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En mayo del 2010 doña Blanca López habló con Magazine. Erika Gertsch Romero, periodista del equipo, reescribió la historia esta vez con todos sus personajes. Sergio Ríos, presidente de HEMCO, leyó la revista y buscó a la “miliciana de Waswalito”.

Sin fusil y con casa

Sonríe. Llora. Ahí está ella, rodeada de su prole. Tiene tantas cosas que decir, que solo da gracias y continúan las risas y las lágrimas. Sentimientos encontrados. Pero todos están felices, así lucen en la foto: doña Blanca, su esposo, sus hijos y Sergio Ríos. Tres manzanas de tierra y una casa tan nueva que la madera de la que está hecha aún respira la pintura verde que vuelve más intensa la imagen.

 

Fotos LA PRENSA/ O. Navarrete/ Archivo

 

Sonríe. Llora. Ahí está ella, rodeada de su prole. Tiene tantas cosas que decir, que solo da gracias y continúan las risas y las lágrimas. Sentimientos encontrados. Pero todos están felices, así lucen en la foto: doña Blanca, su esposo, sus hijos y Sergio Ríos. Tres manzanas de tierra y una casa tan nueva que la madera de la que está hecha aún respira la pintura verde que vuelve más intensa la imagen.

Para que doña Blanca López esté ahí, posando para la cámara, con su familia y las llaves de su nueva casa en las manos ocurrieron muchas cosas. Un fotógrafo que captó su imagen con un fusil al hombro y amamantando a su bebé hace más de 20 años, una fotografía que se volvió famosa, un reportaje publicado recientemente en LA PRENSA, un hijo ya adulto que reconoce a su madre, y una empresa que decide ayudarla a cumplir su sueño de tener una casa.

Ya no es solo la miliciana de Waswalito, como se le bautizó. La mujer, el bebé y el fusil. Ahora es Blanca López y su familia. Ella recibe tierras, casa y recupera las esperanzas perdidas. El regalo viene de manos que ella no conocía. HEMCO, empresa minera, de producción energética y forestación que trabaja en la zona norte del Atlántico del país, decidió recompensar a una mujer que fue imagen emblemática en la historia de Nicaragua.

Es doña Blanca López del Socorro López Hernández. Ahora da su nombre completo, no quiere que la vuelvan a olvidar. Su historia recobró vida en febrero del 2010, dentro del reportaje Detrás de la cámara, vida, dolor y esperanza, publicado en la Revista Domingo de LA PRENSA, donde aparecía la miliciana de Waswalito.

Antonio López Pérez se reconoció a sí mismo como el bebé que se amamantaba del pecho desnudo de su madre armada con un AK 47 al hombro.

“Yo ya sabía que la foto existía porque mi mamá me platicaba de cuando participó en la lucha sandinista, ella misma me había pedido buscar la foto pues le habían dicho que alguien la andaba buscando para hablar con ella, tenía esperanza que la ayudaran”, cuenta Antonio López.

“Busqué la imagen en Internet y la primera vez que la vi fue en un vídeo de la canción de Arlen Siú. Pero ver a mi madre en el periódico y conocer por primera vez al hombre que tomó la foto me impresionó. Perdí el miedo y llamé a LA PRENSA”.

Así fue como por primera vez se supo quiénes eran esos personajes que Orlando Valenzuela, aquel joven y audaz fotógrafo, sin saberlo inmortalizó una historia nacional. La imagen se popularizó tanto que pasó a postales, murales o vídeos de canciones en internet.

Doña Blanca López habló con Magazine en mayo del 2010. Erika Gertsch Romero, en ese entonces periodista del equipo, reescribió la historia esta vez con todos sus personajes.

LA VIDA DE DOÑA BLANCA HABLA

por sí sola de una realidad de pobreza, de trabajo y desesperanza.

