Por un pueblo conduzco de noche, las casas aparecen en el resplandor de mis luces —ellos están despiertos, desean beber. Casas, galpones, letreros, vehículos abandonados —es ahora Se visten ellos mismos en vida.
La gente duerme: Algunos pueden dormir en paz, otros con rostros tensos como si estuviesen estrenando para la eternidad no se atreven a soltarse completos a pesar que sus sueños son pesados. Descansan como barreras caídas cuando cruza el misterio. Afuera del pueblo el camino se alarga entre los árboles del bosque y los árboles en silencio entre ellos tienen el color teatral que tiene el brillo del fuego. ¡Qué claras son sus hojas! Me persiguen hasta la casa.
Me acuesto a dormir, veo imágenes desconocidas y signos suben solos detrás de las pupilas en la oscuridad de la muralla. En la rendija entre en vela y el sueño una gran carta intenta colarse en vano.
Traducción Omar Pérez Santiago
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