Con gran tristeza he visto y oído los pleitos de los partidos políticos por las diputaciones, de cara a las próximas elecciones generales a realizarse en noviembre próximo. Muchos de ellos dicen que la calle está dura y por eso la oposición va partida en varios pedazos, para ver cuántos legisladores suman en los comicios electorales.
Lo peor ha sido que los del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) con miembros de la cúpula del Partido Conservador han vendido las candidaturas a diputados al mejor postor, violando la Constitución Política que establece bajo qué criterios los ciudadanos pueden llegar a obtener un escaño.
Escuché al diputado José Pallais decir que en una campaña electoral se gasta mucha plata y por eso están cobrando a las personas que van en las listas de candidatos a diputados en esa alianza política, con una desfachatez tremenda, como si fuese algo normal y legal.
Lo peor para mí fue escuchar al presidente del Partido Conservador, Alejandro Bolaños Davis, reafirmando que las candidaturas a diputados en esa organización se cobran y que una persona como Marlene Duarte, activista de ese partido, no puede optar a una silla en el parlamento por no tener recursos económicos.
La Carta Magna de Nicaragua señala las cualidades que se requiere que debe tener un ciudadano para ser diputado. Dice textualmente: “Ser nacional de Nicaragua, hayan adquirido otra nacionalidad deberán haber renunciado a ella al menos cuatro años antes de verificarse la elección. Estar en pleno goce de sus derechos civiles y políticos. Haber residido en forma continuada en el país los cuatro años anteriores a la elección, salvo que durante dicho período cumpliere misiones diplomáticas, o trabajare en organismos internacionales o realizare estudios en el extranjero. Además, haber nacido o haber residido durante los últimos dos años en el departamento o región autónoma por el cual se pretende salir electo”.
En ningún momento dice que se debe pagar para aparecer en lista de diputaciones, y eso no es justo para personas honestas que desean optar a estas posiciones y por no tener recursos económicos, que son la mayoría de la población nicaragüense, no llegan a esos escaños, como es el caso de Marlene.
Yo creía que el señor Alejandro Bolaños Davis tenía una posición digna frente a los retos que exige esta Nicaragua de tiempos difíciles, sin embargo deja mucho que desear. Yo considero que si no puede ni honrar los compromisos con sus militantes, menos con un pueblo sediento de justicia, democracia y Estado de Derecho.
Coincido con el Obispo Auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, quien dijo hace pocos días en una homilía dominical que en Nicaragua “valores confundidos” que “al bien se le llama mal” y “al mal se le llama bien”, lo cual es una gran verdad y eso es lo que vemos en la mayoría de partidos políticos como si poco les importa la opinión del pueblo, que son sus próximos electores a menos que fabriquen los votos en La Paz Centro.
Yo creo que el trabajo de los medios de comunicación, al igual que de la Iglesia, debe ser enseñarle a las personas la realidad del país, darle luces en medio de tantas tinieblas que trae este ambiente electoral donde reina la mentira disfrazada de verdad, el abuso de poder, la manipulación y el lavado de cerebro, de gran parte de los actores políticos. ¡Que Dios Bendiga a Nicaragua en estas elecciones presidenciales!
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