Nagarote es conocido como municipio azul porque está siempre limpio. Pero a juzgar por el estado de sus bosques, difícilmente sería reconocido como municipio verde. Si la gente sigue consumiendo leña como hasta ahora, en cinco años no tendrá un solo bosque.
El dato no sólo vale para Nagarote. El consumo de leña en el Pacífico de Nicaragua es tan voraz, que es una amenaza real para casi 20 de las 25 áreas protegidas de la zona, según estimaciones del Club de Jóvenes Ambientalistas.
Las únicas áreas protegidas que no están protegidas son las que están en manos militares, como la península de Chiltepe, otras bajo fuerte resguardo municipal como la laguna de Tiscapa, o las más inaccesibles como Los Guatusos al sur del Gran Lago de Nicaragua.
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RELOJ DE TIEMPO PARA BOSQUES
Un estudio de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible (Fundenic SOS) indica que si el consumo de leña se mantiene igual en Nagarote, La Paz Centro, San Francisco Libre, San Rafael del Sur y Tipitapa, todos los bosques desaparecerán en 12 años.
Jacinto Sánchez, director de Proyectos de Fundenic SOS, advierte que la realidad del consumo de leña es tal que San Francisco Libre es un paraíso en comparación con los otros cuatro municipios mencionados arriba.
Al menos eso es lo que dicen las proyecciones. Mientras Nagarote está a punto de convertirse en un desierto absoluto, a San Francisco Libre todavía le quedan más de 103 años de leña si la extracción mantiene su ritmo actual.
A La Paz Centro le quedarían 26 años y medio de leña, San Rafael del Sur tendría para poco más de 16 años y Tipitapa alcanza los nueve años de abastecimiento de leña.
A juicio de Sánchez, la situación de Tipitapa es grave porque, contrario a lo que se piensa, es de este municipio de donde llega la mayoría de los camiones cargados de leña hacia Managua.
“Siempre se piensa que vienen de San Francisco Libre, pero no pueden salir de ahí siempre porque es muy costoso y la carretera no siempre es buena, viene mucha leña de Tipitapa”, remarca Sánchez.
ASÍ ES EL NEGOCIO DE LEÑA LEGAL E ILEGAL
El negocio de la leña también viene en cadena. Normalmente el dueño del bosque, o de los palos que quedan en la finca, ofrece los árboles al extractor. El precio puede estar arriba o por debajo de los mil córdobas.
Hacer leña el árbol puede costar hasta siete mil córdobas, según Fundenic SOS, entre el pago de la tala y los trabajadores que cortan el árbol. Otros dos mil costaría poner la leña en Managua.
Normalmente los mayoristas son los mismos transportistas, aunque hay ventas o personas que compran por mayor. Al final, las tortilleras y la gente de barrios pobres o en pobreza extrema compran los manojos a dos córdobas y las rajas hasta siete.
Los camiones llegan a las ciudades, especialmente a Managua, generalmente de noche o en horas de la madrugada. Esto explica por qué la Fundación estima que sólo el dos por ciento de la leña que se vende es legal.
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