MUTACIONES
¿Qué pasó con el padre Neguib Eslaquit? Este párroco del municipio de Dolores, Carazo, se hizo conocido por sus posiciones fuertes y públicas contra los desmanes del gobierno y el partido sandinista, pero un día ¡plaf!.. Cambió. En febrero del 2010, el padre Eslaquit llamaba al pueblo a la resistencia sonando cacerolas, marchando, porque decía “somos un pueblo pacífico, pero no pendejo”. Sin embargo, cuatro meses más tarde apareció sorpresivamente a la par de la pareja presidencial, y aunque dijo ser un hombre libre y que nadie le tenía “un vídeo chingando a alguien”, nunca más se volvió a oír aquella voz recia que llamaba a la resistencia. Castrado totalmente.
EPIDEMIA
La del padre Eslaquit es una de las muchas repentinas conversiones que vienen ocurriendo en Nicaragua, como si una rara epidemia estuviese atacando esta región. No sé cuándo comenzaron con exactitud, pero sí sé que la más extraña de todas fue la del cardenal Miguel Obando y Bravo. El 18 de octubre de 1996, poco antes de que la ciudadanía saliera a votar, Obando soltó aquel famoso viborazo con dedicatoria: aunque no lo dijo, todo mundo supo que comparó a Daniel Ortega con una víbora moribunda, la cual podría atacar la misma mano que le diera abrigo. Tan antisandinista era, que resultó extraño cuando en el 2002 recibió una visita de Ortega que se juntó con ciertas acusaciones que pesaban sobre su protegido, Roberto Rivas, y la extraña deserción de unos de sus más antiguos asistentes personales. ¿Qué hablaron Ortega y Obando ese día? Nunca se supo. Pero lo cierto es que las acusaciones contra Rivas se retiraron y el cardenal se volvió dócil y se le empezó en ver en cuanto evento Ortega quiera que esté.
VARITA MÁGICA
¿Qué paso con Eslaquit y con Obando? ¿Cuál es la historia que no conocemos? Sospechamos que ahí hay algo más. Y las mutaciones continuaron: Alejandro Bolaños, del partido conservador; el alcalde Eulogio Mejía, de Granada, y hasta aquel señor que coreaba ¡Arnoldo! ¡Arnoooldo! dejó de hacerlo de repente y empezó a gritar ¡Daniel! ¡Daniel! ¿O Daniel Ortega tiene una varita mágica o aquí hay explicaciones que están faltando?
FIDELIDADES
¿A qué le seremos fieles? El problema, para mí, no es ser fiel a los nombres o a los partidos. Lo importante es ser fiel a los principios. No se puede un día exigir libertad y al siguiente bendecir al mismo que a garrotazos no deja elegir ni expresarse o movilizarse libremente. No se puede condenar una dictadura y avalar otra. Y es incluso natural que alguien abandone un partido o le pierda el respeto a un líder que ha dejado de representar los principios que alguna vez se pudieron ver en él, pero no lo es que uno termine acogiendo como “bueno” lo mismo que antes condenaba como “malo”.
PERMISIONES
Y es precisamente la gran tragedia que estamos viviendo en Nicaragua. Hemos terminado aceptado como “buenos” todas aquellas prácticas que moralmente condenamos sólo porque las realizan los miembros del grupo con el que nos identificamos, y condenamos, por buenas que sean, cualquier práctica del grupo que adversamos. De tal forma, que la corrupción es buena si es para llenar las arcas del partido o el bolsillo de quienes lo controlan, el fraude es legítimo si eso nos permite ganar las lecciones, y las leyes valen cuando sirven para reprimir a nuestros adversarios y dejan de valer cuando se convierten en obstáculo a nuestras pretensiones. ¡Así no se puede!
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A