Edgard Rodríguez
Un atractivo de los debates sobre los premios que otorgan las Grandes Ligas es que se aprende, aún cuando la discusión tenga como fin imponer una opinión, y no necesariamente hacerte progresar a través del intercambio de ideas, que debería ser el objetivo primario.
Mi posición por ejemplo, es que los lanzadores no deberían ganar el Más Valioso. Tienen el Cy Young y no juegan tanto como los peloteros de posición, quienes deben estar sanos y rendir con el bate, guante y piernas, en al menos 150 partidos.
Y hallé en un texto de Jim Ingraham, del News-Herald de Cleveland, un argumento que fortaleció mi criterio. “Justin Verlander lanzó en 34 juegos, es decir, el 21 por ciento de los partidos de Detroit. ¿Cómo puede alguien, que se pierde el 79 por ciento de los partidos de su equipo, ser Más Valioso?”
Y es cierto. Pero el asunto no es sencillo. Lo que pasa es que no existe deporte donde se dependa tanto de un solo hombre, como del pícher en el beisbol. Ahora, se ha dicho que a Jacoby Ellsbury se le robó el premio, no obstante, el jardinero de Boston utilizó 73 de sus 158 partidos, para impulsar 105 carreras. Significa que Ellsbury no remolcó nada en 85 de los desafíos en que jugó, y tampoco anotó en 77 de ellos.
Hay además que revisar, cuántas de esas impulsadas empataron o hicieron ganar a su equipo. Por tanto, el factor presencia en los juegos pierde fuerza. De ser así, un relevista (set up) tendría más chance, ya que lanza en más de 70 partidos al año.
La discusión es el impacto que un jugador tuvo, o dónde estaría su equipo sin su aporte. Y en eso, nadie fue mejor que Verlander este año.
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