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Roberto Rosales

El hogar, escuela de virtudes

Hace varios años escribió el beato Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio : “Aun en medio de las dificultades de la acción educativa, hoy a menudo agravadas, los padres deben formar a los hijos con confianza y valentía en los valores esenciales de la vida humana”. Hoy muchos padres se preguntan cómo formar a sus hijos y otros, los menos, cómo quitárselos de encima. Los primeros buscando una guía y los segundos dándoles todo lo que piden para que los dejen en paz.

Los papás no pueden renunciar a esta importantísima tarea de formación. Es un cometido para ambos, mamá y papá. Muchas veces el papá reniega de esta labor. ¿Y por qué es tan importante formarles en las virtudes? Porque solo es posible construir una vida sobrenatural firme y duradera sobre el cimiento de las virtudes humanas, fundamento que hay que poner en los hijos desde que son pequeños.

¿Por dónde comenzar? Un primer paso es evitar los caprichos. Han de ir por delante los papás. Si los hijos ven que papá o mamá compran todo lo que se les antoja, desde una coca cola por ejemplo, por qué ellos no tienen derecho a pedir. Hay muchos papás que pretende formar a base de premios. Por ejemplo, le dicen al hijo: si sacás buenas notas te doy el celular que querés. Se les olvida que para el niño sacar buenas notas es su obligación. Otro caso típico es el chantaje de los niños que quieren que la mamá les compre algo siempre que van al supermercado. Les cuesta mucho decirles que no, y terminan comprándoles una tontería para que se tranquilice, no vaya a ser que se traumatice.

Enseñarles que las cosas valen y cuestan. Es preciso que los hijos conozcan, cada uno según sus posibilidades, el esfuerzo que cuesta sacar adelante la familia. De esa manera se evita que se conviertan en señoritos. No acomodarlos demasiado porque los estamos criando desprotegidos para la vida real. Aconsejaba un santo: “El exceso de cariño hace que los aburgueséis bastante. Cuando no es papá es mamá. Y cuando no, la abuelita. Y a veces, los tres, cada uno por su lado, y os guardáis el secreto. Y el chico, con los tres secretos, puede perder el alma. Poneos de acuerdo. No seáis tacaños con los hijos, pero tened en cuenta la capacidad de cada uno, la serenidad de cada uno, la posibilidad de autogobernarse: y que no tengan nunca abundancia, hasta que la ganen ellos”. Por lo tanto se abre un panorama de esfuerzo por no crearse necesidades (tener la última versión de celular, computadora de última generación, ropa, etc.) y aprender a prescindir de cosas.

La adquisición y desarrollo de las virtudes tiene unas exigencias propias que han de conocer. No basta con querer hacer las cosas bien: hay que estar dispuestos a arrostrar las consecuencias, a veces costosas, que implica un comportamiento cristiano. Por ejemplo, algunos quieren ser humildes, sin ser despreciados; contentarse con lo que tienen, pero sin padecer necesidad; castos, sin mortificar el cuerpo; pacientes, sin soportar injurias. Desde la infancia, han de aprender los hijos que es milicia la vida del hombre sobre la tierra.

Sinceros y leales. En sentido más amplio, se entiende por lealtad aquella cualidad interior de la voluntad por la que firme y establemente, a pesar de las dificultades que se encuentren o de los sacrificios exigidos, una persona se mantiene fiel a las propias convicciones o deberes y a los hombres e instituciones que pusieron en ella su confianza. Que los hijos vean que sus padres son sinceros. El tipo de ejemplo que no edifica: una llamada telefónica para papá, contesta mamá y le dice: “Te llama fulano”, responde papá: “Decile que no estoy”. Mostrarles que hay que decir siempre la verdad, sin miedo a las consecuencias que pueda traer consigo.

Aprender a comprender. El difundido refrán piensa mal y acertarás no puede ser una regla de vida. Hay que enseñar a los hijos a no juzgar, a interpretar con comprensión las actuaciones de los demás. Tendrán facilidad de aprenderlo si ven comportarse así a sus papás.

El autor es miembro de Familia-Hoy Nicaragua
[email protected]

Opinión

COMENTARIOS

  1. diana miranda
    Hace 13 años

    Los jovenes necesitan consistencia para vivir . Los padres dicen una cosa y hacen otra.
    Los padres se llevan mal y hay abuso y injusticia en el hogar, pero aparenta lo contrario. Si sabemos aparentar sabemos como se debe de actuar con la familia. Las personas a veces son candil de la calle … Que tan amables, justos y integros somos en el hogar ? o solo queremos guardar las apariencias con los demas. Hacemos tiempo para el hogar? Nos informamos como tratar a nuestra familia? No te quejes !

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