CORRESPONSAL/MATAGALPA
Las hermanas Madeline Francisca e Ileana Isabel Rivas González han visto partir a jóvenes que conocen en busca de las oportunidades que no tuvieron en la comunidad Soledad de La Cruz, municipio de San Isidro, sobre la angosta carretera pavimentada a Santa Bárbara, donde funciona la Planta Hidroeléctrica Carlos Fonseca.
Igual ocurre en La Florida, al sur del municipio de Matagalpa, donde viven las primas Adixia Herrera García y Aydalina García Ortiz.
“Son muchas las jóvenes que se han ido y de ellas la mayoría son madres solteras que dejan a sus hijos y se van a buscar trabajo”, sostiene Adixia.
La emigración de las comunidades hacia la cabecera departamental o hacia otros departamentos y países para buscar empleo, es uno de los problemas identificados por 736 jóvenes de distintos municipios que, a través de un amplio proceso de reflexión y análisis de su propia realidad, han establecido la llamada Agenda de la Juventud de Matagalpa (AJM).
Madeline señala que una zona franca en Sébaco es la única oportunidad laboral para las jóvenes de Soledad de La Cruz, “pero es bien difícil que contraten y además que es por temporadas, tal vez por un mes y arriesgando a salir después con enfermedades respiratorias”.
CON PEQUEÑAS EMPRESAS
Pero, las hermanas Rivas coinciden en que las cosas pueden cambiar. Ellas, así como Adixia y Aydalina, forman parte de un proyecto denominado Las mujeres jóvenes rurales de San Isidro, Terrabona y Zona Sur de Matagalpa recrean su presente y construyen su futuro , en virtud del cual, egresaron de un curso de emprendedoras rurales y a pesar de las realidades en sus respectivas comunidades, han establecido pequeñas empresas asociativas que les han permitido mejorar sus condiciones de vida y ampliar sus metas y sueños.
- En la Agenda de la Juventud de Matagalpa, los jóvenes consensuaron que faltan políticas educativas que garanticen el establecimiento de centros de formación técnica de acuerdo con las realidades de los municipios y que los existentes no cubren la demanda juvenil.
Otra de las propuestas es la implementación de políticas agrícolas, incluyendo créditos y uso de tecnología, para que los jóvenes sean sujetos de las mismas.
En ese documento también hacen propuestas.
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Adixia y Aydalina son socias de una pequeña panadería que abrieron hace cuatro meses en La Florida y comercializan el producto incluso en otras comunidades aledañas.
Mientras que las hermanas Rivas son socias de la Granja Avícola Soledad de La Cruz, en la que además contribuyen tanto su hermano menor, Pablo, como sus padres Pablo Rivas y Élida González.
“Cuando no estamos, ellos le dan de comer a los pollos y también nos ayudan en el proceso de sacrificio y de comercialización”, explica Ileana.
Mientras que Madeline señala que actualmente comercializan alrededor de 700 libras de pollo al mes y están en planes de ampliar el negocio.
“Esto llegó por medio de la organización, si no estuviéramos organizadas no seríamos tomadas en cuenta”, agrega Madeline, quien es directiva de la organización juvenil Mujer líder de tu destino , integrada por unas 25 mujeres jóvenes de Soledad de La Cruz.
IGNORADOS
“Los jóvenes queremos decirle presente a Nicaragua, salir adelante”, dice José Evelio Pérez, líder de un grupo de 20 adolescentes y jóvenes cuyas edades oscilan entre 15 y 20 años en El Quebrachal, al sur del municipio de Matagalpa.
Pérez, quien es promotor de salud en su comunidad, lamenta que “los jóvenes no hemos sido tomados en cuenta, con decirle que yo, por ejemplo, ni la cédula tengo”.
Respecto de la formación académica, los jóvenes plantean que en el sector rural la mayoría no puede concluir la educación secundaria debido a que el Ministerio de Educación la oferta incompleta, como en Jucuapa, al sur del municipio de Matagalpa, donde vive Ronald Leiva López.
Cada sábado, Leiva debe viajar más de 20 kilómetros hacia la ciudad de Matagalpa para continuar con el cuarto año de secundaria porque en su comunidad el centro escolar atiende, desde el 2010, hasta el tercer año con la modalidad de “educación a distancia”.
Leiva dice que la población organizada gestionó y logró la apertura del llamado ciclo básico de la secundaria y espera que pronto los jóvenes puedan estudiar en su comunidad el cuarto y el quinto año de bachillerato.
Adixia y Aydalina coinciden en que la organización “es la clave”, porque así lograron también que en La Florida exista la secundaria completa.
“No teníamos secundaria, el instituto abrió hace tres años y antes teníamos que viajar hasta Matagalpa y era peligroso, porque a veces llegábamos de noche y era caro porque teníamos que pagar transporte y alimentación”, relata Aydalina.
Ahora, ella y su prima estudian en el instituto que desde hace tres años funciona en La Florida. Cursan el cuarto año de secundaria en modalidad sabatina. Adixia ocupa cada domingo para ir a un curso de operador en microcomputadoras, mientras que Aydalina concluyó uno de computación y caja.
Mientras tanto, las hermanas Rivas ya culminaron el bachillerato y son técnicas en computación y caja, Ileana cursa además el segundo año de contabilidad, carrera en la que pretende obtener una licenciatura. Madeline quiere estudiar administración de empresas.
En la zona rural
Según el Censo Escolar de 2007, en el departamento de Matagalpa ese año había un poco más de 267,000 estudiantes, de los cuales, el 67 por ciento habitaba en zonas rurales.
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