Querida Nicaragua: Desde hace largo tiempo aprendí que a los necios no hay que hacerles caso. El pueblo, sabio por naturaleza, encontró la sentencia ideal: “a palabras necias, oídos sordos”.
He descubierto que tengo una andanada de depredadores, algo así como nidos de comejenes que pretenden acabarme a mordiscos todos los días. Enciendo la televisión y siempre hay alguien que está hablando mal de mí. Yo no tengo relación con ninguno de ellos, pero se ocupan de mí como si les hubieran encargado un trabajo de demolición permanente, como si estuvieran ganando un jugoso salario o seguramente alguna prebenda especial o el favor incondicional de aquellos que tienen bodegas enteras llenas de dinero. Por supuesto que no me detengo a escucharlos o a verlos, pues ya sé lo que van a decir. Me preocuparía si me elogiaran, pues no espero ser elogiado por mercenarios de la pluma y de la lengua.
Y claro que mucha gente los escucha porque la morbosidad se vende. Encuentro amigos en la calle o en oficinas públicas o que me visitan con frecuencia y me dicen de las ofensas que emiten estos mercenarios, por orden, naturalmente de sus amos, de sus caudillos momentáneos.
Entre mayor es el entusiasmo de los distritos de Managua y de todos los municipios que he visitado, mayores son los epítetos burlescos y las ofensas que recibo.
Lo único que significan las ofensas es que la Unidad Nicaragüense por la Esperanza, la alianza UNE-PLI, cada día tiene más aceptación y por lo tanto más votantes a su favor. Cuando yo le hablo a los campesinos de El Jícaro, Murra, El Rosario, Quilalí, Wiwilí, San Fernando, Mozonte y ellos amalgaman en su mente el nombre de Fabio con el de Pancho Madrigal, estallan de emoción y sienten que les está hablando un hombre sincero, honrado, sencillo como ellos, a quien quieren abrazar, tocar, platicar con él. Y ese es el éxito que no resisten los adversarios. Cuando les pido humildemente su voto y una oración diaria para conseguir la montaña de votos que necesitamos, estallan los aplausos. Cuando invoco el nombre de Dios que dirige nuestra lucha democrática igualmente se entusiasman porque son creyentes.
En la gira por los municipios de Nueva Segovia pudimos escuchar a nuestro pueblo, hablamos cara a cara con ellos, vimos el estado del camino entre El Jícaro y El Rosario y prometimos solicitar o reabrir ahí la cuenta Reto del Milenio que generosamente los Estados Unidos han ofrecido al Gobierno de Nicaragua sin que este le preste atención.
Hemos encontrado en esta zona heroica, donde la Contra combatió con alma vida y corazón, la inquietud de las madres que perdieron dos, tres y hasta cuatro hijos en esa guerra, lisiados en sillas de ruedas, hombres mutilados que siguen trabajando por su terruño y que no tienen ayuda de ninguna especie. Fuimos a conocer sus problemas y a comprometernos en solucionarlos. Mundo Jarquín y yo, dos segovianos nacidos en Ocotal, terminamos nuestra gira de esta semana con una enorme caravana en la cabecera departamental que culminó con un conversatorio amplio en el edificio de la Cruz Roja de la localidad.
No desconocemos todos los juegos sucios del gobierno orteguista. Andan repartiendo cédulas como cartas de naipe a los alumnos de primaria, no quieren entregar cédulas a los demócratas, le huyen a la observación internacional, pero nosotros tenemos fe en Dios y en nuestro pueblo. Y si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros?
El autor es director general de Radio Corporación
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