La historia
“La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia”.
Charles Darwin (1809-1882), científico británico.
Nuestros hijos no
Siempre se ha dicho y ahora se repite constantemente que cada generación debe resolver los problemas que se le presentan y traer sus propias soluciones. Por eso muchas organizaciones civiles están llamando a los jóvenes a participar en política para resolver el problema actual que representa la imposición de otra dictadura en el país.
El mismo orteguismo lo está haciendo en nombre de una supuesta revolución que solamente significa la permanencia de Daniel Ortega en el poder, con el cuento de que es el único líder de los pobres, el único con capacidad, el único con visión, etc., es decir los mismos argumentos que daban los somocistas para tener a Somoza en el poder. Argumentos “inventados” por Ortega y su esposa, que cualquier persona que se precie de serlo, rechaza por el simple prurito de que nadie es menos que nadie, ni acepta en estos tiempos, esas tonterías de que existe una persona, una familia o una casta de iluminados nacidos para gobernar a los demás.
La verdad es que Ortega no es problema de los jóvenes, sino de los viejos; de la vieja guardia del FSLN que lo elevó, por consejos de Fidel Castro, a la categoría de líder unipersonal, como se estilaba en los viejos y, gracias a Dios, caídos regímenes comunistas, antidemocráticos por naturaleza y criminales en consecuencia para poder mantenerse en el poder. Ellos hicieron este muñeco y ellos tienen que deshacerlo.
Ortega es también responsabilidad de los viejos dirigentes de los otros partidos, como Arnoldo Alemán, que por cobardía política y oportunismo le ha estado concediendo todo lo que necesita para establecer su reino, a cambio de miserables cuotas de poder para sus acólitos más cercanos y fieles. También es responsabilidad de los otros mal llamados partidos de oposición, que más bien son una partida de vividores buscando el erario.
Nuestros hijos no van a pagar por eso, no van a ir a pelear, ni matar, ni a morir, por culpa de estos viejos políticos. La vieja guardia del FSLN, de la Contra y de los otros partidos que tengan un poco de sentido de su responsabilidad histórica, deben resolver este problema y deben resolverlo ya.
Eduardo Cáceres
El mercado político
Hay que ver más allá de los refi- namientos de las actuaciones del poder del Estado, comprender la relación de la gente con su gobierno y las obras pocas o muchas que haga en bien del pueblo. Asimismo los errores que cometen como seres humanos los funcionarios, pues nadie es perfecto, otra cosa es que los cometan con premeditación, alevosía y ventaja probada.
En esta perspectiva es conveniente que los políticos y partidos inicien a comprenderse como colegas, sin amenazas, chantajes y señalamientos absurdos fuera de contexto real. La sabiduría popular realista indica la necesidad que la gente pueda unirse a grupos de interés para estar constantemente relacionada con la política, pero sin enfrentamientos físicos, callejeros. Uniendo a toda la gente, cual es lo ideal, se une la causa en el mercado político, así se podría competir y lograr objetivos anhelados.
Solo hace falta voluntad de todas las clases políticas por el bien de la democracia del futuro y de todo el pueblo, y así de seguro avanzamos un poco más en nuestro desarrollo nacional en todos los sentidos. Para ello considero conveniente abandonar el egoísmo, capricho político y dedicarse a trabajar por la patria y el pueblo que necesitan tanto de sus sabidurías y experiencias.
Que la competencia política sin atropellar sirva de lección a las clases políticas y a los candidatos que van a elecciones el 6 de noviembre 2011, sacando sus mejores productos de bienestar para todos: el pueblo, al inversionista nacional y extranjero, mejorar sus políticas y que no se estanquen en su propia trampa de estar renuentes en hacer un híbrido de gobierno con el mandatario de turno, como condición de bien de la patria.
El peligro no radica en la democracia participativa ciudadana. No debería existir temor a las masas, a ellas se deben los políticos y gobernantes de los cuatro poderes del Estado y las deben beneficiar incondicionalmente en todo. Por tanto, ante el mercado político nacional, no es antidemocrático que el ciudadano tenga el derecho soberano a escoger a sus gobernantes, lo cual hace adecuadamente en las urnas electorales. Es mejor ignorar otras prácticas antidemocráticas callejeras el día de las elecciones.
Bayardo Quinto Núñez
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