Para Nicaragua debe ser motivo de una profunda preocupación que el sector agrícola esté dependiendo de la oportunidad temporal “precios internacionales de los granos”. Lo que deberíamos de estimular, desde el gobierno, los productores, los empresarios agrarios y la cooperación internacional, es el aumento de la productividad por área sembrada; aumentar la producción; para abastecer regularmente el mercado interno sin depender tanto de las importaciones. El hecho que los rendimientos hayan bajado y los precios subido, eso es preocupante y alarmante, porque seguimos desarrollando una cultura de producción en base a la suerte y la coincidencia de oportunidades externas.
Rendimientos cayeron, pero precios aliviaron, es un titular engañoso y poco estimulante para mejorar la cultura de la dependencia y el conformismo en los productores y consumidores nacionales. Los precios son temporales, el año próximo nadie asegura que los precios de los comodities estén iguales, mejores o peores. Recordemos que estamos ante un mercado cambiante y muy frágil.
Nicaragua es productora de bienes de consumo no determinantes ni de alta demanda en el mercado internacional, por el contrario, lo que producimos, puede ser demandado o no y generalmente los precios están determinados por los mercados consumidores. El principio es, si no producimos estos productos no pasa nada en el mundo; pero, si los compradores de nuestros productos no compran nosotros estaríamos en serios problemas.
Por todo lo anterior, es necesario que los actores económicos, los actores gubernamentales, los productores y los intermediarios, procuren una coincidencia de intereses y logren ver con claridad la realidad del modelo económico y de producción. Con los rendimientos que tenemos actualmente por área sembrada, por manzana o por tiempo, no podemos ser una economía competitiva en el concierto de los mercados regionales. De nada sirve firmar tantos tratados comerciales cuando no tenemos mucho que vender. Las relaciones de mercado con Venezuela, México, y República Dominicana son esperanzadoras, pero, también son desafiantes.
Seguir produciendo 12 quintales de frijol por manzana, como promedio nacional, es vergonzoso. Continuar produciendo 24 quintales de maíz por manzana, es penoso, más aun, cuando decimos con alegría que el maíz es nuestra raíz, pero, la práctica productiva, comercial y social dice que no tenemos idea de qué cosa es la raíz alimentaria. La vergüenza mayor es que ahora, al parecer, vamos a importar maíz del Norte para consumo nacional.
A este panorama debemos agregar, que en los medios de comunicación, de las dos semanas últimas, hemos visto y oído a por lo menos quinientas familias campesinas que en lugar de dedicar su tiempo a la producción de alimentos, y ocuparse de trabajar la tierra y de producir riqueza, están siendo utilizados/as para campañas políticas. Manos de mujeres y hombres con cultura de productores y productoras de bienes de consumo humano y animal están fuera de su medio, empobreciéndose más, aumentando los cordones de miseria de las ciudades en general y de la capital del país en particular.
El gobierno, los empresarios, los intermediarios, los financiadores, los medios de comunicación, los políticos en campaña, deben juntar conocimiento y voluntades para resolver y estimular los ambientes de trabajo, de producción y de aumento de la productividad. Estimulemos el trabajo; la voluntad de mejorar con el esfuerzo no con las regalías; ni las condonaciones; o con los perdones de deuda; sin entrar nuevamente al campo y trabajar la tierra. Dispongamos todo un esfuerzo, aportemos para que la gente del ambiente rural regrese a sus comarcas y caseríos a producir la tierra, es decir hacer lo que saben.
El autor sociólogo e investigador social
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