Fue alfabetizada y alfabetizó. Como líder de salud atendió los heridos del Ejército Popular Sandinista luego de la operación Danto 88. Se convirtió en la imagen de una lucha nacional, la secuestró la Contra y luego fue rescatada junto a su bebé. La guerra acabó y no supo nada más. Tuvo 15 hijos, pero solo viven diez, seis de ellos bajo su tutela. Se retiró de la militancia pues debía buscar cómo mantener a su numerosa familia que por años vivió posando en la comunidad de Rancho Alegre, Siuna.

Su historia hubiese quedado ahí, sumida en el olvido como muchas otras, de no ser que la revista Magazine de LA PRENSA publicó hace un año la historia de la fotografía y le puso nombre y apellido a la mujer que para el mundo es “la miliciana de Waswalito”.

Después de 26 años en el anonimato Blanca López y su hijo Antonio López  contaron su historia.

El año pasado Sergio Ríos, presidente de HEMCO, leyó la edición 159 de Magazine en la que aparecía la historia de doña Blanca López y su hijo, junto a la imagen que hace más de 20 años el fotógrafo Orlando Valenzuela inmortalizó.

Todos habían visto alguna vez la emblemática fotografía, pero nadie hasta ahora se había interesado en saber quién era o qué había sido de la miliciana y su bebé.

Para sorpresa de Sergio Ríos ese emblemático personaje de la historia de Nicaragua era vecina de la comunidad donde su empresa trabaja hace años.

La directiva de la empresa minera y doña María Rubiales de Chamorro, viuda de don Javier Chamorro Mora, de quien lleva el nombre el proyecto forestal de HEMCO, se interesaron en la historia que se retrataba en la revista.

Una mujer símbolo. Sin tierras, sin techo, sin trabajo.

Sergio Ríos, por medio de Róger Román, gerente del proyecto forestal en Siuna, inició la búsqueda de la miliciana de Waswalito con la información que la periodista de Magazine daba en el reportaje.

Una vez localizada, el panorama de doña Blanca comenzó a cambiar. En este nuevo capítulo de su vida LA PRENSA también estuvo presente.

En julio de este año doña Blanca recibió las llaves de su nueva casa en la comunidad Rancho Grande. La empresa minera y forestal se encargó darle las tres manzanas de tierra, la vivienda y fuentes de empleo para la familia en el vivero Waspado, en la comunidad Empalme Labú, Siuna.

Doña Blanca López sonríe de nuevo, ahora junto a sus diez hijos.

“Yo nunca he sido egoísta, si Nicaragua recaudó dinero por medio de esa fotografía, si el mundo dio dinero a gente que lo necesitaba no me molesta, está bien porque aquí somos muy pobres… pero a mí tuvieron olvidada”, dice con modestia doña Blanca, mientras acaricia la cabeza de su hija de cuatro años. La menor de 15 hijos que ha parido.

EL DÍA QUE FUE

tomada la fotografía Blanca asistía a un “acto político armado” de la cooperativa agrícola a la que pertenecía. Sonriente, un hijo al pecho y un arma al hombro. Una joven de 21 años llena de ideales, sueños y alegría.

“Yo era chavala, había andado con los del Frente desde los seis años cuando mi mama se enmontañó. Me metía en todo, ese día había un acto y como entregamos unos trabajos nos estaban cambiando las armas por unas nuevas y más livianas. Me entregaron mi AK 47 nueva y comenzamos a bromear”, recuerda Blanca López.

Esa mañana a mediados de 1984 Orlando García Valenzuela, fotógrafo que años antes había comenzado a documentar la Cruzada Nacional de Alfabetización, también estaba ahí en la comunidad de El Naranjo, una comunidad de Siuna, de la RAAN.

“Yo estaba en una pequeña tarima de tablas y desde arriba apretaba el disparador a todo lo que miraba interesante. De repente vi una mujer joven con un fusil al hombro, lo cual era muy común en esos años, pero me llamó la atención que tenía un niño en brazos y le daba el pecho. Alguien le dijo algo señalando hacia arriba y sonrió justo cuando tomé la foto y un poco apenado, moví el lente hacia otro lado”, contó Valenzuela en una entrevista con Domingo hace un año.

