“Una de las penalidades de rehusar a participar en la política es que usted termina siendo gobernado por sus inferiores” . Platón
Martín Niemoller fue un pacifista alemán que murió a los 92 años en 1984.
Siendo joven combatió en la Primera Guerra Mundial con el ejército alemán y fue condecorado.
Su gran error fue decir que su único “führer” era Dios y no Hitler, por lo que fue prisionero en un campo de concentración.
Al salir se convirtió en presidente de un concilio de iglesias y en su discurso de aceptación leyó lo que ha sido considerado una especie de credo de aquellos ciudadanos que tienen la esperanza de propiciar un cambio y que a veces se decepcionan porque el resto solo quiere estar de espectadores.
Este credo a pesar que fue escrito en 1945, tiene una extraordinaria vigencia cada vez que en países como Nicaragua se acerca un proceso electoral.
“Primero vinieron por los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí, pero para entonces ya no quedaba nadie que dijera nada”.
Aplicando el credo político de Niemoller, tan conocido a nivel mundial, podríamos hacer un parangón de lo que está sucediendo en el actual proceso electoral:
Primero nos impusieron una candidatura presidencial ilegal e ilegítima violando la Constitución Política y los que pudieron haberlo impedido con el uso del derecho, no lo hicieron.
Luego un grupo de magistrados de facto de la Corte Suprema ratificó dicha candidatura con una sentencia espuria y tampoco hubo suficiente oposición.
Después dividieron a la oposición y oxigenaron minipartidos políticos extrayéndolos del sepulcro para tratar de presentar una imagen de pluralismo al exterior y muchos se prestaron a ese juego.
Luego procedieron a ejecutar un proceso de cedulación partidaria violentando preceptos legales y los principios elementales de la ética y el resto terminó aceptándola.
Seleccionaron las juntas receptoras de votos con miembros afines a su propio partido y sus aliados y el resto de los contendientes quedaron como espectadores.
Rechazan cualquier tipo de observación electoral, utilizan recursos e instituciones del Estado para propaganda política, manipulan niños en forma partidaria, se adjudican medios de comunicación, controlan y distribuyen la publicidad estatal privilegiando sus medios y terminamos aceptándolo también.
Se defraudan fondos de instituciones estatales, se enriquecen rápidamente funcionarios y gestores, se presentan testimonios y pruebas ante la Contraloría, Policía y otras instituciones y la mayor parte de la población sigue con atención las noticias, pero como no es con ellos, pasan desapercibidas.
Niemoller debió haber leído a Platón y a Einstein cuando este último escribió “que la vida es peligrosa no por las personas que hacen mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.
La falta de participación ciudadana en las grandes, medianas y pequeñas decisiones es lo que hace la diferencia.
Por eso, si el autor de ese credo político tan hermoso y aleccionador viviera en Nicaragua en estos momentos, se preguntaría: “Y vos. ¿Cuando crees que llegarán por vos?”.
El autor es periodista y escritor.
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