A pesar del discurso triunfalista del presidente Daniel Ortega de que en su actual administración ha cumplido a la clase trabajadora, pues está acabando con el desempleo a la vez de mejorar los salarios, la realidad lo desmiente.
En los cuatro años del gobierno de Ortega el salario mínimo promedio apenas alcanza para que un trabajador adquiera el 45 por ciento del valor de la canasta básica, la cual se ha encarecido en un 67 por ciento en el mismo período.
Y a pesar que el bono “solidario” de 700 córdobas que le pagan a los empleados públicos puede ayudar a cubrir parte del déficit, es usado por Ortega como un señuelo electoral a la caza de votos para su ilegal reelección.
En materia de generación de nuevos puestos de trabajo, también persiste una gran deuda, pues de la población que conforma la fuerza laboral en el país, las cifras oficiales indican que hay más 1.2 millones de desempleados.