Agencias/VIDA
También son conocidas como falda lápiz, en una traducción literal del término anglosajón, fue puesta en circulación en el año 1954 por Christian Dior. Harto de los excesos y de las copias de su rompedor New Look de 1947, el gran diseñador francés lanzó la línea H, con unas proporciones que ajustaban el cuerpo y equilibraban los hombros con las caderas.
Su idea fue recibida con entusiasmo y esa pieza que ciñe la silueta para descolgarse en línea recta en dirección a las rodillas se convirtió entonces en uno de los iconos de la década y, con el tiempo, en uno de los grandes clásicos del guardarropa femenino. Como un búmeran, va y viene al capricho de las tendencias, pero se ha ganado fama de infalible y merece un lugar permanente en el armario de toda fashionista.
Stella McCartney las considera imprescindibles para la noche, con transparencias, tules y lunares. En Givenchy, Riccardo Tiscci las convierte en el centro de su sensual colección estampándolas sobre raso con orquídeas, panteras o versallescos trampantojos, cortándolas en negro terciopelo o jugando con la organiza como aliada.
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