Edgard Rodríguez/Zona de Strikes
En un ejercicio realizado en el contexto de las reuniones anuales de los Yanquis en Dominicana, se nos pidió escoger al que en nuestra opinión, era el mejor bateador, dentro de un grupo de numerosos y cotizados prospectos de beisbol.
Personalmente me decidí por un espigado jardinero de 17 años, de acciones fáciles y sueltas al mover su bate, con buena lectura de los pitcheos y un llamativo poder, que a la vez revelaba tremenda velocidad al azotar sus brazos. Su nombre es Jairo Veras.
Desde siempre he estado claro, que el margen para el error, es muy amplio al juzgar talento. “Nos pagan por equivocarnos”, solía decir Chico Heron, scout panameño, que tuvo la fortuna de descubrir a Mariano Rivera.
Ciertamente, es más lo que se falla, que lo que se acierta. Fíjese que de cada cien jóvenes que se firman en América Latina, cuatro alcanzan las Mayores. En EE. UU. el porcentaje de acierto es mayor, pero se falla. De cada cien firmados, 16.7 suben al big show .
No sé qué pasará al final con Veras. Ni siquiera sé si será firmado por los Yanquis, a pesar que su material, atrajo incluso a varios de los más importantes jefes de la organización. Se me explicó que su precio es alto. Más de dos millones de dólares.
Pero lo curioso para mí, pasó al final, cuando me despedía del joven, alto y flaco (6’6 pies). “¿Y para dónde viaja?”, me preguntó. A Nicaragua, le dije. “Ah, de donde es mi papá”, agregó.
¿Y quién es tu papá?, consulté sorprendido. “Bueno, no lo conozco, pero se llama Harold Herdocia. Eso es lo que me han dicho mi mamá y mi abuelita. El también fue jugador”, afirmó Veras, en relación al otrora prospecto leonés, firmado por los Angelinos de California.
Así que si Veras trasciende, al menos yo lo aplaudiré como uno de los nuestros.
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