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Carlos Alberto Rosales Purizaca

El carácter social del hombre

Para reconstruir esta sociedad, que se ha vuelto ciega frente a lo trascendente, es momento que la persona piense y reflexione sobre sí misma, sobre cómo vive, sobre sus decisiones. Hay que rescatar la dimensión espiritual del hombre.

Querer ser mejores personas implica una coherencia de vida, una integridad humana que esté tan calada en nuestro interior que no permita claudicación alguna. Lo que propongo es una ética centrada en la apertura externa del ser humano. Para fomentar el cultivo del carácter social del hombre es menester terminar con la cultura del individualismo. La calidad moral de nuestras obras determina el legado humano que cada uno deja para la sociedad, para los demás.

Lo contrario del amor no es solo el odio sino el egoísmo. El amor es el núcleo de todo auténtico humanismo. La persona ha nacido para amar; si no ama su vida no tiene sentido alguno. La mayor paz que se genera en la persona es aquella que obtiene consigo misma, con los demás y con Dios.

La persona está llamada a bajar del balcón de la arrogancia, de la soberbia, de la mentira, de la envidia, del egoísmo. Los enemigos principales del hombre son la falsedad y el mal. Hay que acercar al hombre con la verdad. Este encuentro le exige una conversión profunda, le plantea una nueva forma de vivir y ver las cosas.

A la persona se le demanda una nueva actitud frente a la vida. No importa si algún día caemos, lo importante es volvernos a levantar. Hay que sustituir la palabra “caída” por la palabra “cambio”. La palabra clave en todo error es “aprender”. Debemos enseñar a las personas a superar el fracaso. Cada obstáculo que se le presenta al hombre es una oportunidad y una prueba para demostrar su integridad. El desafío moral es enfrentar y derribar ese miedo a ser diferentes.

El carácter determina en buena parte el protagonismo en el cambio de la propia vida, es él quien permite adueñarme del manejo de las circunstancias o dejarme llevar por ellas. Por ello, el mejor reto de la educación consiste que la persona quiera el bien y aborrezca el mal. Porque elegir lo bueno implica reafirmar lo que somos. La clave primordial de la ética es aprender a elegir el bien. Libertad y responsabilidad no se contraponen sino que se complementan.

En esta sociedad en la que las medias palabras valen más que las verdades, hay que exigir la abolición de la maledicencia, la calumnia, la deshonra. Por tanto la educación de la palabra es hoy una tarea decisiva. El desafío ético de la persona es saber navegar en medio de tantas tempestades que ponen a prueba su talante moral.

La calidad humana hay que medirla en función de lo que se es y no de lo que se tiene, de lo que se hace o de lo que se dice. Hay que propiciar la cultura de la excelencia. Mejorar nuestra capacidad de medir las consecuencias de lo que hacemos. La sociedad actual exige personas que sean capaces de tener la suficiente humildad para reconocer sus errores y fortaleza para corregirlos. No basta con entender la vida, hay que saber vivirla. Es la persona quien decide responder a la pregunta de la vida, nadie puede sustituirla en dicho intento.

 

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Opinión carácter social hombre archivo

COMENTARIOS

  1. ALONDRA DE LUZ
    Hace 13 años

    MAS que perfecto su mensaje ; para purificar el pensamiento latente en en la sociedad actual.

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