Julio Francisco Báez Cortés
I Hembra de porte manso y trepidantes sueños, te palpo ufana y relajada. ¿Serán las fibras del silencio cobijadas en cantares?
II ¡Salud, mi esbelta diosa de muñones escorados! Filo de siluetas antojadas, garbo que raptó cinceles, ángel que robó tus manos.
III Lo que tienes de sensual, tersura de catarsis excitada, más lo tienes de inocente. ¿Pretendes ocultar el sol con esa túnica en cascada?
IV Soterrada en Milo tu hermosura hoy en Louvre encarcelada. La soledad llorando a mares. El bello mármol mutilado. ¡Sos eterna sangre reposada!
Volcán Mombacho, noviembre 2011
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