El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, calló ayer respecto de la muerte de Osama bin Laden, líder de Al Qaeda.
Los medios de comunicación prooficialistas se limitaron a informar brevemente acerca del operativo que dirigió Estados Unidos en Pakistán para matar a Bin Laden, quien en 2001 ordenó un atentado terrorista en contra de las torres gemelas en Nueva York.
Tras los atentados de 2001, el entonces candidato presidencial, Enrique Bolaños, relacionó a Ortega con los terroristas durante la campaña electoral de ese año que perdió el dirigente sandinista.
Ortega sí criticó el sábado la muerte de un hijo y tres nietos del líder de Libia, Muamar Gadafi, tras un ataque de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Contrario al silencio de Ortega en Nicaragua, en el resto de Latinoamérica hubo reacciones encontradas sobre el asesinato de Bin Laden.
El presidente de Perú, Alan García, afirmó que la muerte del cabecilla terrorista Bin Laden es el “primer milagro” del papa Juan Pablo II, beatificado el último fin de semana.
El vicepresidente de Venezuela, Elías Jaua, criticó que se celebre la muerte de Bin Laden y se use el asesinato “como instrumento para la resolución de problemas”.
El canciller uruguayo, Luis Almagro afirmó que el líder de Al Qaeda “tenía cuentas pendientes con la justicia y con el mundo”.
Chile calificó de “buena noticia” la muerte de Bin Laden, indicó el canciller Alfredo Moreno.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, llamó a “perseverar” en la lucha mundial contra el terrorismo, al felicitar a su homólogo estadounidense Barack Obama y a las fuerzas de seguridad de ese país por la operación en la que murió Bin Laden.
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