También se ha seguido, la política neoliberal de libre comercio, libre empresa y de reinserción en la economía mundial. Ello ha permitido un repunte de las exportaciones, sobre todo a partir del año 2000. Sin embargo las tasas de crecimiento del PIB han sido insuficientes, y las reducciones en los niveles de pobreza, muy modestos. A lo largo de todo el período 1990-2010 la tasa de crecimiento promedio del PIB fue del 3 por ciento. En el subperíodo 2000-2006 fue de 3.46 por ciento y se redujo a un promedio de 2.1 por ciento en los últimos cuatro años (2007-2010). Se requiere crecer a una tasa sostenida de crecimiento, de no menos del 7 por ciento para reducir de manera efectiva y sostenible los niveles de pobreza.

Cabe destacar que las tasas de crecimiento de todo el período 1990-2010 son significativamente menores que las logradas durante el gobierno de los Somoza. Basta hacer mención que entre 1961 y 1977 la tasa de crecimiento promedio del PIB fue cercana al 7 por ciento, significativamente mayor que las de los últimos 20 años. Con los Somoza hubo crecimiento, pero no hubo sostenibilidad institucional, política, social y ambiental. El deseo de perpetuarse en el poder llevó a la debacle de los años ochenta. La lección de ese período es que crecer no es suficiente, se requieren instituciones democráticas para un desarrollo sostenible. Las tasas de crecimiento actuales son menores, pero la destrucción institucional es similar.

Debemos de aprender de la principal lección del período de los Somoza: la institucionalidad democrática, importa. Según un estudio del FMI si Nicaragua tuviese instituciones con la calidad de las de Chile, nuestra tasa de crecimiento promedio aumentaría en un 3.4 por ciento. Se requieren instituciones sólidas para lograr un desarrollo sostenible sólido. Si creamos verdaderas instituciones y un real Estado de Derecho, y aumentamos la productividad de los factores de producción (lo que incluye una revolución en el sistema educativo), podremos aprovechar la oportunidad que resulta de los mejores precios de los productos de exportación. Por el contrario, si predomina la tesis, de que lo único importante es aumentar la actual modesta tasa del crecimiento del PIB y de que la institucionalidad democrática es irrelevante, ello tendrá graves consecuencias para el futuro.

El autor es economista

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