Moisés Martínez
He aquí cuando una historia banal y manipulable queda en manos artificiosas. Hemos visto muchos filmes sobre amenazas biológicas que se convierten en ridículas parodias de la vida con heroisismos caricaturescos y tramas simplonas en las que un milagroso incidente termina salvando el mundo. Pues Contagio tiene un poco de eso, pero es filmada con un ritmo trepidante y real que si usted entrara en pánico si escucha toser a la persona que tenga a su lado. El miedo ficticio es tan real que sentirá comezón en la garganta.
Steven Sorderbergh siempre ha sido un director laborioso en todos sus proyectos, como sus exitosos (Traffic, Ocean’s Eleven), sus fracasos (Solaris) y aquellos buenos proyectos que tuvieron bajo perfil (Che).
Es evidente que Contagio es una cinta manufacturada con un estilo tan sobrio y humano que termina estructurando la historia con un realismo saludable. Es el cine-desastre con un buen toque de reality show.
Mientras muchos directores que trabajan con múltiples historias y personajes sucumben ante la edición, Sorderbergh disfruta de lidiar con tantas dimensiones en la trama. Las referencias sobre epidemias reales como el H1N1, y la similitud de la pandemia a la cual se enfrenta el ser humano en el filme, termina siendo la conexión ideal con el espectador.
Los verdaderos protagonistas son esas pequeñas historias de todos aquellos que directa o indirectamente están vinculados con la pandemia. Desde aquellos que luchan, como los que mueren, como los que caen ante el pánico para llevar a la sociedad al caos y anarquía. Para todos tiene un guiño Sorderbergh. A veces incluso burlón y despectivo, como refleja su opinión sobre la información sin control que circula en la Internet. “Bloguear es como hacer grafiti, pero con puntuaciones”, dice un doctor para deshacerse de un persistente bloguero, dolor de cabeza de las farmacéuticas. Que malo eres Steve…
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