Por Wilder Pérez R.
En algunos barrios de Managua y Ciudad Sandino la gente poco a poco está dejando de ir al mercado y prefieren salir al patio de su casa.
La razón es sencilla, de un año para acá empezaron a sembrar sus propias hortalizas en el pedacito de tierra que tienen en la ciudad.
No necesitan mucho, con cuatro metros de ancho por cinco de largo basta. Eso es menos de lo que mide una casa de interés social.
En un espacio como ese, en Villa Libertad, Julio César Conrado tiene cebollas, lechugas, berenjenas, culantro, col de bruselas, tomate, chiltomas, zacate limón, albahaca, culantro y papayas. Asegura que se ahorra entre 400 y 500 córdobas al mes, más el viaje a la venta o al mercado.
José Luis García, en el barrio Arnoldo Alemán, tiene un huerto parecido. Aspira un día producir suficiente para su negocio de nacatamales, pero por ahora prometió compartir la primera cosecha con sus hermanos de religión, como una forma de agradecer a Dios.
Pero esta idea no llegó por iluminación divina. Al menos no de forma directa.
Se trata de un proyecto de un millón de dólares auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Según Henry González, director del Proyecto de Agricultura Urbana y Periurbana, el objetivo es dar seguridad alimentaria a las personas, garantizando 200 gramos de consumo en una zona donde el promedio son 60 gramos.
Paula Alvarado y Rebeca Castro, asistentes, del proyecto, coinciden en que no es fácil cambiar la cultura de la gente de ciudad.
Sin embargo, todo cambia cuando no hay dinero para mejorar la cena. “Antes no teníamos para acompañar el arroz, ahora lo acompañamos rico”, dijo Aurora Gaitán.
En Ciudad Sandino, el proyecto también ha dado frutos.
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