Un grupo de exempleados de la Dirección General de Ingresos (DGI), que fueron despedidos desde hace más de dos años sin que les paguen sus prestaciones laborales, volvió ayer a plantarse frente a las instalaciones de esa institución para reclamar que cumplan con lo establecido por la ley.
“Ahora que se les ganó el caso, no le dan cumplimiento a la sentencia desde octubre del 2010”, reclamó Norma Elena Mora, mientras permanecía frente a la entrada principal de la DGI.
Ella es una de los más de 800 despedidos de esa institución durante la Administración de Walter Porras, que reclama el pago de su liquidación, pero nadie la escucha.
“Tengo una sentencia que me dio el Juzgado, dice que en tres días me den respuesta y dice que es de ineludible cumplimiento… dice que me reintegren, me paguen el tiempo caído porque violaron mis derechos cuando me despidieron porque yo era miembro de un sindicato… me violaron los derechos”, dijo Mora.
Sin embargo, la afectada no ha podido decirle esto a ninguna autoridad porque nadie los ha querido atender.
Álvaro Leiva Sánchez, de la Federación Democrática de Trabajadores del Servicio Público y quien acompañó a los reclamantes, criticó la falta de sensibilidad de las autoridades estatales.
Recordó que la DGI adeuda a los despedidos 25 millones de córdobas.
“Son ciudadanos que tienen familias y que han pasado un proceso de cuatro años, como que tuviéramos un estado esclavista, porque ¿dónde se ha visto despedir a un trabajador y que no se le garanticen sus prestaciones sociales que en derecho corresponde?”, cuestionó Leiva Sánchez.
En esto, dijo el sindicalista, no hay igualdad. “Yo quisiera hacer una pregunta, que si la liquidación de Walter Porras Amador ya fue cancelada… no tengo la menor duda que ya se canceló”.
Leiva Sánchez anunció que recurrirán ante la oficina de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas para exponer la situación de violación de los derechos humanos a la que han sido sometidos los despedidos.
Además advirtió que están dispuestos a salir a las calles para presionar.
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