Desde entonces y sin saberlo Blanca López y su bebé recorrieron el mundo en una imagen. La fotografía de Orlando Valenzuela fue escogida para representar al país en la Campaña Mundial de Solidaridad con Nicaragua. En ese entonces la Administración del presidente Ronald Reagan daba apoyo financiero y militar a los contras y poco tiempo después inició el bloqueo económico.

Para los años 80 grupos solidarios internacionales intensificaron el trabajo y la gente volcó su ayuda hacia el país donando un dólar por la causa. Para 1989, según una edición de la revista Envío , Nicaragua recibía 250 millones de dólares en ayuda económica y material. Ella y su bebé fueron los rostros de ese país valiente que necesitaba ayuda.

“En esa foto no tengo nombre, pero siempre fui yo y aquí estoy. Nada es como antes —se lamenta— pero hay que seguir luchando”.

De aquella joven hermosa, de cabellos sueltos y sonrisa amplia solo se ve un retazo en Blanca López. Una mujer de piel curtida por el sol del campo y cuarteada por los años y el trabajo. El cabello recogido y unas canas que anidan en su sien. La mirada marchita y la sonrisa gastada, pero igual de espontánea y sincera. Apenas tiene 47 años, pero los ha vivido intensamente.

“La vida me ha dado duro, ya no soy la misma joven. No tengo los mismo sueños… no sé si tengo alguno todavía. Ahora solo lucho por los hijos que me quedan, uno trata de ser feliz con lo que Dios le da, pero no podés ignorar tu propia pobreza”, dice doña Blanca López con un poco de pesar y queriendo dibujar una sonrisa en su rostro.

JOSÉ ANTONIO

también sonríe. Para él la vida tampoco ha sido fácil, pero ha sabido sortear las vicisitudes y salir adelante. Con 27 años es licenciado en Administración de Empresas, carrera que cursó gracias a una beca en la Universidad de las Regiones de la Costa Caribe de Nicaragua (Uraccan), Recinto Las Minas, Siuna. Sin embargo lo ha atrapado el periodismo, pasión que lo llevó a incursionar en la radio con conocimientos empíricos y ahora cursa el segundo año de Comunicación Intercultural en la misma universidad.

Se crió con su abuela, pues su madre no tenía la capacidad para cuidar y alimentar a todos sus hijos, ahora vive solo en Siuna donde estudia y trabaja.

“Después de todo lo que ha pasado mi madre, para mí el resultado es positivo”, comparte Antonio López emocionado.

“La foto en sí tiene un gran mérito, me sentí orgulloso al saber que había sido utilizada como la imagen oficial para la Campaña Mundial de Solidaridad con Nicaragua y el beneficio que llegó a las personas que lo necesitaban en ese momento. Fue la imagen de una realidad que recorrió el mundo y me satisface como nicaragüense cada dólar que se recaudó, Valenzuela hizo un gran trabajo. Pero atrás de eso también estaba la historia de mi madre, que el medio haya retomado la historia y que esto haya servido para que la gente se interesada en su situación es para mí un reflejo del buen trabajo que se está haciendo. Primero en Domingo , luego en Magazine , la vida de mi mama cambió y es gracias también a LA PRENSA”.

Ahora doña Blanca, sus hijos y sus nietos tienen tierra. Tienen una casa digna y han recobrado la esperanza.

“Hace como ocho años yo tuve tres sueños. Que un hombre me daba las llaves de mi casa y me decía: ‘Vaya y escoja el cuarto que más le guste’. Yo sólo lo miré, ni le escuchaba bien, le dije a mi hija ‘Mauri tomá, anda buscá el cuarto que te guste’. Ella se fue lo abrió y comenzó a gritar de alegría. El hombre me seguía hablando, pero yo solo le dije gracias, le sonreí y me fui a la iglesia”, cuenta doña Blanca López.

“Nunca se me va a olvidar que yo había soñado esto”, dice doña Blanca, mientras llora y vuelve a regalar una sonrisa, ahora rota y con menos brillo, pero emotiva y contagiosa como la de aquel día.

La Prensa Domingo Fotografía fusil Milicia archivo

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